Hoy, 5 de junio de 2025, el silencio sobre la masacre de Tiananmen sigue siendo casi absoluto en la China continental.
La represión de 1989, que dejó cientos o miles de muertos —la cifra oficial nunca se ha revelado—, es un episodio tan prohibido en el discurso público que ni siquiera los modelos de inteligencia artificial (IA) desarrollados en el país pueden mencionarlo.
El tiránico gobierno chino ha perfeccionado su maquinaria de censura digital hasta tal punto que el recuerdo del 4 de junio es invisible tanto en las redes sociales como en los buscadores e incluso en los asistentes virtuales basados en IA.
En Pekín no hay placas ni monumentos que recuerden a las víctimas. No existen actos públicos ni siquiera menciones accidentales en plataformas como Weibo o Douyin, equivalentes a X y TikTok. La censura va más allá del lenguaje: imágenes, emojis y referencias mínimas como un tanque pueden provocar el cierre de cuentas o la desaparición temporal de influyentes digitales, como ocurrió con Li Jiaqi tras mostrar un helado con forma de tanque en una transmisión en directo.
La vigilancia se intensifica cada año con motivo del aniversario. El Estado identifica y bloquea términos sensibles como “1989”, “4 de junio” o “vela”. Los filtros no solo afectan a las personas, sino también a los algoritmos: sistemas como Qwen3 (Alibaba), Doubao (Bytedance) o DeepSeek omiten cualquier referencia a Tiananmen y lanzan mensajes de error ante preguntas relacionadas. La memoria colectiva es borrada, depurada y recodificada para adaptarse al relato oficial.
La censura se refuerza con inteligencia artificial
En 2023, China reguló estrictamente los servicios de inteligencia artificial para asegurar que respeten “los valores socialistas fundamentales” y eviten cualquier contenido que pueda considerarse una amenaza para la seguridad nacional o la estabilidad social. Bajo este marco, Tiananmen es un punto ciego absoluto: las IAs chinas no pueden hablar del tema ni siquiera cuando se les pregunta directamente. Plataformas como DeepSeek requieren revisiones y autorizaciones previas antes del lanzamiento público para asegurar la adhesión a la línea oficial.
Las autoridades han ido más allá: este año lanzaron campañas específicas como “Operación Qinglang”, destinadas a combatir el “uso indebido” de la IA y eliminar contenidos considerados peligrosos o subversivos. Se exige etiquetado claro para materiales sintéticos y se aplican sanciones por difundir información considerada inadecuada o manipuladora. Así, incluso los avances tecnológicos más punteros quedan subordinados al control ideológico.
Ecos internacionales y resistencia fuera de China
Mientras tanto, fuera del territorio chino persisten los homenajes y el reclamo por la memoria histórica. En Taipéi, capital de Taiwán, cientos de personas —en su mayoría jóvenes— se congregaron este miércoles para recordar a las víctimas bajo lemas como “Resistir la represión transfronteriza y oponerse a la expansión totalitaria”. Allí, el recuerdo es también un acto político ante el aumento del control sobre Hong Kong, donde desde 2020 están prohibidas las vigilias públicas por Tiananmen.
Las familias de las víctimas continúan luchando contra el olvido. Sus demandas apenas encuentran eco dentro del país; muchas veces sus portavoces son obligados a abandonar Pekín durante estos días críticos o ven restringida su movilidad y comunicación. Para activistas y periodistas veteranos como Gao Yu, la represión actual es incluso más sofisticada gracias a las nuevas tecnologías: lo que se dice y lo que se piensa queda bajo vigilancia permanente.
Diez curiosidades sobre la masacre de Tiananmen
- La imagen del “hombre del tanque” no tiene autoría oficial ni identidad confirmada; su destino sigue siendo desconocido.
- La masacre ocurrió entre la noche del 3 y la madrugada del 4 de junio de 1989.
- Las protestas comenzaron pacíficamente pidiendo reformas democráticas y mayor apertura política.
- El gobierno nunca ha publicado una cifra oficial de víctimas; estimaciones independientes varían entre varios cientos y miles.
- Durante años, Hong Kong fue el único lugar donde se permitían vigilias públicas hasta que Pekín restringió estos actos en 2020.
- Palabras clave como “1989”, “4/6” o incluso simples emoticonos relacionados pueden activar mecanismos automáticos de censura en redes sociales chinas.
- En China continental está prohibido enseñar sobre Tiananmen en colegios e institutos; muchos jóvenes desconocen el suceso.
- Algunas empresas tecnológicas chinas han desarrollado IA incapaces de responder preguntas sobre el tema; simplemente ignoran o devuelven errores.
- Plataformas internacionales como Google, Facebook o X están bloqueadas desde hace años para evitar filtraciones informativas sobre temas sensibles.
- Los familiares organizados bajo el grupo Madres de Tiananmen han visto reducida su capacidad para manifestarse debido al envejecimiento y al aumento del control policial.
Un tabú reforzado por los avances tecnológicos
Treinta y seis años después, hablar abiertamente sobre Tiananmen sigue siendo impensable dentro del territorio chino. El Estado ha conseguido trasladar el tabú social al espacio digital e incluso al futuro tecnológico: los algoritmos no solo predicen hábitos sino que también olvidan lo que les ordena el poder borrar. Frente a este panorama, solo fuera del país —en Taiwán, entre exiliados o en foros internacionales— persiste un esfuerzo por mantener viva la memoria.
La evolución parece clara: mientras crecen las capacidades tecnológicas chinas, crece también su uso para reforzar un relato único. La historia reciente demuestra cómo la censura tradicional ahora cuenta con aliados digitales capaces no solo de vigilar sino también de reescribir —o borrar— los recuerdos colectivos.
El silencio sobre Tiananmen es hoy más sofisticado que nunca. Y si bien ni las familias ni parte del mundo olvida lo sucedido aquella madrugada del 4 de junio, dentro de China cada año es más difícil recordar abiertamente lo que ocurrió en uno de los episodios más oscuros —y silenciados— del país.