Me pongo en el peor de los casos, el que espero con todas mis fuerzas que no se produzca. Miércoles 27 de junio, a las 22.30 horas. España acaba de perder en las semifinales de la Eurocopa contra Portugal. Mientras muchos se ceban con el árbol caído y dan rienda suelta a sus críticas injustas contra Del Bosque y la mejor Selección de la historia, yo aprieto los puños, sonrío y digo: “Gracias, gracias, gracias”.
Avanza el tiempo: 15 de mayo de 2030. Camino de Chamartín para ver nuestro Madrid ver ganar en casa su vigésima Copa de Europa, Malavito I, mi vástago, en pleno fulgor de su adolescencia, algo inocente aún, me pregunta si es verdad que yo ví jugar a la España de Iker, Ramos, Xabi Alondo, Iniesta, Xavi, Villa, Torres, Mata, Silva… Ante lo que se intuyo como la adoración absoluta y sin matices del mito, me hago el interesante y entono: “Sí, yo, heredero de la maldición de Naranjito, encarnación de todo tipo de desgracias balompédicas, fue testigo del cambio, del gran cambio. Tocamos el cielo con las manos, gozamos, alcanzamos cuotas antes impensables, fuimos campeones. De Europa y del Mundo. Aunque, como siempre en este país, nos cansamos pronto, no supimos valorar lo que teníamos y devoramos a los héroes. Hoy, ya lo sabes, Malavito I, heredero de Naranjito II, seguimos buscando otra vez un estilo”.
Mi chaval, sin entender ni papa de lo dicho, sólo acierta a gritar, ansioso: “¡¡¿¿Pero entonces es verdad que viste jugar a la España de Luis Aragonés y Del Bosque, a La Roja, al Tiki-Taka??!!”. Y yo, sonriendo, me reservo mi silenciosa respuesta para mis adentros: “Gracias, gracias, gracias”.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
