Este 6 de junio de 2025, la pugna entre Donald Trump y Elon Musk ha pasado de los rumores de distanciamiento a una guerra abierta y pública.
Lo que comenzó como una relación pragmática entre el presidente estadounidense y el empresario más polémico del país ha derivado en una batalla marcada por insultos personales, amenazas económicas y denuncias que resuenan en todos los ámbitos del poder en Washington.
El detonante ha sido la dura oposición de Musk al proyecto presupuestario “One Big Beautiful Bill”, la propuesta estrella de Trump, que incluye amplios recortes fiscales, más gasto en defensa y migración, y la eliminación de subsidios a energías limpias.
Musk, hasta hace poco administrador del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), no solo criticó la ley, sino que la tildó de “abominación repugnante” y acusó a sus promotores de actuar con “vergüenza cero”.
Según Musk, el plan aumentará el déficit fiscal en más de 2,4 billones de dólares en diez años, agravando una deuda ya desbocada.
La ruptura: insultos y amenazas cruzadas
La tensión escaló rápidamente en redes sociales. Musk publicó en X (antes Twitter): “Sin mí habría perdido las elecciones. Los demócratas controlarían la Cámara y los republicanos tendrían solo una mayoría mínima en el Senado. Vaya ingratitud”. Este dardo directo a Trump fue el primero de muchos.
Trump respondió en rueda de prensa: “Siempre me cayó bien Elon, pero claramente está molesto porque eliminamos los créditos fiscales para autos eléctricos. Eso afectó directamente a Tesla”. Pero no se quedó ahí: en Truth Social, fue aún más rotundo: “La manera más fácil de ahorrar miles de millones es eliminar los subsidios y contratos gubernamentales de Elon”. El presidente remató con un ataque personal: “Elon se volvió loco” y aseguró que había intentado colocar a un allegado como jefe de la NASA, propuesta rechazada por su administración.
Las frases más duras
- “Sin mí no serías presidente”, lanzó Musk en X.
- “Elon se volvió loco”, replicó Trump en Truth Social.
- “Le quitamos el mandato de vehículos eléctricos que obligaba a comprar autos que nadie quería”, justificó Trump ante la prensa.
- “Trump está en los archivos Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos”, disparó Musk posteriormente.
La acusación sobre los archivos Epstein —que contienen supuesta información sobre la red criminal del financiero Jeffrey Epstein— supone una escalada sin precedentes. Musk insinúa así vínculos turbios entre Trump y uno de los mayores escándalos recientes en EE UU.
El punto clave: subsidios y contratos gubernamentales
Más allá del cruce personal, lo que realmente pone nerviosos a los mercados es la amenaza real que ha lanzado Trump: cortar todos los subsidios y contratos federales ligados a empresas controladas por Musk. SpaceX, pieza esencial para las misiones espaciales estadounidenses y aliada estratégica para el Pentágono, firmó recientemente un acuerdo con la Fuerza Espacial valorado en 5.900 millones de dólares para lanzamientos durante los próximos cinco años. Starlink, filial para telecomunicaciones seguras, también tiene contratos millonarios con Defensa e Inteligencia.
Tesla podría verse afectada si se cancela un contrato pendiente para suministrar cientos de camionetas Cybertruck al gobierno federal. El golpe económico sería brutal para el imperio tecnológico del magnate.
Las palabras exactas de Trump sonaron claras: “La forma más fácil de ahorrar dinero es terminar con los subsidios y contratos gubernamentales de Elon. ¡Siempre me sorprendió que Biden no lo hiciera!”.
Musk contraatacó anunciando que SpaceX podría comenzar a desmantelar su nave Dragon, crucial para la Estación Espacial Internacional, lo que provocaría un terremoto en la cooperación espacial global. La amenaza fue interpretada tanto como presión política como advertencia técnica.
Contexto político e impacto futuro
Esta ruptura llega tras meses donde ambos líderes mantenían una alianza pragmática. Musk asesoró a Trump desde dentro del gobierno (como responsable del DOGE), impulsando reformas tecnológicas y recortes burocráticos. Hasta hace dos semanas Trump alababa su papel modernizador. Pero el enfrentamiento por el presupuesto revela fracturas profundas sobre el rumbo fiscal y energético del país.
En Washington crece el temor a una guerra total entre ambos colosos:
- Los partidarios trumpistas ven traición en las críticas abiertas del empresario.
- Los mercados temen represalias cruzadas que paralicen proyectos estratégicos.
- En círculos científicos inquieta la posibilidad real de perder acceso a servicios esenciales como Starlink o lanzamientos espaciales.
Ambos mantienen seguidores fieles —y muy activos— en redes sociales. La polarización crece cada hora.
¿Qué puede pasar ahora?
El Senado debe votar el proyecto presupuestario antes del verano. Si se mantienen las amenazas, podríamos ver:
- Bloqueo o revisión urgente de grandes contratos federales con SpaceX/Tesla.
- Reacciones adversas en bolsa ante posibles cancelaciones.
- Presión internacional sobre EE UU si peligra la cooperación espacial o militar.
- Nueva oleada mediática si aparecen más datos sobre los supuestos “archivos Epstein”.
En las próximas semanas se sabrá si las amenazas quedan solo en palabras o si Trump activa medidas ejecutivas para castigar financieramente a Musk. La guerra entre ambos ya ha cambiado —quizás para siempre— el mapa político-tecnológico estadounidense.
Lo único seguro hoy es que este choque entre dos titanes no tiene precedentes inmediatos ni desenlace previsible. El espectáculo apenas acaba de empezar.
