(Patricio Downes).- El estado brasileño admitió, 33 años después, que un sacerdote jesuita asesinado en 1976 por un oficial de policía fue víctima de un crimen político, informó la Conferencia Episcopal de Obispos de Brasil (CNBB).
Es el Padre Joao Bosco Penido Burnier, quien murió de un tiro en la nuca que le descerrajó un oficial en octubre de 1976, cuando defendió a dos mujeres torturadas en una comisaría de policía de Ribeirão Cascalheira (MT), durante la dictadura militar (1964-1985).
El padre Burnier se encontraba en la comisaría junto al ahora obispo emérito de São Félix do Araguaia (MT), el español Pedro Casaldáliga, que escribió un libro donde describe el martirio del jesuita.
El acta en la que la Comisión Especial de muertos y desaparecidos políticos del Ministerio de Justicia reconoce que Burnier fue una de las víctimas del régimen militar se publicó este martes en el «Boletín Oficial».
Según la Comisión, el sacerdote «ha muerto de causas no naturales en una estación de policía por haber participado o haber sido acusado de estar involucrado en actividades políticas.»
El policía que disparó contra el sacerdote no fue procesado porque el régimen consideraba que el hecho fue un accidente. Según Casaldáliga, testigo del asesinato, cuando ambos llegaron a la comisaría de policía para defender a las mujeres que fueron torturados, Burnier discutió con la policía y amenazó con denunciarlos ante los tribunales antes de ser golpeado, derribado a culatazos cabeza y asesinado de un tiro en la nuca.
El obispo emérito Casaldáliga informó en sus sus libros que después de la misa del séptimo día de la muerte del sacerdote, la población de Ribeirão Cascalheira marchó en procesión hasta la estación de policía, rompió las puertas y barrotes y liberó a los prisioneros.
En el mismo lugar, se construyó más tarde una iglesia, pese a la oposición de la policía. Además del libro «El martirio del Padre João Bosco Penido Burnier», de Casaldáliga, el también jesuita Pedro Américo Maia escribió el libro «Mártir de la justicia», sobre la vida de los jesuitas asesinados.
Hoy una ONG de defensa de los derechos humanos y escuelas en Minas Gerais y Mato Grosso llevan el nombre de Burnier.
El sacerdote, nacido el 11 de junio 1917 en la ciudad de Juiz de Fora, fue el quinto de nueve hijos, dos de los cuales también siguieron la vocación religiosa, entre ellos Vicente Burnier, quien fue el primer sacerdote sordo de Brasil.
El jesuita, quien se graduó en teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde fue ordenado sacerdote en 1946, se destacó por su defensa de los indios y fue miembro del Consejo Indigenista Misionero (CIMI), un organismo vinculado a la Conferencia Consejo Nacional de Obispos de Brasil (CNBB).
En sus últimos años de vida, trabajó como misionero en Diamantino (TM), cuidando a los miembros de los grupos étnicos Xavante y Bakairi cuyas lenguas conocía y hablaba.