El excremento sin propietario conocido que apareció en el buzón del casoplón que Pablo Iglesias e Irene Montero poseen en Galapagar, está dejando un hedor añadido que tiene hasta las narices hasta a la mismísima Guardia Civil. (La caca en el buzón del casoplón de Pablo e Irene que obliga a la Guardia Civil a comerse un marrón).
Lo que ha sido uno de los detonantes de que los agentes de la Benemérita, por orden de Interior, estén realizando labores de vigilancia ante el domicilio de la pareja, -amenazas aparte-, se ha traducido durante estas últimas horas en una queja en toda regla formulada por la Unión de Guardias Civiles, UnionGC, ante la Comandancia de Madrid.
Se quejan de las condiciones de trabajo de los efectivos destacados a tal efecto, y en el escrito presentado se recoge que a los guardias civiles
«se les obliga a permanecer estáticos durante 8 horas, sin relevo alguno y en un coche camuflado, además de que carecen de protección ante las inclemencias meteorológicas o las vicisitudes térmicas, incluso sin la posibilidad o dificultades para acudir al servicio para realizar sus necesidades fisiológicas«.
La asociación no entra «a valorar la conveniencia» de la realización de estas tareas full time, y recoge que anteriormente se ocupaban otras unidades de la Guardia Civil, pero debido al posible traslado de estos efectivos a Cataluña por el 1-O, el encargo fue a parar a agentes de la localidad donde viven ambos líderes de Podemos:
«Nos preocupa enormemente la realización de un servicio unipersonal, en absoluta soledad, en un escenario de alerta antiterrorista 4, y con una carencia total de medios».
José María Rodríguez es redactor en Periodista Digital. @JMRMontero
Irene Montero se pone muy chula cuando los periodistas le preguntan por su chaletazo de nueva rica