Reino Unido investiga para acabar con los berrinches de las chucherías

(PD).- Han tardado meses, pero al final las autoridades se han rendido a la evidencia. La Agencia británica de Estándares en la Alimentación (FSA) ha pedido a los fabricantes de alimentos que retiren varios aditivos que, según los últimos estudios, provocan trastornos en el comportamiento infantil.

La cuestión se empezó a debatir en septiembre de 2007, cuando una investigación confirmó la relación entre las sustancias para potenciar el sabor de algunos productos y la hiperactividad en los niños.

A petición de la FSA, un equipo de científicos de la universidad inglesa de Southampton realizó un estudio que demuestra que siete de los aditivos más comunes en los productos alimenticios -E110, E122, E102, E124, E211 (benzoato sódico), E110 y E129- perjudican la inteligencia y el comportamiento de los pequeños.

A la luz de este informe, el regulador pedirá a los fabricantes que retiren de sus productos seis de esos aditivos (todos menos el benzoato sódico) para finales del año próximo y los sustituyan por alternativas naturales siempre que sea posible, según informa el diario ‘The Independent’.

Algunas empresas que producen golosinas ya han accedido unilateralmente a retirar esos aditivos y colorantes. Sin embargo, a pesar de esta reacción, varias organizaciones de salud han criticado la tardanza de la FSA en reaccionar y que la petición sea de cumplimiento voluntario, en lugar de prohibir directamente esos componentes.

Desde la década de los 70, el consumo de los llamados números «E» (los aditivos están numerados y siempre empiezan por «E») se ha vinculado con problemas de comportamiento, pero el debate se intensificó en Gran Bretaña tras el estudio publicado en septiembre en la revista médica ‘The Lancet’, que confirmó la asociación entre estas sustancias y el aumento de los berrinches y las pataletas en los niños.

Sin embargo, tras valorar el estudio, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (Efsa) concluyó que, aunque existían pruebas «limitadas» de que los aditivos causaban problemas en algunos niños, no eran suficientes para justificar su prohibición o la modificación del marco regulador.

Por eso la FSA, cuyo consejo de dirección se reunirá la semana próxima, optará por el diálogo con los fabricantes en lugar de un enfoque más punitivo. El negocio mundial de aditivos está valorado en más de 25.000 millones de dólares anuales.

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