Resulta estomagante escuchar casi cada día a dirigentes de Bildu explicar que apoyan a “las víctimas de todas las violencias”. Es una falacia inmensa. Es un intento maniqueo de poder marcar distancias con el terrorismo, aunque sin rechazar sus macabras acciones. Pues no, no cuela. Vamos a ser claros: no existen las víctimas etarras.
Lo que sí existen son las víctimas causadas por ETA: casi mil muertos y muchos más heridos. Pero, ¿víctimas de ETA? Las ha habido, sí, pero con diferencias. En su día existieron los GAL. Es decir, el Estado convertido en banda terrorista. Se descubrió la trama, se juzgó a los implicados y se los condenó. No completamente, pues quedó la duda de que muchos, y entre ellos algún pez muy gordo, se fueron de rositas, pero la Justicia actuó. El Estado de Derecho actuó. La Democracia actuó. El Sistema actuó.
El Sistema falla, claro, y ahí es por donde van las excusas de los etarras: algunos de los terroristas detenidos han sido maltratados por la Policía o la Guardia Civil. Muy bien, puede ser cierto. Algunos representantes de las Fuerzas del Estado, incumpliendo su deber, han podido evadir la legalidad y haber cometido un delito. Pero no es una estrategia del Sistema. Son las excepciones, tristes, del Sistema. Ésa es la diferencia.
No nos valen sus excusas, porque la realidad es sólo una: ETA mata por sistema a inocentes. Cualquier asesinado, herido, perseguido o amordazado por ETA es una víctima inocente. Los casos puntuales de etarras maltratados son excepciones y errores del Sistema. Y, si se descubren, se juzgan. Porque el Sistema funciona. Porque sin Sistema sólo hay barbarie. Y los terroristas y sus amigos son unos bárbaros. Aunque a veces, por desgracia, puedan formar parte del Sistema e insultarnos desde dentro del Sistema con la cantinela, falsa, demagógica e injusta de la “tortura policial”.
Una mentira más, como la insistencia en hablar de los “presos vascos”. No, dirán mejor los presos terroristas de ETA. Asesinos. Bildu es el último experimento que demuestra que a los demócratas ETA y sus amigos nos tienen ganada la batalla del diccionario. ¡Pero no cuela!
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
