La "compulsión compradora"

Rebajas: «Sentía un subidón de adrenalina, un deseo irresistible de comprar»

Un 3% de los casos se convierte en un trastorno obsesivo

Fiebre compradora y rebajas
Una compradora. PD

Los expertos recomiendan buscar ayuda profesional cuando alguien empieza a mentir sobre lo que ha comprado. El punto de inflexión es cuando el sujeto siente vergüenza

La «compulsión compradora» puede afectar a personas de cualquier género; no es exclusiva de las mujeres.

Llega a convertirse en trastorno psicológico: una persona siente la necesidad irresistible de comprar cosas, a menudo cosas que no necesita, y a menudo lleva a problemas financieros y emocionales.

De froma clínica sólo afecta al 3% de la población, pero se manifiesta de forma muy extendida y visible cuando llegan las «rebajas» y los minoristas reducen temporalmente los precios de sus productos para atraer a los compradores y liquidar inventarios.

Las rebajas han existido en diversas formas durante mucho tiempo.

Su origen se remonta a la antigua Roma, donde se celebraban festivales de descuentos conocidos como «dies decretorii«.

El concepto moderno de «rebajas» tal como lo conocemos hoy en día, con fechas específicas y promociones planificadas, se desarrolló en los Estados Unidos en el siglo XIX.

Una de las primeras tiendas en ofrecer descuentos fue Wanamaker’s en Filadelfia, que organizó una venta de invierno en 1878.

LA COMPRADORA ARRUINADA

«No me hacía falta, pero compraba igual. Era como esos días que quieres ir de compras, pero a lo bestia. Me gastaba dinero que no tenía».

Así resume Nuria un calvario en el que lleva ya más de un año.

Tiene 36 años y es compradora compulsiva.

Está en tratamiento desde hace meses.

Buscó ayuda porque su sueldo de profesora en un colegio de primaria no le duraba ni la primera semana de mes.

En cuanto caía en sus manos, se lo fundía.

«Sentía un subidón de adrenalina, un deseo irresistible que me calmaba un par de horas. Pero luego volvía a acechar».

SIN TENTACIONES

Cuenta que el desencadenante fue una ruptura sentimental.

Al principio, intentaba curar su depresión con algún caprichito que la animara, pero pronto se convirtió en un problema adicional.

El sentimiento de culpa después de cada atracón consumista era angustiante.

«Mis caprichos fueron aumentando rápidamente. Me gasté unos 1.700 euros en dos o tres días. No me acuerdo ni que compré. Casi siempre ropa que ni siquiera me probaba. A veces la regalaba porque me daba vergüenza haberla comprado, quería perderla de vista»

«Cuando mi familia se enteró, me llevaron al psiquiatra. Ahora estoy mejor, el médico me explicó que yo intentaba cubrir otras carencias afectivas con las compras, y como nada me satisfacía, siempre quería más»

Pero la salida no está siendo fácil.

Aún tiene que costearse un médico y seguir pagando sus deudas.

«Tuve que darle mi Visa a mi hermana y ella me pagó las deudas. Me dijo que una y no más. Pero cuando me la devolvió, recaí. Ya no como antes. Yo sabía que tenía un problema».

MÁS GRAVE DE LO QUE PARECE

El tratamiento psiquiátrico está ayudando a Nuria a controlar su deseo de comprar y a tratar su depresión.

Desde hace unos años han surgido gabinetes especializados que siguen terapias similares a las del tratamiento de la drogadicción o la ludopatía.

Contrario a la creencia generalizada, no es un problema exclusivo de mujeres.

Los hombres también lo padecen, pero son los caprichos tecnológicos los que les reportan satisfacción.

El perfil de un comprador compulsivo es el de una persona insatisfecha consigo misma, con un vacío que llena con la dopamina, una sustancia que está en el cerebro, encargada de generar la adrenalina.

Esto explica el subidón que relata Nuria.

Los expertos recomiendan buscar ayuda profesional cuando alguien empieza a mentir sobre lo que ha comprado. El punto de inflexión es cuando el sujeto siente vergüenza.

EUROPA ATRAPADA

En Europa comienza a ser un problema social de peso.

Un estudio sobre el comportamiento de consumidores europeos elaborado por la Confederación Europea de Consumidores y Usuarios (CECU) indica que una tercera parte de la población sufre adicción consumista en distintos niveles.

Según los datos del informe titulado ‘El Consumo Compulsivo y los problemas personales‘, el porcentaje de compradores compulsivos es ligeramente superior en las mujeres: 34%, que en los hombres, 32%.

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