Lo de Fuente Obejuna en plan estrambótico y truculento

Lo de Fuente Obejuna en plan estrambótico y truculento

No recordamos un montaje tan demenciado en dos décadas de ir al teatro dos y tres veces por semana. Raquel Camacho, su equipo y el reparto parecen haber ingerido altas dosis de ayahuasca u otra potente sustancia psicodélica que les arrastra a ofrecer un espectáculo alocado que hasta enemista con Lope de Vega.

‘Es piel, carne, huesos para acercarnos a la esencia humana a través de lo ancestral, la vibración del verso y de los cuerpos, explica la directora, que se hace llamar Raquel con k y nació en Albacete hace 46 años, que lleva tiempo metida en esto y que hace unos años ya declaraba: ‘A mí los argumentos me dan igual’. Con el vestuario más demencial que puedan imaginar a cargo de Rosa M. García Andújar y una escenografía fea de Mónica Borromello monta un ‘gore’ sanguinolento (no en vano cuenta con la asesoría de una ‘especialista en heridas y sangre’, algo nunca visto en esta atrasada villa y corte) con una insistente banda sonora de Pablo Peña y Darío del Moral que suena exótica -entre Quilapayum y los Ladysmith Black Manbazo- secundada por una coreografía de Sara Cano que si entonces se bailaba entre Ciudad Real y Córdoba es todo un hallazgo más parecido a un ritual watusi que a una seguidilla manchega.

El texto de Lope de Vega, bien dicho gracias a la asesoría de verso de Chelo García, se alterna con las danzas y cantos ya mencionados y se enmarca en un despliegue vertiginoso de carreras y piruetas, de alaridos y movimientos desmesurados con el que se acentúa una trama en la que ya Lope había cargado las tintas hasta la negrura más grande y la maldad mas gorda; inspirado en una leyenda rural que el canónigo de la catedral de Cuenca y capellán de Felipe II, Sebastián de Covarruvias, dejó descrita basándose en la Historia General de España del Padre Mariana: «Los de Fuente Ovejuna, una noche del mes de abril de mil y cuatrocientos y setenta y seis, se apellidaron para dar la muerte a Fernán Gómez de Guzmán, comendador mayor de Calatrava, por los muchos agravios que pretendían haberles hecho. Y entrando en su misma casa le mataron a pedradas, y aunque sobre el caso fueron emviados juezes pesquisidores que atormentaron a muchos dellos, así hombres como mujeres, no les pudieron sacar otra palabra más ésta: «Fuente Ovejuna lo hizo»».

Sobre esta base, Lope dramatizó todo lo que quiso para defender el derecho del pueblo a un trato justo de sus gobernantes y a rebelarse contra ellos si es oprimido, lo cual dotó a la obra de un significado político absolutamente distinto al que planteaba el cronista: habían transcurrido más de 130 años desde los hechos narrados hasta el momento en que se escribe la obra, las órdenes militares como la de Calatrava ya no eran necesarias, su papel era sólo honorífico, ceremonial y de lucimiento cortesano. Y sobre todo se explaya en abusos sexuales y violaciones horribles que no ocurrieron, y recrea el conflicto hasta montar un panfleto de lucha de clases que sería resucitado del olvido en la incipiente URSS tres siglos después. No podemos obviamente contarles ahora lo que verdaderamente ocurrió en Fuenteovejuna pero les remitimos a esta explicación que resulta muy verosímil, o esta otra, académica y rigurosa, hospedada en la universidad de Salamanca.

Así que gracias a los bolcheviques en Kiev y Petrogrado, el Fuenteovejuna de Lope resucitó hacia 1920 para encontrar su apogeo en la segunda república española y curiosamente mantener su fama y presencia durante el franquismo -ahora apelando a la continuidad con los reyes católicos- con continuadas y exitosas representaciones, hasta convertirse en prototipo iconográfico-teatral de la necesaria unidad popular para combatir a los tiranos. Todo el trasfondo histórico pasará a segundo plano: la lucha de los partidarios de Juana la Beltraneja con los de Isabel la Católica a la muerte del rey Enrique IV de Castilla, de quien era posible y solo posible hermanastra Isabel, que se coronó reina de Castilla con el pretexto de la «impotencia» de su hermanastro cuya supuesta hija debería ser la heredera legítima, doña Juana, casada con Alfonso V de Portugal (circunstancia que complicaba su causa y confería al conflicto carácter internacional), guerra civil que terminó con el triunfo de Isabel sobre las tropas portuguesas en la Batalla de Toro, en 1476. Y también quedará relegado el choque entre la vieja ideología feudal y las ideas modernas de los Reyes Católicos de construir una monarquía fuerte, por lo que tenían que reducir los poderes feudales para crear un estado unitario.

Es una obra estructuralmente compleja, en cuyo argumento se mezclan hechos histórico-político-legendarios con un drama de honra y honor, ha ido siendo simplificada hasta llegar a esta lectura sin matices, especialmente caricaturesca en los personajes del joven maestre y el viejo comendador, tal como la ve María Folguera, su adaptadora: ‘La revolución rusa descubrió su fuerza, el poder se comporta de forma brutal y recibe respuesta. Esta sensación de cambio resuena hoy, cuando debatimos sobre tecnofeudalismo y vasallaje y el poder hace alarde de crueldad. Una actualidad rabiosa. Adaptar Fuenteovejuna implica “negociar” con las digresiones lopescas y trabajar sobre la violencia de sus páginas’. Como se ha hecho habitual, no especifica los cambios de léxico y las ‘actualizaciones’ realizadas, pero parecen livianas y lo peor, el final reescrito en clave pseudo revolucionaria, con himno allendista puños en alto, y la bandera palestina al final parecen cosa de la directora. Si una parte del público venía predispuesta a celebrar otra masturbación colectiva de pijerío izquierdoso, otra parte se mostró nada convencida y abandonó con prisas el teatro este viernes, la función siguiente a la del estreno.

Y debemos volver al reparto, para celebrar -cómo no- su abundancia, casi veinte actores y actrices, su entrega a unos papeles difíciles por forzados y esperpénticos, que les obligan a un esfuerzo vocal y corporal enorme. Cristina Marín-Miró como la violada y maltratada doncella Laurencia y Pascual Laborda como su pretendiente Frondoso, por fin casado con ella cuando es secuestrada, realizan un portentoso despliegue de facultades al servicio de papeles desmadrados, y en ese esfuerzo les secundan los ‘malos’ encabezados por Chani Martín en un comendador tan violento y sanguinario que resulta finalmente irrisorio. Mejor suerte cabe al alcalde Esteban, que Jorge Kent interpreta al margen del aquelarre generalizado, mientras Alberto Velasco hace a un Mengo caracterizado de tonto del pueblo y Mariano Estudillo un gran maestre caracterizado de niñato en pantalón corto. Buen trabajo general del elenco secundario en el que Eduardo Mayo y Mikel Arostegui Tolivar hacen unos Flores y Ortuño tan horribles como su jefe, y Pedro Almagro un rey Fernando de pacotilla.

Este Fuenteovejuna, estrenado en el festival de Almagro con división de opiniones, ha conseguido que nos fijemos en las costuras tremendistas del original, castigándonos con dos horas de incomodidad constante, una experiencia desagradable que termina irritando. La CNTC ya ofreció en 2017 un Fuenteovejuna juvenil y desenfadado (ver nuestra reseña), unos meses antes pudo verse otra versión en el Teatro Español protagonizada por las gitanas de El Vacíe (ver nuestra reseña) y en 2009 otra en los Teatros del Canal por la Compañía Rakatá con excelente dirección de Lawrence Boswell (ver nuestra reseña). Y podríamos seguir mencionando otras, como las de Juan Mayorga o Jelén García que confirman esta pieza de Lope de Vega como la segunda más representada del teatro español de todas las épocas, tras el Don Juan Tenorio. Pronto la sobrepasará.

Posdata.- Le por ahí que Ra*k*el ha declarado: ‘En una decisión conjunta con Folguera la obra presenta cuatro mujeres adicionales a las del texto original,. «Es una pieza que reivindica mucho el poder femenino, de una manera excelente, las mujeres lideran y todos tienen que seguirlas, porque ellas inician la venganza»: qué vergonzosa manipulación. estas mujeres ‘empoderadas’ lo están haciendo muchom peor que los hombres en el mundillo cultural y son un fracaso completo.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 4
Versión, 6
Dirección, 6
Escenografía y vestuario, 6
Interpretación, 7
Música, 7
Coreografía, 5
Producción, 5
Documentación para los medios, 5
Programa de mano, 6

Teatro de la Comedia
Fuenteovejuna, de Lope de Vega
25 SEP – 23 NOV 2025
Versión María Folguera
Dirección Rakel Camacho

REPARTO
Pedro Almagro – Rey / Juez / Pueblo
Mikel Arostegui Tolivar – Ortuño
Lorena Benito – Inés
Carmen Escudero – Olalla
Mariano Estudillo – Maestre / Pueblo
Cristina García – Pascuala
Jorge Kent – Esteban
Pascual Laborda – Frondoso
Vicente León – Juan Rojo
Lucía López – Sebastiana
Cristina Marín-Miró – Laurencia
Chani Martín – Comendador
Eduardo Mayo – Flores
Nerea Moreno – Reina / Jueza / Pueblo
Laura Ordás – Gila
Jaime Soler Huete – Barrildo
Fernando Trujillo – Cuadrado / Cimbranos
Adriana Ubani – Jacinta
Alberto Velasco – Mengo

Escenografía Monica Borromello
Dirección musical Raquel Molano
Lucha escénica Kike Inchausti
Ayudante de escenografía Mauro Coll
Especialista en heridas y sangre Lolita
Iluminación Pilar Valdelvira
Composición musical Pablo Peña y Darío del Moral
Asesor de verso Chelo García
Vestuario Rosa M. García Andújar
Coreografía Sara Cano
Producción Compañía Nacional de Teatro Clásico

Duración 1 h y 50 min aprox
Encuentro con el público: 8 de octubre.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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