Nuestros dirigentes tampoco han sabido mantenernos en la sociedad valenciana. Hemos sido un club endogámico, sobre todo en la era de Pedro Villarroel
José Vicente Peiró Barco, nacido en 1961, profesor de Literatura Hispanoamericana de la UNED y crítico literario. Especialista en literatura del Río de la Plata, sobre todo de Paraguay. Forma parte de varios institutos de literatura internacionales y es miembro asesor de la Revista Iberoamericana, editara en la Universidad de Pittsburg, posiblemente la más importante en su ámbito.
Ha publicado obras como Las músicas de Cortázar, La narrativa paraguaya actual, Artículos literarios, antologías como la dedicada al poeta Elvio Romero, Contra la vida quieta, y Narradoras paraguayas, ediciones críticas como Mancuello y la perdiz de Carlos Villagra Marsal y Dos farsas marciales de José Ricardo Morales, para la colección Letras Hispánicas de Editorial Cátedra, y la edición facsímil de la revista valenciana Murta, editada en 1931.
Ha sido presidente y secretario de los premios de la crítica literaria valenciana entre 2002 y 2008, ambos inclusive, secretario y vicepresidente de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios, y ha participado en eventos diversos y como jurado de premios sobre la literatura valenciana. También forma parte de la Asociación Española de Críticos Literarios y ha sido jurado del Premio Nacional de la Crítica.
Dirige el portal de literatura paraguaya de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes y participa como investigador en el portal de teatro valenciano de la Academia de la Lengua Valenciana.
Vicente Torres le entrevistó en julio sobre el l Centenario del Levante U.D.
Se ha establecido la celebración del Centenario para el próximo mes de septiembre, pero no es descabellado pensar que el club surgió unos cuantos años antes, aunque fuera con otro nombre. ¿Cómo interiorizan los seguidores del Levante tanta solera?
No es descabellado y hay pruebas suficientes que atestiguan la existencia de un equipo que jugaba al fútbol en los solares próximos a la playa de Levante en 1905. Por no hablar del «Levante de El Cabañal», equipo que está registrado en la Delegación de Gobierno en 1907. Pero como Levante Fútbol Club existe desde 1909. Los orígenes del fútbol, como los de cualquier actividad, dan titubeos hasta que se organiza.
Si examinamos nuestras historias de la literatura, vemos cómo la Edad Media ofrece obras que han pasado a la tradición culta desde sus vaivenes dentro de la tradición popular, sin que sepamos el autor ni realmente el año de escritura de la primera versión, sólo la del manuscrito que manejamos. Tuvo que llegar la imprenta para que se ordenara el corpus literario universal.
En el fútbol ha ocurrido lo mismo: hasta que no hubo un organismo, la Federación Valenciana de Fútbol nacida en 1909, no hubo una estructura de clubes en nuestra ciudad. Así ocurrió.
¿Qué actos hay preparados para la conmemoración?
En general actos para la afición y para nuestra ciudad. Dividimos las actividades en socioculturales, lúdicas, deportivas e institucionales. Dentro de as primeras tendremos un himno del Centenario, una nueva orquestación del himno actual que le dé mayor fuerza y solera, una colección de libros compuesta de cinco tomos que suman más de 1.500 páginas con más de ciento ochenta colaboradores, mesas redondas, un CD de temas sobre el Centenario y la nueva orquestación del himno actual, un DVD de imágenes históricas del club y una exposición como colofón. Participamos también en el ciclo de cine y fútbol programado en el MUVIM para el mes de noviembre.
Ahora mismo hay un concurso de microrrelato abierto, y habrá otro dedicado a la mejor fotografía de la temporada. Y otras que se nos van ocurriendo al ajustarnos
Entre las actividades lúdicas hay una Feria Levantinista programada para septiembre-octubre, que será una gran fiesta abierta a toda la afición y a la sociedad valenciana, en general, en la puerta y en el interior de nuestro estadio, campeonatos de fútbol para las peñas, un campeonato de pelota valenciana, y como gran novedad, un campeonato de fútbol de botones.
La parte deportiva queda en manos del club, pero hay un partido internacional de la selección española de veteranos, además de que habrá partidos del Centenario de la primera plantilla y del equipo femenino.
La parte institucional, además de tener su primer acto a finales de septiembre, donde se presentará en sociedad el Centenario del Levante, así como su himno del Centenario, en el Teatro Principal, habrá participación en el mundo de las Fallas, con una dotación de un premio al mejor ninot o escena dedicada al Levante, participación en la ofrenda, y otras cuestiones como la final del campeonato de Fútbol-7 de fallas en el estadio. También habrá cena oficial y determinados actos con las autoridades.
Cada partido, en el estadio, estará dedicado a algún evento: es necesario rendir homenaje a los abonados más antiguos, a personalidades del mundo levantinista y crear un ambiente de hermandad en el club.
Somos pobres, el hermano pequeño, pero al menos hacemos las cosas con ilusión.
¿Qué ayudas se han recibido por parte de la Federación Valenciana y de la Federación Española?
No debería responder yo, sino el club. Para el Centenario no tenemos ayuda de ambos organismos. Esperamos que tengan la deferencia de traernos a la selección española, como han hecho en otros centenarios. Tampoco la Federación Valenciana votó a favor del reconocimiento de nuestro único título oficial: la Copa España Libre de 1937. Debemos trabajar con lo que disponemos: no podemos soñar con voluntades imposibles.
El Levante ganó un campeonato en 1937 que no se le reconoce, quizá porque a pesar de su antigüedad es un club modesto. ¿Qué motivos alegan para denegar este reconocimiento?
Señalan varios puntos: que no es una competición organizada por una Federación competente reconocida por la FIFA, el reconocimiento de la existencia de un único campeonato por temporada, el que la Federación que quedaba en zona republicana suspendiera oficialmente las competiciones sin perjuicio de que se pudiera celebrar alguna de importancia en las territoriales.
Son argumentos que caen por sí mismos: un campeonato por temporada… ¿qué me dicen de Argentina y sus torneos de apertura y clausura? ¿Son dos por temporada, verdad?
El segundo es más opaco cuando examinamos que sin tener Federación Española de Fútbol oficial, sí se reconoce el campeonato de Copa del Sevilla en ese mismo año de 1937. No hay rigor, por tanto, en los primeros argumentos utilizados, con lo cual el resto muestran una debilidad mayúscula. La Federación no ejercía sus funciones porque es obvio que estábamos en plena contienda. Pero la del otro bando sí que se aprobó sin tener Federación legalmente aprobada por el gobierno legítimo.
En mi opinión, esto son pretextos. No hay voluntad de enmienda, ni voluntad de que nuestra mentalidad española se quite de encima viejos prejuicios absurdos. Lo lógico sería reconocer los campeonatos oficiales y zanjar heridas para siempre.
Aunque quizá lo más grave sea el desprecio a una proposición parlamentaria. En cualquier país democrático, un parlamento es sagrado. Es la representación de la voluntad popular. Aquí en España, adolecemos de tradición democrática, así que no nos debe sorprender la falta de voluntad democrática de una institución que está por debajo de un parlamento. No conozco ningún país europeo con tradición democrática donde una resolución parlamentaria sea ninguneada. Aquí se desprecian.
Los seguidores del Levante, sobre todo los del Cabanyal, son de una pasta especial. Antiguamente no se les podía decir, aunque el Levante hubiera perdido por goleada, que su equipo había jugado. Sólo admitían que se les dijera que había tenido mala suerte. Y es cierto que ha tenido mala suerte a lo largo de su dilatada historia, ¿cuándo cambiará la racha?
Rompamos también un tópico. Todos los seguidores levantinistas no proceden de El Cabañal. Acuérdate de aquellas masas que cruzaban los puentes en los años sesenta hasta llegar a Vallejo. Procedían de Ciutat Vella, Carmen, La Xerea, Velluters, la zona norte de Valencia, calle Alborada y adyacentes, Primado Reig… Zonas no marítimas llenas de aficionados levantinistas. Acuérdate de la Peña de El Carmen, Vallejo, etc. Una amplia afición que procedía del Gimnástico.
No olvides que el Levante actual es una fusión del Levante y el Gimnástico en un mismo plano. De hecho, el Gimnástico aporta el estadio, los colores del equipaje, el estamento directivo y nuestra mascota, la rana. El Levante aportó los jugadores y la sangre especial cabañalera.
Y no olvides una frase que cuando yo era pequeño se decía mucho en esta ciudad: «El Levante es el equipo de Valencia, el Valencia es de los pueblos». ¿La recuerdas?
Por tanto, hay un mito de la pertenencia cabañalera del club. Sin embargo, ves al estadio y examina la procedencia del aficionado actual.
Y sobre la pregunta concreta, hay que eliminar tópicos. El Levante es un equipo pequeño, pero su única mala suerte hay que atribuirla a los dirigentes que ha tenido. Han dejado unos vicios adquiridos y una tradición en la dirección del club que hay que desterrar completamente de una vez. Demasiados vicios ancestrales, como el de culpar a los árbitros de las derrotas o de fichar sin mirar la idoneidad del fichaje, por no hablar de deudas. Pero yo no creo en la mala suerte: creo que la buena suerte hay que buscarla poniendo buenos cimientos. Y rara vez en nuestra historia se han puesto.
¿Qué personajes valencianos se han declarado seguidores del Levante?
Pocos. Parece que sea vergonzoso socialmente ser del Levante. Vemos cómo se apuntan personalidades al Valencia sin tener ni idea de fútbol. Al Levante sólo viene el famoso que adopta una pose de perdedor nato. Esta imagen hay que romperla.
Pero somos un equipo de una clase media intelectual poderosa. Entre nuestros abonados tenemos directores de orquesta como Vicente Martínez Alpuente, músicos profesionales como Pau Ballester (grupo Amores), escritores como Pedro Sempere, pintores como Ribera Berenguer, por no hablar de buenos lectores, profesores de disciplinas artísticas, etc. Por no hablar de personalidades que vienen esporádicamente, como el bibliófilo Rafael Solaz. Es un núcleo humano intelectual muy interesante. Y son gente accesible.
También hay quienes proclaman su levantinismo, como el escritor Ferran Torrent, aunque no asistan al campo. Sin embargo, me quedo con una persona: Joan Monleón. Levantinismo de pura cepa. Te puede contar miles de batallitas y anécdotas levantinistas. Un placer dialogar con él.
Lo que nos falta es una clase empresarial detrás del club, como sí tienen otros rivales de nuestra misma categoría. Pero personalidades no nos faltan.
Está preparándose un libro con el que, entre otras cosas, se conmemorará el Centenario. Se procuró en principio que fuera editado en Valencia, pero finalmente no pudo ser así. ¿Qué es lo que ha ocurrido?
Se edita aquí, Vicente. Lo editar la misma Fundación Levante U.D. «Cent Anys», con el asesoramiento editorial de Carena, que es precisamente una de nuestras editoriales valencianas más relevantes. El motivo de la edición por parte de la Fundación se debe a que las colaboraciones, incluyendo la del editor, no poseen ánimo de lucro. Nadie cobra por este trabajo.
En principio, la publicación es una colección de cinco libros, unas 1.600 páginas en total aproximadamente. Hay cinco autores principales, pero 180 colaboraciones en un tomo miscelánea titulado «Tus colores son los míos», como reza la frase del estribillo de nuestro himno. Hay tres tomos de historia que corresponden a cinco libros, uno de ellos que nos muestra la historia de la afición, uno ensayístico sobre nuestro carácter levantinista en la sociedad valenciana actual de Pedro Sempere, y la miscelánea susodicha. Un compendio de levantinismo. Son libros escritos con dedicación de un año y absoluta independencia de criterio y de método de trabajo. Nos ha interesado mucho subrayar la autoría levantinista de cada trabajo: Salvador Regües, Emilio Nadal, Francisco Villaescusa, Pedro Sempere, un servidor…
Sorprende también que tan fuerte vocación de pervivencia, que le ha llevado a cumplir cien años, no se haya visto acompañada por la capacidad de introducirse en la sociedad valenciana, ¿a qué se debe?
Hagamos balance. El Gimnástico es el primer club de la ciudad, pero mantiene su vocación amateur propiciada por su pertenencia institucional al Patronato de la Juventud Obrera. Su relación eclesiástica quizá le impidió dar un salto hacia el profesionalismo. El Levante F.C., equipo de El Cabañal, apostó por el Campeonato Regional, posiblemente más barato de jugar que la futura Liga Española. El Valencia tuvo miras más altas. Tuvieron posibilidades económicas y supieron que el futuro consistiría en pagar para tener los mejores jugadores, y los tuvieron desde casi el principio, y sus buenos duros les costaban.
Por otro lado, el Valencia, con encomiable visión de futuro, apostó por la Liga Nacional, mientras que el resto de clubes valencianos lo hicieron por el Campeonato Regional.
Esto ha provocado que, con el tiempo, el Valencia tuviera las condiciones favorables para su expansión por la ciudad.
Sin embargo, en los últimos años su expansión viene motivada por la aparición del canal de radio y televisión autonómico. Es un gran instrumento de difusión de la información valencianista. Hay niños que desconocen la existencia de un segundo club profesional en la ciudad. Cuando yo eran joven, había un respeto por la diferencia, y aficionados del Valencia con abono del Levante, y viceversa. Todo el mundo había pisado el estadio del otro equipo de la ciudad, aunque se rivalizara con él.
Ahora existe un pensamiento único deportivo en la ciudad, aunado en el Valencia Club de Fútbol, hasta el punto de suprimir de su existencia tácita al Levante, que lo tiene difícil para sobrevivir socialmente. El efecto televisivo ha sido mortífero para el Levante, que ha quedado postergado a las catacumbas.
Pero también hay que añadir que nuestros dirigentes tampoco han sabido mantenernos en la sociedad valenciana. Hemos sido un club endogámico, sobre todo en la era de Pedro Villarroel. Nos mirábamos al ombligo sin darnos cuenta de que el mundo es ancho y ajeno, por recordar el título de la novela del peruano Ciro Alegría. Es un error grave del que vamos a tardar años en salir.
Pero saldremos.