El Fundador de Mesajeros denuncia: "Hizo tan mal quien puso las cuchillas como quien las mantiene"
(Irene López Alonso, enviada especial a Melilla).- El Padre Ángel García, fundador y presidente de Mensajeros de la Paz, viajó ayer a Melilla para pedir de nuevo un trato «humano» para los inmigrantes magrebíes y subsaharianos que siguen intentando saltar la valla fronteriza.
Ése es el mensaje que el sacerdote trasladó a Don Miguel Marín, vicepresidente de la Ciudad Autónoma, quien recibió este pasado viernes al Padre Ángel en la Asamblea de Melilla, explicándole su visión de la situación.
«La solución que a mí me gustaría sería subir a un avión a todos los inmigrantes que hacen cola en Melilla y llevarlos a Bruselas, a la puerta del Parlamento Europeo», dijo Marín, acusando a la Unión Europea de cometer «dejación de funciones» al desentenderse, a su juicio, del problema de Ceuta y Melilla.
«Sin embargo, el Parlamento Europeo también está formado por españoles», apuntó el Padre Ángel, haciéndole ver que la cuestión migratoria es un asunto «de todos» y que no sirve de nada lanzar balones fuera.
«Pero los inmigrantes quieren llegar a Europa continental, no quieren quedarse en Melilla», replicó el vicepresidente, añadiendo, con visible resquemor hacia la Unión, que «si somos Europa, lo somos para todo». «Ellos están muy cómodos en sus despachos tomando té, pero quienes lidiamos con esa presión todos los días somos nosotros», declaró a continuación Marín, en referencia al incensante flujo de inmigración que recibe la pequeña ciudad autónoma. «Aquí no cabemos todos», concluyó.
A pesar de todo, el Padre Ángel insistió al político en su ruego de que retiren las cuchillas de la valla fronteriza, ante lo que el representante del gobierno melillense afirmó que estarían dispuestos, «siempre que se pusiera otro sistema disuasorio». «Si teniendo las cuchillas han entrado 500» (en referencia al último salto masivo a la valla de Melilla), «sin ellas entrarían 5.000», aseguró el vicepresidente.
Por último, Miguel Marín se aferró al argumento de que las cuchillas ya estaban colocadas en la valla desde 2005: «Algunas están hasta oxidadas de todo el tiempo que llevan ahí», dijo, en defensa de su partido.
Pero el Padre Ángel no acepta excusas: «Hizo tan mal quien las puso como quien las mantiene», respondió.
EL MUNDO, CASA DE TODOS
Aprovechando su visita a Melilla, el Padre Ángel se reunió de nuevo con el obispo emérito de Málaga, Ramón Buxarrais, quien se sumó al presidente de Mensajeros en su rechazo a las cuchillas: «No evitan nada, los inmigrantes siguen pasando igual… y son horrorosas», opinó quien en su día renunció al palacio episcopal para ponerse al frente de la llamada Gota de Leche.
En su conversación, el Padre Ángel lamentó «el sinsentido de las autoridades», sentimiento que Buxarrais también dijo compartir: «¿Cuándo llegará el día en que el mundo sea la casa de todos?», preguntó en voz alta el obispo retirado, mirando a través de la ventana del centro social al que dedica en la actualidad toda su energía.
Monseñor Buxarrais confiesa que ya no se siente obispo porque lleva 25 años sin ir a la Conferencia Episcopal, y no cree, modestamente, que su renuncia tuviera ningún mérito. Buxarrais es a día de hoy un hombre de acción, que sueña con que todas las personas «puedan vivir donde les plazca» y que agradece que todavía haya sacerdotes «dispuestos a meterse en líos, como el Padre Ángel». «Eso dice el Papa, que hagamos lío».
LAS MONJAS DEL BARRIO MUSULMÁN
«La Iglesia en Melilla está al servicio del mundo musulmán», dijo el obispo emérito al Padre Ángel antes de despedirse. Una afirmación que en principio puede parecer chocante, pero que se concreta en el rostro de Sor Mercedes, superiora de las Hermanas de María Inmaculada.
En Melilla se las conoce como «las monjas del barrio musulmán» porque atienden un centro en el Monte de María Cristina, en uno de los barrios más pobres de la ciudad, con un 80% de población musulmana.
Allí las religiosas dan alfabetización a mujeres adultas, apoyo escolar a niños, talleres de fomación, comidas y desayunos. Cuidan con cariño las modestas instalaciones en las que cada vez tienen que dar acogida a más personas, y dicen sentirse muy integradas en ese barrio de Melilla donde, ayer viernes, sonaba el canto del muhecín llamando a la oración.
«La gente nos quiere porque nunca hemos intentado convertir a nadie», dijo Sor Mercedes, camuflándose de nuevo, con su cofia católica en la cabeza, entre los velos musulmanes de las madres a las que ayuda su congregación.
UN HOMBRE COMPROMETIDO EN LA TIERRA PROMETIDA
Por último, el Padre Ángel mantuvo el viernes un encuentro con el director del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, don Carlos Montero, quien abrió de nuevo las instalaciones del centro para el fundador de Mensajeros de la Paz.
El Padre Ángel pudo observar con sus propios ojos que, a pesar de que los residentes del CETI cuadruplican ya el aforo para el que está preparado, los inmigrantes que han conseguido saltar la valla viven entre sus muros con dignidad y con paciencia.
En su recorrido por el centro, el Padre Ángel vio las tiendas de campaña militares y de la Cruz Roja que se han tenido que instalar en los alrededores del CETI para acoger a los recién llegados. Algunos dormían en sus literas, otros salían de la ducha con la toalla en la cintura, y hasta había quienes improvisabann una pequeña peluquería en uno de los patios del centro.
Todos saludaban con efusividad a Carlos Montero, el responsable de la ingente tarea de gestionar un centro que tan sólo en cuatro meses (desde la anterior visita del Padre Ángel a Melilla) ha crecido de manera inimaginable.
«Vienen buscando la Tierra Prometida, y no sé si la encontrarán», declaró el Padre Ángel a una televisión extranjera a su salida del centro de inmigrantes, «pero al menos sé que encuentran aquí a un hombre comprometido, que se está desviviendo por atenderles lo mejor posible después de la pesadilla que han pasado».
Un hombre comprometido en la «Tierra Prometida». En la tierra que para tantas vidas es a la vez meta y punto de partida.