Si el desastre de la catedral de Notre Dame de París se hubiera producido en algún monumento español la respuesta de la intelectualidad, los políticos y los medios informativos, especialmente progresistas, habría sido de ensañamiento en la desgracia, que se achacaría al chapucero carácter nacional.
Sabían que ocurriría, denunciarían: este es un país de ineptos y corruptos, porque alguna comisión se habría llevado alguien para eliminar sistemas de seguridad contra incendios en la restauración de tan magna obra arquitectónica; además no se le recordaría como obra religiosa, sino de un pueblo de artistas sin creencias.
Uno de los mayores males de los españoles es su falta de autoestima colectiva, con la que achacan cualquier calamidad o ruina a los demás, nunca a ellos mismos, mientras culpan a circunstancias incontrolables los desastres de los otros, como este de París.
Notre Dame es una joya cristiana y europea desde hace ocho siglos. Concentra…
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