En un verano algo atípico para la Familia Real, todos desperdigados a raíz de los últimos escándalos que salpican a sus miembros, los Borbones han optado este año por el boicot total a la prensa que suele reunirse en Mallorca para captar los días de descanso real.
Los fotógrafos que llevan años cubriendo las vacaciones de la Familia Real en Palma están que trinan y no entienden las escasas facilidades que han tenido esta vez para realizar su trabajo, otrora relativamente fácil.
Según informa este 19 de agosto de 2012 Paloma Barrientos en Vanitatis, a la desbandada general de sus miembros se une la desgana de los posados oficiales, hasta ahora santo y seña de los agostos reales.
Esta invisibilidad tampoco ha gustado ni un pelo a los habitantes de la isla, que piensan que si tienen el Palacio de Marivent para su uso y disfrute, tampoco hubiera pasado nada por dar un poco de brillo mediático a Mallorca con el plan de todos los años; presencia y participación en las regatas, tardes de compras, visitas al delfinario y al acuario, cenas en los restaurantes de la zona…
Este agosto no hacen nada de eso y los reporteros se han quejado de la falta de delicadeza en un momento delicado para su profesión, con los reportajes pagados a la baja.
Sin material nuevo «el coste de nuestra presencia aquí es alto para los medios o para el freelance», se quejan.
«El año pasado con las salidas habituales cubríamos el verano, este año ha sido un desastre».
Las pocas veces que los miembros de la Familia Real se han dejado ver han avisado a la Agencia Efe, caso de la reunión del Rey con Rafa Nadal en el restaurante Flanigan. Parece ser que desde el gabinete de comunicación no avisaron de la comida a los medios, que se enteraron horas después de finalizado el almuerzo.
«Antes, al principe, a las infantas y a los niños se les podia fotografiar cuando navegaban en Calanova a 15 metros. Ahora tenemos que hacer las fotos a 200 metros. Ya no hay facilidades y es la politica de prensa de la Casa Real», aseguran, poniendo como ejemplo los desplazamientos de la reina a Cabrera de hace unos años y los de ahora donde «no te puedes ni acercar».
No menos enfado hubo con la llegada de la Reina, la Infanta Elena, Froilán y Victoria al aeropuerto de Palma:
«Primero aterrizaron ellas y esperaron a los niños Urdangarín, que venían de Barcelona acompañados de la cuidadora y cuatro escoltas. Salieron por la sala de autoridades y la prensa que hacía guardia solo pudo fotografiar los coches, lo cual no sirvió para nada».
El posado de los Príncipes de Asturias y sus hijas tampoco gustó demasiado.
«Estuvo mal organizado. No tuvieron en cuenta que a esa hora, en Soller, la luz no es muy buena porque hay una montaña que tapa el sol y es más complicado trabajar», dicen quejosos varios profesionales del papel couché.