Hoy he sido, en expresión de muchos, un “esquirol”. Sí, he ido a trabajar. ¿Quiere decir eso que estoy a favor del modo de hacer frente a la crisis del Gobierno? No, me parece repugnante que estemos pagando las consecuencias de un drama quienes no lo hemos ocasionado. ¿Ha sido por miedo a ser mal visto en el trabajo o por no querer perder el sueldo del día? No, en absoluto; quiero creer que mis principios valen mucho más que todo eso. Ha sido, precisamente, por mis principios. Hace mucho tiempo que he tomado una decisión: no voy a volver a ir detrás de quien considero un hipócrita. No volveré a seguir la convocatoria organizada por un representante de poder que considere falso: lo que incluye a algunos gobernantes, sindicalistas… u obispos. A todos ellos yo los llamo politicastros. Y a estos les achaco gran parte de los males que padecemos el conjunto de la sociedad.
Toxo y Méndez, líderes respectivamente de los dos principales sindicatos, CCOO y UGT, han llevado la voz cantante a la hora de convocarnos hoy a una huelga general. No la he secundado por considerar que ambos son unos politicastros de la peor calaña. Pertenecen a la élite privilegiada que se lucra personalmente, que pronuncia grandes discursos y esconde graves hipocresías. Defenderé a muerte el derecho a huelga como principio esencial de nuestra democracia, y hoy seguiría a ciegas a sus antiguos predecesores: Marcelino Camacho y Nicolás Redondo. Ellos hicieron creíbles a CCOO y UGT. En los tiempos duros del franquismo, se jugaron el tipo desde la clandestinidad, al lado de la clase obrera y siendo ellos mismos trabajadores. Ellos no vivieron “del” sindicato, sino “para” el sindicato.
Ver a Toxo y Méndez, demagogos politicastros, hablar de los derechos del trabajador, me produce asco. Y ellos solo representan a muchos otros politicastros sindicalistas que han formado parte de los consejos directivos de cajas de ahorro que se han llenado los bolsillos con millonadas desde la corruptela y el engaño al pequeño ahorrador. O a los caraduras cuyo único trabajo consiste en fichar y calentar la silla. O a los sinvergüenzas que denuncian una reforma laboral y usan esa misma legislación para despedir con menos derechos a sus más desprotegidos trabajadores (una situación que también se ha dado en los sindicatos). España necesita a los sindicatos. Son pilares de nuestra democracia y eso lo defenderé siempre. Otra cosa es que no crea en los actuales politicastros que se enseñorean en ellos.
Por cierto, soy ciudadano de la Comunidad de Madrid. Vivo en Arganda del Rey y trabajo en Boadilla del Monte. Todos los días acudo a mi puesto laboral en transporte público, haciendo un total de cuatro trasbordos entre metro, tren y bus. En total, si se me dan bien, tardo en mi desplazamiento entre una hora y cuarto y una hora y media, a la ida y a la vuelta. Hoy, como muchos otros, he sido secuestrado por el boicot encubierto de quienes criticaban los servicios mínimos “abusivos” en el transporte público. Por la mañana, he tardado algo más de dos horas. Y, por la tarde, tres horas y cuarto… ¿Es justo? ¿No tengo derecho a llegar a casa tras un día de duro trabajo? Por cierto, en medio de las hordas que se abalanzaban a alcanzar vagones absolutamente abarrotados de gente, en medio de una asfixia y una violencia soterrada (podía haber pasado algo grave), no he visto ni a Toxo ni a Méndez… ¿Será que no han ido a la manifestación en metro? ¿Será que no conocen que la clase trabajadora va en metro?
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
