David Ferrer se quedó a las puertas de ganar el torneo de Estocolmo, superado en la final por Grigor Dimitrov por 2-6, 6-3 y 6-4.
El alicantino, después de un buen inicio de partido, acabó cediendo ante un tenista con un futuro esplendoroso que por fin estrena palmarés. Dimitrov ya tiene un título del que presumir, por fin tiene algo que celebrar.
A Dimitrov, 28 de la ATP, siempre se le ha considerado el heredero natural de Roger Federer.
Es un tenista prácticamente calcado al suizo, con golpes muy similares, un talento sobrenatural al que no le acompaña la cabeza. Se han escrito cientos de historias sobre él y nunca llegaba el día. En Estocolmo se ha coronado.
Remontó a Ferrer, que no es nada sencillo. Es verdad que el español lleva una segunda fase de la temporada algo irregular, pero partía como favorito en la cuadragésima final que disputaba en su carrera.
Ferrer, que este año suma los títulos de Auckland y Buenos Aires, empezó con autoridad y se enredó después, incapaz de retomar el pulso.
Ferrer acude esta semana a Valencia para defender la corona en el Ágora y mantener su lucha por acabar lo más arriba posible.
Actualmente, es el tres del mundo y tiene garantizada su participación en la Copa de Maestros.