Esta mañana me han practicado mi higiene de boca anual. Dado que tengo varias muelas deterioradas y pendientes de un plan Renove dental, la higiene me ha producido alguna molestia. Y esto me ha llevado a recordar que los dentistas formaban parte del gran tridente de temores de don Luis Riu Bertrán, el fundador de la cadena RIU, donde trabajé doce años como responsable de comunicación.
El segundo temor iba referido al colectivo de los abogados: las minutas tocaban el bolsillo de un empresario hipersensible a los costes (cuales encías de la organización).
Pero todavía quedaba un tercer colectivo del que don Luis era temeroso: los periodistas.
Así me lo confesó el primer día que le conocí en su despacho en el Riu Centre de la Playa de Palma. Visto desde la distancia, fue todo un cumplido que me admitiera a su lado: se atrevió a meter a un periodista en su casa como el que mete un lobo en un corral.
(Hace casi un cuarto de siglo de su muerte y todavía me pregunto qué vio en mí. Más todavía: por qué poco antes de morir me confesó aquello que me confesó. Una revelación que me produjo gran conmoción. No se me va de la cabeza).