Uribe rueda «la acritud y la dulzura» de la posguerra en «Miel de naranjas»

Uribe rueda "la acritud y la dulzura" de la posguerra en "Miel de naranjas"
. EFE/Archivo

¿Puede haber luz en medio de la opresión? «Miel de naranjas» es la combinación entre «acritud y dulzura» que cocina Imanol Uribe en el rodaje de su nueva película, un retrato dramático pero luminoso de la posguerra española poblado por Blanca Suárez, Iban Gárate y Karra Elejalde.

«La historia ya es lo suficientemente dura como para que a la hora de recrearla no aprovechar la oportunidad de que sea en Andalucía, en Cádiz, un lugar de una luz extraordinaria», explica Uribe, que no se ponía tras las cámaras desde que adaptó a Pérez Reverte en «La carta esférica».

El ganador del Goya por «Días contados» quiere arrojar luz sobre la tragedia. «¿Por qué oscura? ¿Por qué no luminosa? Los años cincuenta aquí serían luminosos y aquí la gente es más luminosa» explica en medio de un espectacular set de rodaje que ha hecho retroceder sesenta años la plaza del mercado de Jerez de la Frontera.

La luz, eso sí, también se traduce en calor y, si la magia del cine nace en la pantalla, de momento todos sudan a treinta grados impropios de octubre. «Estamos pasando mucho calor, pero mientras sea el único problema, vamos viento en popa», dice Uribe, rodeado de extras vestidos de época y de frutas y verduras que cuestan apenas unos céntimos de las antiguas pesetas.

«Miel de naranjas» está basada un guión de Remios Crespo que Uribe leyó como miembro del jurado del premio Julio Alejandro de SGAE en 2009 y que ficcionaba la historia de su propio padre, quien durante el servicio militar ejercía de secretario de juez y redactaba cartas de amor a su novia mientras fingía escribir las sentencias.

Hoy ruedan un atropello, aunque conviene no desvelar de quién ni por qué para no estropear la trama. Karra Elejalde, que encarna al juez Don Eladio y viste traje oficial de lana y quevedos tintados, refunfuña desde dentro de un coche Packard mientras lee un ejemplar del ABC.

Eduard Fernández, que interpreta al ayudante de Don Eladio, se abanica entre toma y toma. Y el coche lo conduce la gran apuesta de Uribe, Iban Gárate, quien protagoniza «el viaje iniciático de un chaval que se hace mayor y descubre la parte oscura de la vida», resume el realizador vasco.

«Es un joven al que le toca hacer la mili, que ha tenido una infancia bastante dura. Ha perdido a su padre y sus hermanos y tiene que cuidar a su madre. Cuida de los suyos, pero pasan ciertas cosas en el juzgado que no le gustan y le llevan a tomar parte de lo que está aconteciendo en España en los años cincuenta», explica Gárate.

En ese viaje hay, como en el título, motivos para lo dulce y motivos para lo amargo. «Mi personaje carga con lo amargo», explica Blanca Suárez, todavía en las pantallas con «La piel que habito» y encantada de encarnar a Carmen, la amada del protagonista.

«Su familia es del bando de derechas, del bando falangista. Y ella guarda el secreto que se descubre a mitad de la película. Es un secreto enorme», asevera esta joven actriz que, popular gracias a la televisión y a «El internado», tiene a los niños de Jerez de la Frontera revolucionados.

Su personaje, junto con el de Iban, se enfrentan al dilema entre lo colectivo y lo individual. «¿Hago lo que pienso o lo que es correcto? ¿sacrifico mis ideales por amor? Es el doble juego que tiene esta relación a lo largo de la película», argumenta la actriz.

A pesar de enmarcarse en un periodo tan recurrente en el cine español como la posguerra española, «este filme retrata una época más desconocida. Hasta ahora se habían centrado más en la propia guerra, o la posguerra más directa. En estos años la situaciónn se estabiliza un poco más pero las consecuencias se siguen sufriendo», asegura Suárez.

Además, «Miel de naranjas» aborda, aunque de refilón, algo no tan conocido en España como es la existencia de campos de concentración. «Cerca de Sevilla existió un campo de concentración entre 1940 y 1962 que se llamaba Los Marinales», explica la guionista.

«Son cosas que se han olvidado», añade Uribe, «pero cuando estuvimos localizando por Extremadura, nos dimos cuenta de que en los años cuarenta había como once o doce campos de concentración en esa zona», asegura quien también ha enrolado en este proyecto a Ángela Molina, Bárbara Lennie o Antonio Dechent.

Por Mateo Sancho Cardiel.

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