Se nos ha muerto Horacio Vázquez-Rial

A los amigos hay que decirles que los queremos, aunque sea sin decirlo. Porque un día los muy cabrones van y se nos mueren y nos dejan con cara de imbécil y tan solos como el perro del poema de Nicanor Parra. A mí, y a todos los que lo queríamos, se nos acaba de morir Horacio Vázquez-Rial, uno de los grandes, uno de esos raros seres que supieron ser excepcionales como escritores y como personas. Siempre del lado de la libertad.

Su obra es una de las más ricas, hondas y verdaderas de estos últimos treinta y cinco años. Como amigo, siempre generoso, siempre dispuesto a escuchar y ayudar, siempre cordial y sincero. Hace unos meses me habló de su enfermedad. Pasamos una tarde entera charlando en su nueva casa de Madrid. Estaba bien y en excelentes manos. Pero no era verdad. Quiso tranquilizarme. Me dejé engañar. Y eso es lo que no me perdono. No haber estado más cerca. No haberle dicho cuánto lo apreciaba y hasta qué punto su trayectoria personal y su obra, pero sobre todo su amistad, habían sido decisivas para mí. Qué torpes somos. Cómo dejamos que se nos vayan los amigos. Aunque luego queramos ahogar en güisqui su dolor. Lo que no le perdono a la muerte es que no me dé la última oportunidad de decírselo. Descansa en paz, amigo mío, amigo bueno. Ojalá pueda volver a verte “en alguna otra vida”.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído