La fiebre que sacudió el país de arriba a abajo ha dejado un reguero de obras para las que ya no hay dinero ni lo va a haber

La España del Despilfarro: Un paseo por obras faraónicas que nunca terminan

El aeropuerto de Logroño cuenta con más personal que pasajeros

La España del Despilfarro: Un paseo por obras faraónicas que nunca terminan
Derroche y despilfarro PD

En Jaén todavía está pendiente el Museo Ibérico, adjudicado en 2009 por 27 millones y cuya construcción sigue paralizada

Explica Maite Cabrerizo en su detallado reportaje de ‘El Economista’ que, a vista de pájaro, España es un país en obras, de grúas paradas y edificios a medio construir. ¿Y ahora, quién paga todo esto?

El aeropuerto de Logroño cuenta con más personal que pasajeros; el hospital madrileño de Collado Villalba no se abrirá, pese a que hace un año que finalizaron las obras; Jaén tiene un tranvía fantasma que ha costado, hasta el momento, 100 millones de euros; en Huesca se han gastado 32 millones en un Palacio de Congresos que se usa, de media, diez veces al año…

El despilfarro público suma y sigue.

Ahora se ha sabido que la Junta de Andalucía tendrá que devolver 180 millones por cancelar un ramal del AVE que iba a conectar Sevilla con la localidad malagueña de Antequera.

El Gobierno regional abandona el plan tras diez años de obras al confirmar la inviabilidad del proyecto, pero deberá desembolsar de golpe el dinero prestado por el Banco Europeo de Inversiones. Se habían construido ya 79 kilómetros de plataforma ferroviaria que no van a servir para nada.

Tampoco servirá para nada el aeropuerto de drones construido en Villacarrillo (Jaén) en el que se han invertido 4,5 millones de euros, o el de Huelva, que se ha proyectado en el parque de Doñana y que costará 40 millones. Fomento acaba de prohibir el uso de drones civiles en toda España. ¿Y ahora qué?

En pleno boom inmobiliario, España colgó el cartel de «estamos de obras». Seis años más tarde, seguimos de obras y sin atisbo alguno de que vayan a finalizarse ni en el corto ni en el medio plazo. A vista de pájaro, España es un país de esqueletos, de urbanizaciones sin terminar, carteles avisando de una próxima inauguración que no llegará?

La fiebre que sacudió el país de arriba a abajo ha dejado un reguero de obras para las que ya no hay dinero ni lo va a haber. La escudería de Fórmula 1 de Vitoria y en la que el Gobierno vasco invirtió 50 millones se ha quedado en boxes.

El proyecto Epsilon está en los tribunales y el Parlamento vasco decidirá en unas semanas si abre una comisión de investigación para esclarecer responsabilidades políticas de una obra que, dicen los vitorianos, sobra.

¿Y ahora qué? ¿Qué hacemos con estos proyectos faraónicos que endeudaron España y a los españoles? Porque ésa es la pregunta que se hacen los ciudadanos. ¿Quién paga esto?

La respuesta no es sencilla porque ni siquiera hay un inventario, al menos oficial, que localice los mayores desastres.

Si lo hay extraoficial, el del boca a boca, el que recogen los medios de comunicación como elEconomista, el de los blogs y páginas webs que han permitido saber de esos agujeros. «Ni hay inventario ni interesa», dicen voces oficiales que saben que todos los partidos, tengan las siglas que tengan, tiene mucho que callar.

Pero esos miles de millones no pueden quedar en el olvido. Éstas son sólo algunas de las barbaridades que alguien tendrá que pagar.

Entre ellos, el Centro de Artes de rango mundial en Alcorcón, presupuestado en 99,6 millones de euros.

El CREAA o el circo de Alcorcón, como le llaman los del lugar, no por la broma que ha supuesto para los bolsillos, sino porque realmente que el proyecto incluye un circo. Hoy este sueño es un conjunto de edificios futuristas sin terminar cubiertos de graffiti. Como se quedó sin terminar el donut de Madrid, la futura sede del Instituto de Medicina legal en la también futura Ciudad de la Justicia.

España es un país de futuribles que no llegan. Como no llegan a Navalcarnero (Madrid) ni el tren, ni los juzgados, ni se terminan el centro de salud ni el centro cultural. También en Chiclana (Cádiz) el hospital de Los Gallos es pasado. El centro tendría que haber abierto sus puertas en el año 2007.

Pero a día de hoy, a pesar de que se han invertido casi el millón de euros, sigue parado. El problema se agrava ya que el arreglo de los fallos que tiene en su construcción costaría otros 800.000 euros.

Construcciones fantasmas

Sin salir de Andalucía, su presidenta Susana Díaz tendrá que ver qué hace con los tranvías de Jaén y Vélez Málaga. El primero supuso una inversión de 105 millones por parte de la Junta y en mayo de 2014 cumplirá tres años completos sin uso y sin perspectivas.

El segundo, que funcionó de 2006 a 2011, se paró por el déficit que generaba y, tras dos años en dique seco, se ha alquilado en 2013 a la ciudad de Sidney a cambio de 200.000 euros anuales de alquiler.
La lista de Díaz da para mucho.

En Jaén todavía está pendiente el Museo Ibérico, adjudicado en 2009 por 27 millones y cuya construcción sigue paralizada. Su promotora es la Junta y no sabe (no contesta) si en los dos años que quedan de legislatura se podrá abrir. Debía haberse inaugurado en 2011.

También en Cataluña andan mareados con el Hospital de Sant Joan Despí (Barcelona) Moisès Broggi. Se puso en marcha en febrero del 2010, con una inversión del Departamento de Salud de la Generalitat de 113 millones de euros bajo el mandato del tripartito.

Fue el primer hospital que nacía de cero ya que la Generalitat prefirió eso antes que ampliar los hospitales existentes. Dos años más tarde se cerraban 12 de los 13 quirófanos por defectos de construcción y los recortes de personal han supuesto el cierre de muchos servicios.

Despilfarro también el de Fomento con su autovía… a ninguna parte. 37 millones es lo que ha costado la construcción del primer tramo de autovía (A-14), en la carretera que va de Lleida a Vall d’Aran (N-230). Son siete kilómetros que no ahorran tiempo al viajero ni conducen a destino alguno.

La cuestión, reconocen los afectados, es que en muchas ocasiones no saben si es mejor dejar morir la obra y aguantar el chaparrón de críticas más que justificadas por el despilfarro de dinero público o seguir adelante.

Es lo que hará la Generalitat en el caso de la Línea 9 de Metro. Se trata de uno de los proyectos más importante de Cataluña.

En su totalidad iba a ser una línea de metro de más de 52 kilómetros entre Badalona y el aeropuerto de El Prat, con 52 estaciones y unos costes que se dispararon hasta los 6.900 millones. No obstante, el coste final estaba presupuestado en 16.000 millones.

El plan es activar sólo el tramo que une la T-1 del Aeropuerto de El Prat con la zona universitaria.

Monumentos al despilfarro hay en todas partes. Como dijo un conocido empresario, nos hemos convertido en un sistema feudal donde todos queremos de todo.

En Valencia querían el Ágora de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Va por los 80 millones de coste, el doble de su presupuesto, y faltan los remates exteriores, que el Gobierno de Alberto Fabra no tiene ninguna prisa por acometer.

Sin estar acabado, acoge media docena de actos al año. Otro de los elementos del complejo, el Palau de les Arts Reina Sofía, ha sido noticia en los últimos meses por los desprendimientos de parte de la cubierta de trencadís (mosaico), que ha tenido que ser retirada.

Bochorno internacional

Hasta la BBC británica se hizo eco de los proyectos faraónicos que endeudaron a España y que dejaron grandes agujeros en las finanzas públicas.

Sin excepción, por muy verdes que fueran, como la Ciudad del Medio Ambiente de Soria. Se ha gastado 49 millones de los 100 presupuestados. El proyecto consistía en una mini ciudad

medioambientalmente sostenible, en la que se incluía un gran edificio denominado la Cúpula de la Energía. Parada tanto la urbanización de la zona como la Cúpula. También acabó en fracaso el Centro de Estudios Medioambientales de Asturias. Costó casi un millón de euros y fue demolido el año pasado por ruina peligrosa.

La región suma a la lista de fracasos la Meseta Ski, una pista de esquí artificial en la localidad vallisoletana de Tordesillas. Tras inyectar 10 millones de euros, las instalaciones no se pueden inaugurar porque se edificó sobre un monte quemado.

Tampoco la regasificadora de Musel, construida con 370 millones del Principado tuvo mejor suerte y fue cerrada por orden judicial. El Círculo de las Artes y Tecnología en Segovia también ha quedado abortado.

Dilapidados más de 3,8 millones de euros, se paró en junio de 2013 tras quebrar la empresa constructora. El Ayuntamiento quiere el Gobierno se haga cargo de las obras pendientes.

Época de bonanza

En Galicia hace ahora un año el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, anunciaba la paralización definitiva del proyecto de la Ciudad de la Cultura en el monte Gaiás de Santiago de Compostela, presupuestado en 400 millones. Se han construido cuatro de los seis edificios que inicialmente estaban proyectados.

Como reconoció Feijóo, el proyecto se decidió hacer en una Galicia «de la bonanza» que ahora es «la de la crisis», ha explicado el presidente gallego, quien considera que contar con un nuevo edificio para el arte y otro para la música «no es lo prioritario» para Galicia en la situación actual.

Ni lo era para Galicia ni para Madrid tener un nuevo Centro Internacional de Convenciones y Congresos cuando ya cuenta con una feria como Ifema. Ni Huesca con 50.000 habitantes necesitaba gastarse 30 millones en un Palacio de Congresos.
¿Y ahora, quién paga todo esto?

 

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