LA SITUACIÓN LABORAL DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SIGUE SIENDO PREOCUPANTE

La brecha del paro juvenil: España, lejos de la media europea y bajo la lupa de Bruselas

Con una tasa del 26,5% en el primer trimestre de 2025, el desempleo juvenil español casi duplica la media de la UE

La brecha del paro juvenil: España, lejos de la media europea y bajo la lupa de Bruselas

España continúa arrastrando uno de los problemas más persistentes de su economía: el elevado desempleo juvenil. A pesar de la mejora experimentada en los últimos años, los datos del primer trimestre de 2025 revelan que la tasa de paro entre los jóvenes de 16 a 24 años se sitúa en el 26,5%, una cifra que casi duplica la media europea del 14,6% y que mantiene a España entre los países con peores indicadores en este ámbito.

Esta situación ha encendido las alarmas en Bruselas, donde la Comisión Europea ha intensificado su seguimiento sobre las políticas de empleo juvenil españolas. El persistente diferencial con Europa, que se mantiene en torno a 11 puntos porcentuales, evidencia un problema estructural que ni siquiera el crecimiento económico ha logrado resolver completamente.

La radiografía del desempleo juvenil

El panorama laboral para los jóvenes españoles presenta claroscuros. Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), en el primer trimestre de 2025, solo el 35,2% de los jóvenes entre 16 y 24 años eran activos en el mercado laboral. Este porcentaje se eleva hasta el 52,8% cuando se considera el grupo de 16 a 29 años, lo que refleja la tardía incorporación de muchos jóvenes al mercado de trabajo, en parte debido a la prolongación de los estudios.

La tasa de empleo entre los jóvenes de 16 a 24 años alcanzó apenas el 25,9% en el primer trimestre de 2025, experimentando un descenso trimestral de 1,4 puntos porcentuales y una ligera disminución anual de 0,1 puntos. Para el grupo de 16 a 29 años, la tasa se situó en el 42,3%, con un descenso trimestral de 0,6 puntos, aunque con un incremento anual de 0,4 puntos.

Un dato preocupante es la persistencia de la brecha de género. Aunque en 2015 se alcanzó una práctica convergencia en la tasa de empleo juvenil entre hombres y mujeres, en los años posteriores se ha mantenido una diferencia favorable a los hombres que, en el primer trimestre de 2025, alcanza los 4,4 puntos porcentuales entre los jóvenes de 16 a 24 años, y 3,1 puntos entre los de 16 a 29 años.

España abandona el farolillo rojo, pero sigue en posiciones críticas

Uno de los pocos datos positivos es que España ha dejado de ocupar la última posición en el ranking europeo de desempleo juvenil. Según datos de Eurostat, a finales de enero de 2025, la tasa española se situaba en el 25,3%, siendo superada por Rumanía y Suecia, que desde agosto de 2024 y enero de 2025, respectivamente, registran peores cifras.

Este cambio de posición no debe interpretarse como una mejora sustancial de la situación española, sino más bien como un empeoramiento de las condiciones en otros países europeos. Durante más de una década, Grecia y España han compartido el dudoso honor de liderar el desempleo juvenil en Europa, con tasas que llegaron a superar el 60% en el caso griego durante lo peor de la Gran Recesión.

Un problema estructural que resiste a las políticas activas

ASEMPLEO, la patronal de las Empresas de Trabajo Temporal y Agencias de Empleo en España, alertaba a principios de 2025 sobre el «enquistamiento» del desempleo juvenil como una problemática estructural que resta competitividad a la economía española. En su estudio «Radiografía del desempleo juvenil en España», destacaba la paradoja de un mercado laboral cercano al pleno empleo que, sin embargo, deja a casi el 30% de la fuerza laboral menor de 25 años en el desempleo.

Más de la mitad de los menores de 25 años buscan su primer empleo o llevan más de un año desde su último trabajo, lo que refleja las dificultades de inserción laboral de este colectivo. Esta situación resulta especialmente preocupante en un contexto de envejecimiento de la población activa, donde la participación de los jóvenes en el mercado laboral resulta fundamental.

El nivel educativo como factor determinante

Los datos del INE muestran una clara correlación entre el nivel educativo y las tasas de desempleo. En 2024, el porcentaje más alto de desempleados en relación a la población correspondía al nivel educativo más bajo (preescolar, primaria y primera etapa de secundaria), con un 20,9% de mujeres y un 14,4% de hombres. En contraste, los valores más bajos se daban entre quienes contaban con educación superior y doctorado, con un 7,8% de mujeres y un 5,9% de hombres.

Esta relación inversa entre nivel educativo y desempleo subraya la importancia de la formación como herramienta para mejorar la empleabilidad, aunque no resuelve por sí sola el problema estructural del mercado laboral español.

La controversia política en torno a los datos

La interpretación de las estadísticas de desempleo juvenil ha generado controversia en el ámbito político. Recientemente, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, afirmaba que España tenía «la tasa de paro juvenil más baja de la historia», una declaración que ha sido desmentida por diversos medios de verificación.

Según los datos del INE, la tasa de paro juvenil actual no es la más baja de la serie histórica. El mínimo se registró en el tercer trimestre de 2006, con un 16,9%, muy lejos del 26,5% actual. Incluso comparando únicamente primeros trimestres, el porcentaje más bajo corresponde a 2007, con un 17,7%.

Esta discrepancia entre el discurso político y la realidad estadística refleja la tensión existente entre la necesidad de mostrar avances en la lucha contra el desempleo juvenil y la persistencia de un problema estructural que resiste a las soluciones implementadas hasta ahora.

El reto pendiente: transformar el modelo productivo

El persistente diferencial entre España y la media europea en materia de desempleo juvenil apunta a problemas estructurales del modelo productivo español. La elevada temporalidad, la estacionalidad de sectores clave como el turismo, y el desajuste entre la formación recibida y las necesidades del mercado laboral son factores que contribuyen a mantener estas altas tasas de desempleo.

A pesar de las diversas reformas laborales y de los programas específicos dirigidos a jóvenes, como la Garantía Juvenil, España sigue sin resolver este problema crónico. La situación resulta especialmente paradójica considerando que, como señalaba el presidente de ASEMPLEO, Andreu Cruañas, nos encontramos ante «la generación de jóvenes mejor preparada» de la historia.

El reto para las autoridades españolas y europeas consiste en diseñar políticas que no solo aborden los síntomas del desempleo juvenil, sino también sus causas profundas, transformando un modelo productivo excesivamente dependiente de sectores de bajo valor añadido y alta estacionalidad. Solo así podrá España cerrar definitivamente la brecha que la separa de Europa en materia de empleo juvenil y ofrecer un futuro laboral digno a sus generaciones más jóvenes.

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