La gran estafa americana: con perdón
Reconociendo la indudable calidad artística del cine de Martin Scorsese, tengo que admitir que por mucho que me empeño en lo contrario, no puedo evitar el hecho de acabar cada una de sus películas con cierta sensación de empacho y agotamiento. Ocurre también con El lobo de Wall Street, su última propuesta. Y comienzo desvelando mi tendencia