HAY GENTE PARA TODO

La maciza, los salidos y el truco del pobre ciego

Los judíos o los escoceses hacen muchas bromas sobre ellos mismos, pero los japoneses, no

No hay nada más gratificante que los buenos sentimientos, aunque en este caso y aunque sea en broma, los beneficiarios sean unos caraduras de espanto.

El sentido del humor cambia según los países.

En el extranjero, hay chistes que dejan de tener gracia y otros que no se entienden.

Pero hay elementos comunes a todas las culturas.

Hay aspectos transversales que hacen reír a las personas en diferentes culturas, como el ridículo de otros, la ruptura de tabúes sexuales y escatológicos, los insultos, la violencia, la burla, la payasada o imitaciones satíricas.

Pero los expertos ni se ponen de acuerdo sobre qué es el humor o el sentido del humor.

Sobre un punto sí hay consenso: parece algo inherente a cada cultura: los judíos o los escoceses hacen muchas bromas sobre ellos mismos, pero los japoneses, no.

Hay toda una legión de cómicos que son muy populares en su país, pero que fuera de sus fronteras nadie ha oído hablar de ellos.

Cantinflas es casi un desconocido fuera de Iberoamérica; Lenny Bruce, el monologuista estadounidense que causó muchos escándalos, ha tenido poco éxito en Europa; Torrente es un nombre que no dice nada en muchos países europeos; el personaje de Fantozzi, un auténtico fenómeno de culto en Italia, es un objeto misterioso en el resto del mundo y Totó, que protagonizó centenares de películas italianas y trabajó con Pasolini, tiene un sentido de humor prácticamente intraducible.

Los especialistas hasta han confeccionado un instrumento específico para plasmar todas estas diferencias: el Humor Style Questionnaire.

Se trata de un test que consiste en 32 preguntas para saber qué tipo de humor practica uno.

Existen varias categorías: está el llamado humor afiliativo, que sirve para reforzar la pertenencia a un grupo; el de autoafirmación, basado en la exageración de uno mismo; el agresivo, más enfocado hacia el otro, y el de autodescalificación, centrado en la autoironía.

Hay países que optan más por uno que por el otro.

Los norteamericanos cuentan más historias anecdóticas que chistes y valoran más los cómics y las viñetas. Usan el humor para encandilar a los demás. O para superar las adversidades de la vida, como forma de supervivencia. Hasta son capaces de reírse de los huracanes.

El inglés se basa más en la ironía y en el juego intelectual.

Los ingleses lo utilizan para llamar la atención, como forma de presumir de un estatus, y poco importa si sea gracioso o no: les ayuda a superar la situación.

El español, en cambio, es más un humor centrado en uno mismo, con dobles sentidos y con muchos chistes.

Como regla, el chiste tiene más gracia en el país donde hay el tabú que se pretende romper o atacar.

Por eso los chistes sobre el Papa son frecuentes y populares en Italia o Irlanda, pero a lo mejor en otras culturas no tienen tanto éxito.

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