Negra sombra (Sonar de sombras)

SONAR DE SOMBRAS

 

 

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Negra sombra

        

Cando penso que te fuches,

negra sombra que me asombras,

ó pé dos meus cabezales

tornas facéndome mofa.

 

Rosalía de Castro

 

——–

 

Cuando a ti, sombra, te veo,

sombra de los tiempos idos,

con tu tiniebla peleo

pero vuelve tu latido.

 

Cuando creo que has partido

rayos de eclipse yo ideo;

eres el recuerdo herido,

astro sin luz que vadeo.

 

Si cantan, tu letra leo.

Si lloran, es tu gemido.

Olvidarte es el deseo.

Noche oscura… sin olvido.

 

 

Cuando todo detenido,

la propia sombra bordeo;

parezco un cuerpo tendido

en la sombra que soy, creo.

 

Cuando yo me siento reo

de la sombra en que he nacido,

oigo sólo el tintineo

de un río en sombras venido.

 

Carnívora sombra mía,

hiriente como un cuchillo,

vuelas de noche y de día

como penumbra en su brillo.

 

Nube de un umbroso anillo

de soledad triste y fría,

golpeas como un martillo

que en mi corazón anida.

 

Por tu sombra, está la mía

llorosa en llanto amarillo,

mi ánimo -sin alegría-

ha rendido su castillo.

 

Rayo de sombras ovillo

por figura ya no mía,

pues soy completo rastrillo

que a la pena la vacía.

 

Sombra de sal me salía

por dentro del alma y ojo.

Lluvia de sal que llovía

de la sombra del enojo

 

¿Dónde iré, pena que alojo,

que no estés, la pena mía?

Siendo de sombras manojo,

han de ser mi compañía.

 

¿No descansa tu porfía

de arrodillarme en hinojo?

Por más dulce melodía

que quiera cantar, me encojo.

 

¿Sólo vencer a tu abrojo

con fin de mi travesía?

Hoy de pena me despojo.

¡No quiero más ese guía!

 

En mi vida, poesía

de amor canto, trovo y cojo

Y así, con mi mediodía,

de sombra abriré el cerrojo.

 

Sombra de antiguo despojo,

sombra en penumbra sombría,

lejos de mí yo te arrojo

porque entre dulce alegría.

 

Alguna hora y algún día,

sal no manará ya mi ojo,

y sólo en fotografía

la sombras veré en rastrojo.

 

¡Flor de pena, te deshojo!

Cese la melancolía.

Júbilo, gozo, recojo

al fin de esta poesía.

 

Sépalo sabiduría

-de frente, no de reojo-:,

Hijo soy de la alegría,

ella es mi guía y mi antojo

 

del resto ya me despojo.

Acabe, pues, la agonía.

Que esta rimada armonía

tráiganos a nuestro ojo

 

sol no sal, amarillo y rojo,

donde reine el mediodía.

Sol, sol, no la sal escojo

donde reine el mediodía.

 

Juan Pablo Mañueco

 

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Juan Pablo Mañueco

Nacido en Madrid en 1954. Licenciado en Filosofía y Letras, sección de Literatura Hispánica, por la Universidad Complutense de Madrid

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