Pocas veces he disfrutado tanto como en los tres conciertos de Dover a los que (años atrás) he asistido. Ese trueno de voces desgarradas, guitarras a punto de estallar, la loca batería llamando al éxtasis… Todos los que les rendíamos pleitesía debajo del escenario no parábamos de empujarnos, botar, gritar. Dover era un estilo propio. ¿Heavy? ¿Rock? No sé, era Dover.
Sin embargo, ahora no es Dover. Es otra cosa: blandita, electrónica, grunge, pop… otra cosa. Lo que antes era negro, ahora es multicolor. Lo que antes eran ronchos, hoy son pijines con mechas. Lo que antes era directo en bruto, hoy es play back. Entiendo que los grupos evolucionen y atraviesen diferentes etapas que les hagan profundizar en su carácter. Sin embargo, cuando pierdes la esencia y eres otra cosa radicalmente diferente, has dejado de lado al que es tu público. Y eso no tiene por qué ser malo; simplemente significa que apuestas por otro público.
Me entristece decir esto. Los que me conocen saben que yo era un fanático de Dover y de las hermanas Llanos. Pero mucho cambian las cosas o no vuelvo a uno de sus conciertos. Lo siento, pero prefiero botar y empujarme con jinchos melenudos vestidos de negro a atusarme la raya del pelo mientras bailo grunge.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
