Carmen y Begoña pertenecían a las familias de los vencedores. Matilde era hija de un vencido
Un día de repente escuchas una frase, lees el capítulo de un libro o mantienes una conversación con la que se ilumina en nuestra memoria el vacío de una cuenta pendiente. Carmen, Begoña y Matilde eran niñas de un colegio de monjas en el Madrid de la postguerra. Por ese giro inesperado de la memoria, Begoña inicia un viaje a aquel lugar de su infancia. A partir de ahí, de la mano de Carmen y Matilde, aprenderá a formular las preguntas correctas para comprender las respuestas que atenazan su vida.
La novela Todavía no es mañana se mueve, cuenta Mara Malibrán en esta entrevista en Periodista Digital, entre dos épocas: Los últimos años del y aquella «España de las familias» de los años 50 presidida por el peso de la guerra y de la postguerra.
«En cualquier familia se encontraban los vencedores y los vencidos. Esto daba lugar a la mentira, a unas relaciones muy complejas y favorecía la incomodidad creciente entre padres e hijos».
Entre las tres protagonistas de Todavía no es mañana también se daba este conflicto. Matilde estaba en el colegio de monjas como «la gratuita». Una figura común en aquella época que se otorgaba a personas de pocos recursos. En el caso de esta niña, además, su padre había muerto en una cárcel franquista. Carmen y Begoña pertenecían a las familias de los vencedores y Matilde era hija de un vencido.
«Es una novela de mujeres en una época en la que ellas no tenían peso en la sociedad pero Todavía no es mañana habla de relaciones familiares y las mujeres siempre han llevado el peso en esas relaciones. Controlaban la vida doméstica y tenían un peso sentimental importante en la educación de sus hijos.»
Mara Malibrán en esta novela también rompe una lanza a favor de la memoria. Subraya que el que no conozca su infancia es muy difícil que sea capaz de explicar su propia vida.
«Somos nuestra infancia. El adulto que somos es hijo del niño que fue».
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