Randall Jeffries era un repartidor de leche en las décadas de 1950 y 1960 en el sur de California, solía abastecer la leche en la localidad de San Diego, la llevaba en su camión y la entregaba en las puertas.
Mientras realizaba su trabajo, interaccionaba con sus clientes y la mayoría de ellos eran amas de casa, Randy era un hombre apuesto y las amas de casa solían cotejarlo, muchas de ellas eran esposas de militares y Randy fue el hombre más constante en la vida de estas mujeres.
Por aquel entonces, la gente era discreta con sus asuntos, la tecnología era apenas inexistente y había poca documentación por lo que las relaciones amorosas encubiertas como las que Randy tenía con estas mujeres eran aún más exitosas.
Con la llegada de los kits de ADN para probar la ascendencia genealógica, una oleada de adultos en el área de San Diego tuvo resultados controvertidos de pruebas de ADN en los que estaba claro que su padre no era pariente consanguíneo.
Tras unas investigaciones por parte de un experfilador del FBI, Randall se sometió a una prueba de ADN como posible contribuyente de algunos de los nacimientos en cuestión.
Después de muchas pruebas, los investigadores se dieron cuenta de que la realidad era tan cruda, que Randall había engendrado a más de 800 niños.
Randall estaba libre de todos los cargos legales consecuentes a la falta de manutención de sus hijos debido a sus edades y la diferencia con las leyes en el momento de la concepción.
«Todos estos años pensé que era estéril. Mi esposa y yo nunca tuvimos hijos. ¡Pensar que a los 97 años, escuchar tales noticias! que bendición. Ahora me siento tan satisfecho y no puedo esperar para conocer a todos mis hijos» dijo Randal en ‘Daily News’.
