Masas de todo el mundo avanzado, y naturalmente de España, se dejan llevar por crecientes olas de histerismo colectivo buenista y censor del derecho de contradicción que se retroalimenta hasta exagerar unos motivos que luego suelen desacreditarse.
Claro que enseguida los activismos empiezan una nueva guerra, también desgraciada, en la que casi todos pierden.
Estos días revive el caso de Juana Rivas, la madre de dos niños a los que detuvo ilegalmente durante varios meses según los tribunales para no entregárselos a su padre el tiempo que le correspondía.
Una vez procesada por lo que en términos no jurídicos fue un secuestro…
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