Ser cristiano y ser catalán son dos hechos que me han marcado profundamente en la vida
Xavier Jounou, de 50 años, asumió la alcaldía de Solsona el año 2007. Gracias a un acuerdo entre ERC, PSC y el Común, Jounou lideró la ruptura de la hegemonía que CiU había tenido en la capital solsonina desde la recuperación de la democracia. Entró como concejal en el Ayuntamiento el año 1995 y dio apoyo al gobierno de CiU hasta el año 1999, encabezado por Ramon Llumà. Desde entonces, se centró en el trabajo de oposición hasta que en el 2007 accedió en el gobierno municipal. Militaba en ERC desde el año 2003 y había presidido la sección comarcal de ERC en el Solsonès. Campesino de profesión, trabajo que compaginaba con la tarea política, estaba casado y tenía dos hijas. Falleció el 13 de Enero, dos meses y medio después de que se le diagnosticara un cáncer de páncreas que no ha podido superar. Lo cuenta Proconcil.
«Dios lo ha querido y yo lo acepto. Siempre he estado a su disposición, y no puedo echarme atrás ahora, aun cuando me cueste entenderlo. Vivimos tan intensamente, que parece que no pueda ser que, de repente, de hoy para mañana, te pueda atrapar una enfermedad como la que se ha enamorado de mí y paralizarlo todo. Pero la realidad ha sido esta, y es esta la que hemos tenido que aceptar y encarar,a pesar de que nos cueste.
Marcho conformado, tranquilo y sereno, pero con el alma sobrecogida por todas las personas estimadas que dejo…Mi esposa Isabel y nuestras hijas, Laura y Rut. Mis padres, hermanas, tíos u tías, mi suegra, cuñados, sobrinos, que se han desvivido por mí y me han dado ¡más amor del que me podía llegar a imaginar! Y también el de tantos amigos y amigas y conocidos que he sentido tan cerca durante todo este proceso que me lleva hoy aquí! No sabéis el bien y el calor humano que he llegado a experimentar muy adentro del corazón, y cómo me ha ayudado a luchar hasta dónde he podido, al sentir vuestro aliento afectuoso siempre muy cerca.
Sé que hoy también marcha un alcalde de Solsona.
No ha sido nunca para mí un objetivo serlo, era más bien como una disponibilidad que sentía. Y os puedo decir que bien ha valido la pena, que he sentido muchas cosas haciendo, que he podido compartir horas de trabajo, de preocupaciones, pero también de anhelos y muchas ilusiones y momentos preciosos, tanto con la totalidad de los regidores como con el amplio abanico de trabajadores municipales. Y he podido hablar con tanta gente y conocer tanta de nueva…
He procurado tener un marcado sentido institucional del cargo, y ser el alcalde de todos «els i solsonines»; a la vez que he procurado ser justo y atender a todo el mundo por igual. De todas maneras, me debo haber podido equivocar algunas veces, y es por esto que querría pedir disculpas si alguien en algún momento se ha sentido desatendido o decepcionado.
En fin, me he sentido muy orgulloso de poder ser alcalde de la ciudad que tanto amo, y he intentado hacer todo lo bien que he sabido. Siempre me he sentido, pese a las normales discrepancias, apreciado y respetado, hecho que valoro mucho. Os pido, por favor, consideración y comprensión para el gobierno municipal; no ha sido fácil todo este tiempo para ellos este estado en el que me he encontrado. Yo pongo toda la confianza. Del mismo modo que deposito toda mi confianza y aboco todo mi aprecio personal en el nuevo alcalde. Es una bellísima persona, honrada y firme, que pondrá toda la dedicación y aprecio que requiere el cargo y la ciudad.
Ser y hacer de labrador ha sido mi vida. Y quiero reivindicar la necesidad que tiene la sociedad de demostrar, con hechos más que con palabras, que nuestra actividad es imprescindible, pero que, a la vez, la gente que vivimos en el campo no podemos ser unos llorones eternos, sino unos innovadores y renovadores constantes.
Ser cristiano y ser catalán son dos hechos que me han marcado profundamente en la vida.
Os aliento a seguir trabajando para poder llegar a la plena soberanía nacional, fruto de una mayoría democrática que la avale. Una Cataluña dónde quepa todo el mundo que quiera estar en ella. Y, en estos momentos, osaría pedir a la sociedad un poco más de confianza y de comprensión en la clase política catalana. Ya sé que pasa el que pasa, pero también es cierto que hay mucha gente que se dedica de manera correctísima y pensando sólo en el bien de todos. No seamos injustos poniendo a todo el mundo en el mismo saco. Y a la clase política le pediría más generosidad y mucha apertura de miras. No hay nadie en posesión de la verdad ni de nada que sea de todos, ni nadie solo puede atribuirse ser Cataluña.
Por favor, paremos un momento, recapacitemos y démonos cuenta que nuestra desunión es, a la vez, nuestra más grande debilidad. Y que, sobre todo, no podemos ejercer la política desde el rencor, desde el recelo constante, ni desde las batallitas entre los partidos y dentro de ellos. No nos lleva a ninguna parte que no sea al embelesamiento, a menudo tonto, de la militancia de turno de cada partido. Pero esto también es estéril
¡Y mi pobre y amada Iglesia! Tan cómoda en Roma y tan desubicada en la cueva de Belén!
Esta jerarquía tan alejada del Concilio Vaticano II, y a la vez tan recelosamente garante de aquello que debería ser secundario. Tan satisfecha haciendo celebraciones con reminiscencias del pasado dentro de engalanados templos, y tan ausente en su principal misión evangélica, la de piedras hacia fuera, allá dónde aplicar y vivir la fe y la donación cobra todo su sentido el ser cristiano. ¡Como me he sentido cerca siempre de la gente sencilla que trabaja en sus parroquias, de la gente que por amor a Cristo se da de manera humilde y nada ruidosa. Cómo me acuerdo en estos momentos del obispo Pere, allá en Araguaia, o de las monjas del Hospital y de tantas y tantas otras vidas, creyentes y no creyentes, entregadas de lleno a derramar amor sobre quien más lo necesita, ya sea por fidelidad al Evangelio, ya sea por amor a la dignidad humana. Y no es lo suficiente vergonzoso que los cristianos, a estas horas todavía vivamos divididos.
Todo irá a mejor, ya lo veréis. El mal siempre hace mucho ruido, al contrario del bien, que es silencioso. Pero hay mucha bondad todavía en mucha gente para cambiar muchas cosas y poderes. Seguro. El mundo ha de ir a mejor. Trabajemos por hacerlo realidad!
Bien, me voy, si me quiere, con el Hijo del carpintero de Nazaret, mi guía en esta vida terrenal.
Aquí, cerca de la Virgen María del Claustro, os digo adiós.
Dios lo ha querido y yo lo acepto, y le pido que os ayude a aceptarlo a vosotros.
¡Que en el cielo nos podamos reencontrar todos juntos. Me llevo todo vuestro amor y todo vuestro afecto dentro de la cajita de mi corazón!
(+) Xavier Jounou
Alcalde de Solsona
Ayuntamiento de Solsona