El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Estoy en deuda con Gustavo Adolfo

ESTOY EN DEUDA CON GUSTAVO ADOLFO

Dilecta Pilar:

Transcurridas en paz (en varios lugares del planeta Tierra ha seguido habiendo guerra, claro; para variar, como si en la variedad siempre estuviera o radicara el gusto; comentario escrito con recochineo, por supuesto) las Navidades (a Pedro Sánchez los Reyes Magos, expertos en el ilusionista arte del birlibirloque, que dominan como nadie, le trajeron el regalo que más ilusión le hacía o tanto ansiaba, ser investido presidente de Gobierno), hoy, viernes, 10 de enero, he vuelto a la normalidad, o sea, a leer tu artículo (pertinentemente titulado “Por un voto”) en el Heraldo de Aragón. Quien solo haya leído el titular ha podido colegir (marrando morrocotudamente, por cierto) que el susodicho rótulo contenía un yerro (al pensar que el mentado hacía referencia a que Sánchez había superado la investidura no por uno, sino por dos votos, como así sucedió). No te habías quedado corta, no, pues ibas por otro derrotero. Quien haya pasado su vista por ella, de cabo a rabo, esto es, quien haya coronado tu columna, en la página 22 del diario arriba mencionado, habrá completado, por su propia cuenta y riesgo, sin apenas problemas, la breve rima XXIII de Gustavo Adolfo Bécquer: “…, yo no sé / qué te diera por un beso”. ¡Cuántos estamos en deuda con el poeta sevillano! ¡Cuántos amantes (jóvenes y viejos) no se los habrán recitados (y varias veces) a sus amadas/os!

Como otras muchas anteriores, la presente columna también me ha gustado sobremanera; entre otras razones de peso: por los ejemplos (leyendas de Florinda la Cava, de Caracena, del clavo) que has puesto o propuesto, coincidentes con ese principio jurídico que viene a decir que la causa de la causa es causa del mal causado; por las referencias que has hecho a las vidas de varias/os santas/os, destacando entre ellas, la de san Camilo de Lelis, tan querido, por razones obvias, por mí, y a ese pensamiento del teólogo jesuita Karl Rahner (al parecer, escribiste la ene de su apellido antes que la hache), que dirigió a quien había experimentado a Dios de verdad: “En los días venideros, serás un místico o nada en absoluto” (hay quien, como servidor, jugando con dicho adjetivo calificativo, se comió la ese y se tuvo que conformar con lo que quedó, mítico; que conste en acta que no he pretendido molestarte a ti ni a nadie con el apunte hecho, sino, entre burlas y veras, dejar constancia de mi parecer, sin sentir en mi ánimo un ápice de ambición ni una pizca de gana de sentar cátedra); por abogar, implícitamente, por lo que yo di en llamar otrora el DES (acrónimo de dedicación, esfuerzo y sacrificio), base, fundamento o trípode sobre el que suele descansar todo logro decente; por espolearme a rememorar y concluir la famosa rima XXIII de Bécquer; etc.

Recibe y reparte entre tus seres más allegados (si es que los necesitan; si no, entre aquellas personas a quienes, según tu propio criterio, les sean perentorios sentirlos) el doble vagón repleto de abrazos y besos que te manda tu amigo

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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