Neologismos y abandono

Por Javier Pardo de Santayana

(Sede de la Real Academia Española de la Lengua en la calle Felipe IV de Madrid)

Lo último es esto de “topar” en el sentido de establecer un tope. Caramba, se dirá seguramente usted. Y quizás vaya como yo a buscar en el diccionario. Y en el mío, que compré recién empezada mi carrera y tiene cinco tomos, ya se encuentra este término, si bien que con el sentido típico que uno le suponía, esto es – y lo expreso sin volver a consultarlo, ya que me encuentro en mi casa montañesa y no lo tengo a mano – como darse de bruces con alguien o con algo, como, por ejemplo, en el clásico “con la iglesia hemos topado”, o en “topé con un problema no resuelto”.

Pues bien, ahora, con motivo de los actuales problemas económicos, nos sorprende el gobierno diciendo que “se propone topar los precios máximos”. Así que hemos pasado de ”toparse con alguien o con algo” a “topar algo”, con lo cual se cambia su función en la gramática.

Ni que decir tiene que bastó con oír esto en la televisión para constatar que este cambio ha cuajado de tal forma que no se cae de la boca de los ciudadanos, a quienes al parecer encanta cualquier cosa que suene a novedoso, por lo cual supongo que la nueva función será admitida por nuestra Real Academia, como de seguro ocurrirá también con la expresión “volvemos en diez minutos” donde toda mi vida oí decir “volvemos dentro de diez minutos”, ya que la preposición “en” relacionada con el tiempo se utilizaba para expresar el tiempo que se emplea en hacer algo.

Otra cosa es la cursilería. Ahí tenemos, por ejemplo, la transformación de palabras normales que ahora vemos retorcidas hasta el extremo para hacerlas como más importantes y ampulosas. Así abundan quienes se refieren al peligro, pero llaman “peligrosidad”, o que en lugar de echar la culpa de las tormentas al mal tiempo lo hacen a “la meteorología”, es decir, nada menos que a una ciencia.

Pero abandonemos toda esperanza de mantener nuestra bella lengua en sus esencias, ya que desde hace tiempo renunciamos a respetar lo nuestro y decidimos ponernos de rodillas ante el idioma inglés. Dado lo cual nos preguntamos si cabe siquiera imaginarse que la situación puede llegar un día a ser la inversa, es decir – por ejemplo – que en Inglaterra o Estados Unidos la inmensa mayoría de las camisetas serigrafiadas exhibieran por ejemplo lemas y expresiones escritas en el idioma de Cervantes en reciprocidad con lo que vemos en las nuestras. Porque sería interesante constatar la apabullante diferencia entre las dos situaciones a las que me refiero.

Pero no tengo muchas esperanzas dado que enseguida me viene a la memoria el recuerdo de aquel presidente de nuestra Real Academia que, reflexionando sobre la aceptación de términos foráneos, ponía como ejemplo la posibilidad de incorporar “business” siempre que se “españolizara”…¡ transformándola en “bisnis” ! Y uno tiende a pensar que si ésta era la opinión de quien con más motivo debiera respetar nuestro legado en un aspecto que constituye la más directa expresión de una cultura centenaria que se proyectó por todo el ancho mundo, y además se tiene en cuenta el actual nivel de nuestros gobernantes, escasas esperanzas hay de reflexión, cambio y mejora con el tiempo.

Cambio que además exigiría ya de entrada una transformación en el terreno educativo cuando ademas ésta está muy lejos de abordarse por unos gobernantes que, como los actuales, huyen de la exigencia y al parecer prefieren contar ciudadanos que les sean sumisos.

Así que, sintiéndolo en el alma, lo más probable es que la situación no solo se mantenga, sino que empeore con el paso del tiempo. A menos, claro está, que alguien mejore el sistema educativo, o sea a menos que alguien se proponga hacer precisamente lo contrario a lo que hoy tenemos.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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