Nunca hay que tirar la toalla, decir no puedo mas y aquí me quedo, si uno está alerta encontrara la vía para poner fin a esta lacra
Resulta inusitado y nada frecuente en mí no tener hambre.
Estoy en la primera fase después de la cirugía, en la dieta blanda, y con raciones mínimas de varias cucharadas de purés o caldos y suplementos nutricionales de proteínas y vitaminas de farmacia.
Repito. Lo sorprendente es la falta de sensaciones de hambre. Lo que me hace preguntarme es donde residen los conceptos de hambre y ansiedad, ¿en el estómago o en la cabeza?
Tal vez en las dos partes del cuerpo. Saciado el estómago envía la orden al cerebro de saciedad.
Los obesos tenemos el problema de que el peso no tiene limite; es decir, pesas ochenta, noventa o cien kilos y puedes pensar:
«Bueno pues yo soy así, me quiero como estoy, ya he encontrado la forma de vestirme, de ir por la vida con esa talla»
Pero esa premisa es falsa porque no hay continuidad ni permanencia en un peso determinado, eso se queda para los delgados.
Los gordos tenemos una estabilidad precaria, nos dura muy poco y más pronto que tarde empezamos a incrementar unos kilos y en breve cambias de decena.
Y creedme cuando os digo que no tiene fin.
Es por ello por lo que hay que adoptar una decisión drástica, la que sea, en el momento que cada uno considere el adecuado. No existe una regla única para todos.
En mi caso ha sido cumplir 50 años. El empuje de una amiga, un primo que me conecta con la Dra. Monereo y la confianza inmediata que me genera, en el sentido de que yo iba a hacer rigurosamente lo que ella me indicara.
Con todo lo anterior, lo único que quiero transmitir es que nunca hay que tirar la toalla, decir no puedo mas y aquí me quedo, si uno está alerta encontrara la vía para poner fin a esta lacra, y el camino será diferente para cada uno pero será eficaz, así que compañeros animo, nunca es tarde, nunca es inútil y nunca es vano.
Me siento tan bien que viene a mi memoria una vieja canción de los sesenta que cantaba Janis Ian, At Seventeen (en el video superior se puede ver la versión en directo de 1976):
I learned the truth at seventeen
That love was meant for beauty queens
And high school girls with clear skinned smiles
Who married young and then retired.
The valentines I never knew
The Friday night charades of youth
Were spent on one more beautiful
At seventeen I learned the truth.
And those of us with ravaged faces
Lacking in the social graces
Desperately remained at home
Inventing lovers on the phone
Who called to say come dance with me
and murmured vague obscenities
It isn’t all it seems
At seventeen.
A brown eyed girl in hand me downs
Whose name I never could pronounce
said, Pity please the ones who serve
They only get what they deserve.
The rich relationed hometown queen
Married into what she needs
A guarantee of company
And haven for the elderly.
Remember those who win the game
Lose the love they sought to gain
Indebentures of quality
And dubious integrity.
Their small town eyes will gape at you
in dull surprise when payment due
Exceeds accounts received
At seventeen.
To those of us who know the pain
Of valentines that never came,
And those whose names were never called
When choosing sides for basketball.
It was long ago and far away
The world was younger than today
And dreams were all they gave for free
To ugly duckling girls like me.
We all play the game and when we dare
To cheat ourselves at solitaire
Inventing lovers on the phone
Repenting other lives unknown
That call and say, come dance with me
and murmur vague obscenities
At ugly girls like me
At seventeen
Esta canción está dedicada a mis congéneres obesas las mujeres, pero por qué no, también hoy para los hombres.
Decía el gran poeta granadino Luis Rosales que la memoria es la palabra del alma. Y perdurar en la memoria de quienes nos aman es la mejor forma de paraíso que se nos puede conceder en la vida y para ello será igual estar gordo que delgado, aunque sea sólo una licencia poética.
Buenos días y buena suerte.