Recientemente, en el comunicado en el que anunciaba mi retirada profesional del mundo del fútbol y mi trasvase a la tauromaquia, ponía esta aventurada intención en manos del cumplimiento de un deseo concreto: encontrar un apoderado que quisiera guiar mi carrera. Hoy, con profunda emoción, puedo confirmar en esta nueva alocución oficial que ya he encontrado al hombre: se trata de Francisquito Picajomar, quien abandona su trayectoria de manager de actrices de anuncios de ropa interior para patrocinarme. Siguiendo su primer consejo, informo además de que ya cuento con nombre artístico propio: el Niño de Landete, en agradecimiento a mis orígenes conquenses.
Asimismo, para compensar de algún modo el apoyo de los aficionados que se han interesado por el nacimiento de mi carrera taurina, adjunto unas imágenes de mi primer enfrentamiento ante un minotauro. El acontecimiento tuvo lugar en la denominada Finca de Pili, un tentadero del sudeste de Madrid. Allí, junto con mi ya conformada cuadrilla (compuesta por ahora de mi abuelo y mi padre), pudimos dar buena cuenta de un novillo. Pese a la apariencia de tratarse de una cabra, confirmo que era un torillo ya crecidito: cuatrocientos kilos e incipientes pitones.
Sea pues: la suerte está echada. Me lanzo a recorrer los cosos de ésta nuestra España. Por tal motivo, estaré unos días sin presentarme ante ustedes en este espacio digital. Espero volver. De no ser el caso, recuerden: caí ante un toro. Como un torero. Ha llegado el Niño de Landete.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
