Voz del sur

Julio Frank Salgado

La Constituyente chilena reanima el pluralismo mediático

Habiendo aprobado ya propuestas para un país descentralizado y el reconocimiento de las naciones originarias, la Convención busca ahora una economía respetuosa del medio ambiente, derechos humanos y sociales modernos, un sistema político más participativo y un estado social de derecho. Esos avances, sin embargo, no podrían prosperar sin aquel cambio que promueve la equidad en un sector fuertemente concentrado: la comunicación pública.

La Constituyente chilena reanima el pluralismo mediático
Extracto del articulado aprobado. chileconvencion.cl

La propuesta sobre derecho a la comunicación presentada por la comisión de Sistemas de Conocimientos, Culturas, Ciencia, Tecnología, Artes y Patrimonios al Pleno de la Convención Constitucional en febrero pasado sufrió un revés parcial y eso obligó a reformularla. Los artículos esenciales lograron finalmente el quorum de dos tercios de los votos y fueron remitidos al proyecto de nueva Constitución en preparación, el que será sometido a un proceso de armonización previo.

El artículo 1, que recibió 110 votos a favor (de un total de 154), consagra el derecho a la comunicación social: “Toda persona, individual o colectivamente, tiene derecho a producir información y a participar equitativamente en la comunicación social. Se reconoce el derecho a fundar y mantener medios de comunicación e información”.

El artículo 2, con 119 votos a favor, determina: “El Estado debe respetar la libertad de prensa, promover el pluralismo de los medios de comunicación y la diversidad de información. Se prohíbe la censura previa”.

El artículo 3, en tanto, con 112 votos a favor, se refiere a la concentración de los medios: “El Estado impedirá la concentración de la propiedad de los medios de comunicación e información. En ningún caso se podrá establecer el monopolio estatal sobre ellos. Corresponderá a la ley el resguardo de este precepto”.

La necesidad de pluralismo

A comienzos de la década de 1970, voces de distinto signo político y representación social competían abiertamente, hasta que el golpe de estado derechista acabó con la competencia, cerró y eliminó medios allendistas y persiguió a muchos de sus periodistas, mientras sus pares adictos a la asonada acataban rápidamente la censura y adoptaban la autocensura. Se dio inicio así al período más oscuro de la prensa y la historia chilenas del siglo XX.

La esperada democracia de la transición, sin embargo, no trajo de vuelta el pluralismo. Se impusieron sin obstáculos los medios proclives a la institucionalidad autoritaria heredada, los dos periódicos afines a la dictadura se consolidaron al frente de la información periodística y hoy actúan como un verdadero duopolio, favorecidos además por la decisión del gobierno de la Concertación de dejar morir por falta de avisaje a la entonces “molesta” prensa antidictatorial. Las radioemisoras desaparecidas no retornaron, la televisión fue rápidamente privatizada y el canal estatal quedó con directorio políticamente dividido. El único periódico del Estado, el antiguo diario La Nación, dejó de circular en 2010 por decisión del gobierno de Sebastián Piñera.

La reapertura no priorizó, en consecuencia, la recuperación del equilibrio comunicacional y el desarrollo cultural inherente a éste, sino la acentuación de la economía neoliberal y la banalización de la programación mediática, impulsada en este campo hacia la entretención masiva y los servicios al usuario-consumidor, en desmedro de la información y la cultura cívica especialmente para las nuevas generaciones. La libertad de expresión fue acaparada por grandes conglomerados empresariales, que la han interpretado, aplicado y promovido según su modo economicista de ver la realidad social. Su agenda informativa diaria ha sido, por lo tanto, uniforme, sesgada, doméstica y aparentemente apolítica, en contrario a la pauta noticiosa clásica, abierta, diversa, profunda y plural.

El Estado meramente subsidiario impuesto garantizó el marco legal apropiado a eso y permitió el surgimiento de un nuevo poder fáctico, incontrarrestable hasta hoy.

Como cruel ironía, hace sólo algunas semanas el presidente en ejercicio de la organización gremial que agrupa al gran empresariado -la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC)-, Juan Sutil. confirmó que gestionaba la adquisición del canal de televisión de pago CNN-Chile, con la intención de establecer “un adecuado pluralismo”.

Concentración de los medios en Chile

Esa actuación sin contrapeso ni más regulación que la general diseñada por la “democracia protegida” derivó en definitiva en la concentración de la propiedad de los medios de comunicación social tradicionales, tema, como se entenderá, que no ha logrado salir al debate de la opinión pública y se ha tenido que remitir a investigaciones académicas, además de activismo gremial, como el del Colegio de Periodistas.

Uno de esos trabajos fue publicado por el portal web de la Biblioteca del Congreso Nacional en julio de 2019. “Concentración de medios de comunicación. Conceptos fundamentales y casos de estudio”, de Pedro Guerra, Doctor en Derecho y experto en políticas públicas y sociales, incluye una descripción del caso chileno, al que se presenta como “uno de alta concentración de medios”. Citando, por ejemplo, una investigación de Sunkel y Geoffroy de 2001 –de la que el autor valora especialmente su larga vigencia-, se expone allí que los medios de comunicación en Chile “acusan, en primer lugar, un monopolio ideológico, especialmente en la prensa diaria, pero que se extiende a medios como la televisión y la radio, a propósito de la presencia cada vez más dominante de conglomerados extranjeros dedicados a la entretención que copan los espacios comunicativos”.

La consecuencia más notoria, continúa en esa dirección, parece ser la subordinación de los medios a las elites económicas e ideológicas, creando un “puro negocio”, alejado de otras finalidades.

Se considera dicha concentración “como responsable de la incapacidad del sector de fortalecer una masa crítica de ciudadanos que dispongan de información relevante, que se reemplaza por contenidos que no se centran en temáticas de interés público, sino más bien en una industria de la entretención de productos homogéneos”.

Recurriendo esta vez al trabajo de la periodista y académica María Olivia Monckeberg, el estudio recopilatorio insiste en que la concentración de los medios en Chile constituye un verdadero caso de laboratorio, pues “en pocos países del mundo adquiere formas tan extremas, donde la diversidad brilla por su total ausencia en la prensa escrita y se ve fuertemente limitada en la TV”.

Con una mención a la Comisión Europea, se recuerda que “el pluralismo medial es un pilar esencial tanto del derecho a la información como de la libertad de expresión, bajo la idea que una ciudadanía informada es condición de funcionamiento de la democracia. Para ésta, es a su vez requisito que la ciudadanía adecuadamente informada lo sea a través de la exposición a diferentes fuentes que den cuenta de visiones distintas sobre un mismo asunto de interés”.

Todo eso y más ha estado a disposición de parlamentarios y políticos en general, incluso en dependencias del propio Congreso Nacional, pero ha habido inacción y silencio en ellos. Transcurrido medio siglo, ha tenido que ser una gran protesta popular y la posterior elección de una mayoría de convencionales independientes y progresistas lo que, como en otros casos, ha reabierto una posibilidad de más medios para un sistema pluralista de comunicación social.

Pero la Convención lo está pagando caro…

Anticobertura del proceso constituyente

Continúa…

J.F.S.

Fuentes principales: chileconvencion.cl, bcn.cl

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Autor

Julio Frank Salgado

Periodista y bloguero chileno. Reportero y editor en medios de comunicación escritos, radiales, televisivos y digitales. Activista digital por una Constitución democrática para Chile desde 2007. Autor de "Médicos en la Historia de Chile" (2005) e "Idolos de blanco" (2011). Año XIX en la blogosfera de PD.

Julio Frank Salgado

Periodista y bloguero chileno. Reportero y editor en medios de comunicación escritos, radiales, televisivos y digitales. Activista digital independiente por una Constitución democrática para Chile desde 2007. Autor de "Médicos en la Historia de Chile" (2005) e "Idolos de blanco" (2011). Año XIX en la blogosfera de PD.

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