Opinión / Desde mi escaño

Papafritas blanquiazules

Papafritas blanquiazules
Miguel Concepción Cáceres, presidente del CD Tenerife.

Papafrita: Defínase como aquella persona que suele estar al margen de la realidad, alguien carente de sentido común y que cree que sus ideas son las únicas válidas, por muy disparatadas que sean. Un ejemplo claro para ilustrar esta afirmación, la de aquellos ‘entendidos’ en el CD Tenerife que aún hacen apostolado y venden el discurso rancio y caducado de que el equipo blanquiazul, con ocho derrotas en nueve partidos, va a salvarse de la quema del descenso a la Segunda División B.

Lamentablemente, le guste o no a los cuatro papafritas que pululan por el amplio espectro periodístico de nuestra isla (y que me imagino que son afines al esbirro de oro del Callejón del Combate, ese dircom incapaz de acreditar a todos los medios porque así lo marca su peculiar protocolo de actuación), el Tenerife ya es historia en Segunda División A, al menos deportivamente.

Las trapisondas, trapicheos y conchabeos que puedan existir después ya son harina de otro costal, pero en el terreno de juego el conjunto del Heliodoro ha dilapidado vilmente todas las opciones de permanencia en las tres últimas jornadas. Nueve puntos fáciles que se han ido a los depósitos de Huesca, Alcorcón y Villarreal B. Si antes formaciones prácticamente salvadas, el Tenerife ha mostrado su máximo exponente de ineptitud, ¿qué podemos esperar cuando se enfrente, por ejemplo, a un Granada, Betis o Valladolid?

Y no les quiero ni contar el pitorreo que debe existir en Gran Canaria. Aún me acuerdo cuando a la UD Las Palmas el Alcorcón le endosó un 5-0. Coincidió con el momento de mejor forma de la temporada del Tenerife. Se vislumbraba salir del descenso, cosa nada desdeñable porque desde el minuto uno el cuadro blanquiazul no ha salido de ahí. Pero claro, llegaron los cuatro papafritas de turno y, con la clasificación en la mano, empezaron a hacer las cuentas del gran capitán o, mejor expresado, las de la lechera, llegando a hablar, incluso, de la posibilidad de jugar el play-off.

El descojone por lo mal que iba la UD se tenía que escuchar hasta en el punto más recóndito de San Nicolás de Tolentino, pero en el club amarillo no se anduvieron con rodeos. Destituyeron a Jémez, trajeron al denostado Juan Manuel Rodríguez, al que le dieron mando en plaza, por mucho que a miembros del plantel no les gustase y la diferencia es que en dos meses los grancanarios pasaron de estar detrás del Tenerife a sacarle 15 de ventaja.

Como bien dice Domingo Peña, especialista en Deportes en Es Radio Pulso Tenerife, la gente tiene que asumir (si es que no lo ha hecho ya) que la realidad de la institución es la de jugar el año que viene en la Segunda B y, ¡mucho ojo! que igual David Amaral tampoco acaba la Liga o, en el mejor de los casos, no cuenta para encabezar el proyecto de la temporada próxima.

Los resultados cosechados, tres derrotas seguidas, y sus continuos ataques a una parte del entorno e historia del CD Tenerife no le están granjeando simpatías, precisamente. Algo así pasó con Ángel Cappa, quien tuvo que marcharse precipitadamente de la isla en el verano de 2000. Lo curioso es que aún nadie se ha revuelto contra el palco y contra su presidente, Pachorramán Concepción.

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