Pakistán: probable embrión de un próximo 11-S

Pakistán: probable embrión de un próximo 11-S

(Michael Gerson).-Es también la región desde la que es probable que salga el próximo ataque contra América estilo 11 de Septiembre, si llega.

El éxito militar a menudo se recompensa con la oportunidad y el honor de tener éxito — o fracasar – a una escala aún mayor.

Según algunas versiones, el General David Petraeus – salvador de Bagdad, liberador de Anbar – prefería un destino europeo más tranquilo como su próxima escala en el camino a convertirse en jefe del Estado Mayor. En su lugar, fue puesto a cargo del Mando Central, encargado del salvaje oeste del mundo, desde los piratas del Cuerno de África hasta los criminales uzbecos al sur de Waziristán. Es la ubicación de dos guerras americanas y la base central del levantamiento jihadista global. Es también la región desde la que es probable que salga el próximo ataque contra América estilo 11 de Septiembre, si llega.

Cuando es entrevistado, Petraeus no parece un hombre bajo apremios que harían sudar a Atlas. Su estilo es conciso y templado. Reparte mapas y gráficos sobre tácticas de contrainsurgencia como si fueran caramelos de Halloween, asumiendo que usted está ansioso de recibirlos. «Si es importante,» bromea, «tenemos una presentación en PowerPoint que lo ilustra.» Tales presentaciones pueden servir de sucedáneo del pensamiento real. En este caso, los dibujos expresan una visión del mundo desarrollada y viva: no hay fórmula mágica para combatir a las insurgencias traídas de Irak. Es la adaptación lo que conduce al éxito. El método puede imponerse al caos – pero el método es la improvisación.

Esta teoría puede ser puesta a prueba de la forma más cruda en las regiones tribales de Pakistán, a manos de una violencia irracional que desafía el resumen en PowerPoint. Las Zonas Tribales Federalmente Administradas y la Provincia de la Frontera Noroccidental empobrecidas y remotas de Pakistán no están administradas en la práctica por nadie. Y en este vacío de civilización se ha congregado una desagradable colección de asesinos, criminales e ideólogos islamistas. Los líderes de Al-Qaeda se mezclan y casan con las familias Talibanes afganas. La red Haqqani lanza ataques contra las tropas estadounidenses desde el interior de Afganistán. El talibán paquistaní lanza amenazas contra la Casa Blanca y Nueva York.

La guerra de Irak demostró que es posible – con la voluntad y los recursos adecuados – combatir a una insurgencia protegiendo a la población, ganando confianza e Inteligencia, y volviendo a los líderes locales contra los radicales. Pero en Pakistán, América tiene que alentar una campaña de contrainsurgencia distante, a través de un socio que no es de fiar y que también nos considera indigno de confianza.

Petraeus reconoce que meter al ejército paquistaní en este enfoque no será rápido ni fácil. Después de todo, dice, «nos llevó años a nosotros, con las instituciones militares más capaces y mejor abastecidas del mundo.»

Pakistán tiene décadas de relaciones con los Talibanes, que con frecuencia le han servido de delegación en Afganistán. Y la obsesión tradicional del ejército paquistaní ha sido la India por el este, no el desorden de sus regiones tribales occidentales. Pero conforme la violencia terrorista ha invadido más partes tranquilas de Pakistán, Petraeus concibe un cambio radical. «La gran idea que está emergiendo aquí es que la amenaza existencial más importante para el país se encuentra al oeste, no al este.» Aunque no pronostica un papel para «los americanos sobre el terreno,» argumenta que «los paquistaníes están decididos a combatir a sus enemigos ellos solos… No llevando a cabo una guerra americana contra el terror, sino su propia guerra contra los extremistas que han perpetrado ataques de violencia indiscriminada contra paquistaníes.»

Petraeus reconoce que hay un vacío entre la reforma militar paquistaní a largo plazo y la llegada de amenazas acuciantes para los intereses y los efectivos estadounidenses desde las regiones tribales. Este vacío, como han demostrado los acontecimientos recientes, será ocupado por ataques militares americanos dentro de Pakistán.

Todos estos esfuerzos se complican gracias a una situación tribal en Pakistán que podría ser más difícil que la de Irak. Las decapitaciones de la ocupación de al-Qaeda como carta de presentación pueden alienar a los líderes tribales – o intimidarles y destruirles. Petraeus concibe ambos efectos a lo largo de la frontera pakistaní, describiendo un sistema tribal que está dañado, pero que aún es lo bastante fuerte para volverse contra los radicales. Parece un delgado hilo que sostiene una pesada esperanza. Pero no hay muchas alternativas.

Petraeus destaca las ventajas americanas en esta campaña de contrainsurgencia a distancia, particularmente el orgullo y la eficacia del ejército paquistaní. Pero una de las mayores ventajas podría ser el propio Petraeus. Los paquistaníes sienten un profundo recelo de la permanencia de la potencia americana en caso de combate encarnizado. Tienden a ver a nuestro país a través del prisma de Somalia – y una retirada iraquí prematura habría confirmado esa imagen más allá de toda cuestión.

Petraeus podría estar únicamente dotado para convencer a nuestros amigos en la región del compromiso a largo plazo de América, precisamente porque no abandonó Irak a su suerte – porque él es el hombre que se quedó.

© 2008, The Washington Post Writers Group

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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