Ni cura el catarro ni es mejor que el azúcar

Estos son los peores bulos sobre la miel que has creído toda la vida

Aunque la miel pueda ayudar a reducir nuestra susceptibilidad a las alergias ambientales, puede calmar la irritación que se siente con la tos, entre otras cualidades

Desde hace miles de años, la miel lleva empleándose en la dieta de diversas culturas.

De hecho, la Biblia hace referencia a las propiedades de la miel en numerosos capítulos del Antiguo Testamento, a través de personajes con base histórica como el rey Salomón.

El cadáver de Alejandro Magno se embalsamó en miel para garantizar su conservación, según aseguraba el historiador E. A. Wallis Budge en el siglo XIX.

La miel es mejor que el azúcar

Su composición se basa en agua y azúcares, en un 80% glucosa y fructosa. Además aporta una energía rápida, sin incluir las ventajas de su contenido en vitamina B y otros nutrientes.

Es así como muchos pediatras recomiendan suministrárselo a los bebés, ya que es un producto fácil de digerir pese a la juventud de sus sistemas digestivos.

Sin embargo, la cultura popular asocian a este producto con unas propiedades que están muy lejos de realidad.

«La fama de saludable de la miel se la damos por su obtención natural, pero la realidad es que está compuesta por los mismos azúcares que el resto de azúcares que podemos consumir», explica Gemma del Caño, farmacéutica y divulgadora especializada en seguridad alimentaria.

También añade que «Cuando estos llegan al organismo no preguntan: ‘¿Usted es refinado?’. Así que desde ese punto de vista no hay diferencia».

Entre las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), figura que los azúcares libres no deben suponer más del 10% de la ingesta calórica total de un adulto debido a su estrecha relación con el sobrepeso, la obesidad y la caries.

Así, según el organismo internacional, en una dieta de 2.000 calorías diarias no se deberían tomar más de 50 gramos de azúcar (25 gramos -un 5%- en el caso de que se deseen obtener beneficios para la salud). Pues bien, tal y como ilustran desde Sinazucar.org, una simple cucharada de miel (30 gramos) contiene unos 24 gramos de azúcar.

La miel cura los catarros

Pese a que existen algunos indicios de que la miel ayude a aliviar los catarros, no existe ninguna prueba concluyente que lo certifique.

En reseñas publicadas en Food Quality and Safety y en Clinical Otolaryngology, explican cómo la miel ayuda a regular la flora intestinal o a regular problemas respiratorios, como la tos.

No obstante, la cantidad de néctar que debería consumirse para alcanzar estos beneficios no compensa en cuestiones de salud nutricional.

Los azúcares que contiene la miel son demasiados: además de la glucosa y la fructosa, a este porcentaje hay que añadir la presencia de la sacarosa y la maltosa. Existen, por tanto, maneras más sanas de resolver estos problemas sanitarios menores.

La miel ayuda a reducir el colesterol

Esta afirmación también es falsa. El producto en sí no contiene colesterol, pero no quiere decir que contribuya a su reducción cuando su nivel en sangre es alto.

No obstante, para ayudar a reducir el colesterol es necesario llevar una dieta saludable, y la miel es un alimento óptimo para conseguirlo.

La miel ayuda a conciliar el sueño

Es totalmente falto, por el contrario. Debido al alto aporte energético de este producto, es mejor incluirlo en los desayunos para estar activos durante todo el día y llenos de energía.

La miel no tiene muchas calorías

En su composición aparecen azúcares como la glucosa y la fructosa, que tienen un alto aporte calórico.

La miel tiene alrededor de 300 kcal por cada 100 gramos. Sin embargo, siempre que no se exceda en su consumo, sigue siendo una alternativa muy saludable.

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Autor

Yéssica Salazar

Licenciada en Comunicación Social, mención Periodismo. Con Máster en Gerencia y Tecnologías de la Información. Con infinito amor por el periodismo y los medios audiovisuales que me han permitido conocer nuevos senderos, diferentes y desconocidos.

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