Algunos estudios han descubierto que cuando se está estresado, también se tiene más posibilidades de sufrir catarros y se es más susceptible a las infecciones y a la inflamación, ¿Sabías que la exposición al estrés puede causar estragos en el sistema inmunitario, debilitando sus funciones?
Esta premisa es la clave para valorar la importancia de nuestra salud mental para enfrentar el coronavirus. Y es que tanto las certezas como las dudas centrales sobre esta pandemia enfocan al mismo punto: nuestro sistema inmunitario.
Por un lado, cada vez está más claro cómo causa la muerte. No lo hace directamente, sino que convierte en letales a las defensas de algunos pacientes. Por otro, se abre la incertidumbre sobre en qué medida quienes superan la enfermedad quedan protegidos para el futuro.
La Covid-19, amenaza no solo a nuestra salud física, también puede causar estragos en nuestro bienestar emocional y mental.
Esta gran interrupción en nuestras vidas, deriva en muchas otras consecuencias. Algunos han experimentado episodios de compras compulsivas, insomnio, taquicardias…
Durante este tiempo, ¿Cuántos no hemos experimentado sentimientos de ansiedad, estrés, angustia e impotencia? Nos encontramos en una balanza de un futuro cada vez es más incierto, nuestra vida ha cambiado en un abrir y cerrar de ojos.
Cuando no se puede controlar la preocupación
La ansiedad, es una respuesta a circunstancias estresantes. Es una sensación de peligro, problema o amenaza que está por suceder.
Los sentimientos de ansiedad pueden ser leves, intermedios o intensos, dependiendo de la persona y de la situación que enfrente.
El problema radica cuando una persona experimenta síntomas físicos y psicológicos significativos y recurrentes, se puede llegar a considerar como una patología.
El coronavirus ha sumido al mundo en la incertidumbre y las constantes noticias sobre la pandemia pueden parecer realmente implacables y desalentadoras.
La ansiedad se manifiesta a nivel emocional y físico.
Síntomas mentales: preocupación constante, cansancio, irritabilidad, agitación, problemas para concentrarse y conciliar el sueño.
Síntomas físicos: taquicardia, dificultad para respirar, sudoración excesiva, tensión muscular, temblores, mareos, desmayos, indigestión, diarrea y dolor de cabeza.
Los diferentes trastornos de ansiedad pueden presentarse de forma conjunta con otras enfermedades. Por ejemplo, es muy frecuente que coincida con cuadros depresivos (en el 50% de los casos según algunos estudios), con abuso de alcohol, trastorno obsesivo compulsivo. También se asocia frecuentemente al trastorno bipolar y a los trastornos psicóticos.
Asimismo, su aparición se relaciona con enfermedades no psiquiátricas que causan un gran impacto en la vida cotidiana de las personas, como la enfermedad cardiovascular, los cuadros gastrointestinales, las enfermedades respiratorias, las migrañas y la lumbalgia, entre otras.
Los 10 peores efectos negativos de la ansiedad en nuestra salud
1- Problemas de garganta. Que la voz se vuelva ronca es una reacción inmediata a situaciones de estrés. Cuando tienes ansiedad, los fluidos se desvían hacia zonas fundamentales del cuerpo, lo que provoca espasmos en los músculos de la garganta. Esto produce tensión y rigidez, que resecan la garganta y dificultan el hecho de tragar.
2- Reacciones cutáneas. Cuando experimentamos ansiedad, el sistema nervioso simpático envía más sangre a los músculos. Esto podría acelerar el envejecimiento de la piel. Entre otras reacciones, también se incluyen la transpiración y hasta un aumento de la histamina, que puede dar lugar a inflamaciones.
3- Reacciones del hígado. El sistema suprarrenal produce una cantidad excesiva de la hormona del estrés llamada cortisol. Al generarse dicha hormona, el hígado produce más glucosa, el azúcar energético de la sangre que se ocupa de las reacciones naturales de nuestro cuerpo.
Para la mayoría de personas, esta cantidad extra de azúcar en la sangre puede reabsorberse sin mayor problema. En cambio, para los que tienen riesgo de sufrir diabetes, este azúcar adicional podría provocar problemas de salud.
4- La actividad del bazo. El bazo forma parte del sistema linfático, que combate las infecciones y mantiene el equilibrio de los líquidos del cuerpo. Contiene los glóbulos blancos que luchan contra los gérmenes. El bazo también ayuda a controlar la cantidad de sangre del organismo y destruye las células envejecidas y dañadas.
La ansiedad no solo afecta a órganos tan obvios como el cerebro o el corazón, sino también al bazo e incluso a las células sanguíneas. Con el fin de distribuir más oxígeno en el cuerpo ante una situación de estrés, el bazo libera glóbulos rojos y blancos adicionales. El flujo sanguíneo también se incrementa entre un 300 y un 400% durante este proceso para preparar al resto del cuerpo frente a las necesidades añadidas.
5- Tensión muscular. Cuando empiezas a sentir la ansiedad, el cuerpo se tensa de forma natural, creando presión en los grupos musculares más amplios. El estrés y la ansiedad crónicos suelen exacerbar esta tensión, que puede dar lugar a dolores de cabeza, rigidez en los hombros, dolor de cuello e incluso migrañas.
6- Corazón. Las personas que padecen ansiedad y estrés crónicos tienen más riesgo de sufrir problemas cardiovasculares debido al aumento constante del ritmo cardíaco, a la elevada presión sanguínea y a la sobreproducción de cortisol. El estrés a largo plazo también está relacionado con la hipertensión, la arritmia, los derrames y los ataques al corazón.
7- Los pulmones. Existen investigaciones que demuestran el vínculo entre la ansiedad y el asma. Las personas que padecen asma también tienen más probabilidades de experimentar ataques de pánico.
8- El cerebro. Afecta a determinadas áreas del cerebro que influyen en la memoria a largo y corto plazo y en la elaboración de sustancias químicas, lo que puede dar lugar a un desequilibrio. De igual manera, el estrés crónico puede activar de forma constante el sistema nervioso, que a su vez puede afectar a otros sistemas del cuerpo, generando reacciones físicas, como la fatiga y el desgaste entre otras.
9- Sistema inmunitario. La exposición al estrés puede causar grandes problemas en el sistema inmunitario y puede debilitar sus funciones. Investigaciones han concluido que cuando se está estresado o con ansiedad, aumentan las probabilidades de contraer una gran cantidad de enfermedades e infecciones.
10- Estómago. El estrés y la ansiedad también puede tener efectos a largo plazo en los intestinos y en la absorción de nutrientes, lo que puede provocar ardores, hinchazón, diarrea y a veces incluso la pérdida del control de los esfínteres. A largo plazo también pueden alterar el metabolismo, lo cual puede derivar en sobrepeso e incluso obesidad. La liberación constante de cortisol en el flujo sanguíneo puede reducir la sensibilidad a la insulina.
Cómo enfrentar la ansiedad en tiempos de coronavirus
Lo primero, es no considerar la medida de confinamiento como una pérdida de tiempo. Por el contrario, es lo más responsable que podemos hacer por nuestra salud y la de nuestro entorno.
Lo siguiente es intentar no obsesionarse con el tema. Mantenernos informados está bien, pero la sobreinformación no. Sobre todo si esa sobreinformación procede además, de cuentas no verificadas de Twitter, informaciones falsas de Whatsapp y mensajes confusos de Facebook o Instagram.
Dedica tu tiempo a otras actividades más constructivas y agradables y que no estén relacionadas con este tema para no agravar tus sentimientos negativos.
Utiliza la tecnología a tu favor. Habla a diario con tus amigos, tu familia y conocidos.
Si tienes tiempo, pon a trabajar tu creatividad. Prueba hacer recetas de cocina, leer un libro, arreglar algo dañado de tu casa, escuchar música, en los medios de comunicación y redes sociales, ya nos han dicho bastante todos los ejercicios que podemos hacer. La idea es hacer algo que te distraiga y te haga sentir bien.
De igual manera, es importante crear una rutina. Mantén un horario, especialmente si hay niños en casa. Tienes que establecer una nueva rutina porque dotar al día de estructura nos ayuda a gestionar el estrés.
La rutina y la planificación son imprescindibles en estos momentos. Trata de trazar diariamente metas cortas. Cumplirlas, te harán sentir útil y activo.