La declaración autoinculpatoria de fraude fiscal del ex presidente Jordi Pujol ha ocasionado una gran conmoción. Para muchos se disuelve como un azucarillo un mito de la sociedad catalana con quienes muchos hemos crecido durante tres décadas y media. No es poco.
Se me escapa el alcance de los efectos de este episodio. Las consecuencias políticas y cómo alterará el sentimiento político en torno a la catalanidad.
En lo que a mí concierne, es por encima de todo una lección de vida. Y me impresiona profundamente las palabras utilizadas por el cuñado de Pujol, el economista Francesc Cabana, para definir sus sentimientos: de la sorpresa a la indignación y de ella a la compasión.
(Es justo lo que yo también sentí, aunque no tenga especial vinculación con la persona, más allá de mi coincidencia en el ámbito profesional y una gran admiración por su capacidad intelectual).