Pacos

Paco Sande

Lo libre que éramos y no lo sabíamos

Por negarme a creer que el comunismo era algo bueno.

Por negarme a creer aquella mamarrachada que dice que: “Un obrero que vota a la derecha es un pobre imbécil”

Por negarme a creer que durante la Guerra Civil Española, los republicanos eran los buenos y los del otro bando, más malos que Caín

Por negarme a escribir o leer en gallego -que es mi lengua- pero no acepto que me la impongan.

Por protestar ante el que quiso escucharme, y ante el que no quiso también, por el brutal confinamiento al que hemos sido sometidos durante el último año a causa del maldito Covid.

O esa es la escusa que ellos -los gobiernos y gobernantes que «velan por nuestra salud» y que evitan que seamos malos y nos hagamos pupa- han usado para recortar, un más , nuestros derechos y libertades. Los mismos gobernantes que ahora no son capaces de atajar a una pandilla de sinvergüenzas y delincuentes que están destrozando Barcelona, usando como pretexto el encarcelamiento de ese tarado llamado Hasél-Rivadulla.

Por atreverme a decir que, por mucho dictador que hubiese sido Franco, fue mil veces menos dictador que los gobernantes “demócratas” que hoy nos gobiernan; y que aquella España, del dictador, fue mucho más alegre, limpia, libre y feliz, que la España “democrática” que “gozamos” en la actualidad.

Por eso he sido llamado facha.

Pues bien, ¿Qué quieren que les diga!

Tuve la suerte de vivir en un mundo y un país en el que no existían ni los políticos ni la política, – Hubo un tiempo en que creí que eso había sido una desgracia, ahora ya no – , ni se celebraban elecciones, ni teníamos que aguantar la murga de los diferentes partidos políticos tratando de vendernos la moto diciendo que ellos son los mejores, ni teníamos que ir a votar por este o aquel para ver como, al final, gane quien gane esas elecciones, se rejunten, se refocilen y se mezclen, de tal manera, que acaben por formar un gobierno que no hubiéramos

elegido ni hartos de güisqui de garrafón.

Fue un tiempo en el que en la escuela se estudiaba la Historia de España, con su Gesta, sus triunfos, sus victorias, con alguna que otra derrota, y su gloria.

Un tiempo en que mirábamos a nuestra Bandera con orgullo y escuchábamos nuestro Himno con respeto y admiración.

Un tiempo en que se estudiaba en castellano en todas las escuelas de España y nos sentíamos orgullosos de ser españoles.

Un tiempo en que todos trabajábamos y luchábamos por un mundo mejor, una lucha que que aglutinaba a todos los españoles, sin bandearías ni bandos, sin discutir los unos con los otros, sin hechos diferenciales, sin ayudas a los de fuera antes que a los de casa, sin separatistas, sin bandas criminales internacionales, sin familias desestructuradas, sin impuestos abusivos, sin feministas rabiosas, sin políticos insaciables, sin el desdoro como forma de conducta, sin libertinaje

Luego un día, murió el dictador, y llegó la “democracia y la libertad”, algo que todos celebramos como si nos hubiese tocado el gordo de la lotería.

¡Y vaya si nos había tocado la lotería!

No voy a volver a escribir aquí como, desde ese día, empezando por el gobierno de Suárez, hasta Mariano Rajoy, pasando por Felipe González, Aznar y Zapatero, las cosas han ido de mal en peor y, si hemos acabado con Sánchez de Presidente, el impresentable Iglesias de vicepresidente, la señora del impresentable Iglesias de ministra, solo por ser la señora del impresentable Iglesias, unos ministros como Garzón y Echenique y la Lola como Fiscal General, ¿no me dirán que no nos tocó la lotería?

Y, además, nos tocó dos veces, puesto que, aquellos que mirábamos al PP, como tabla de salvación, vemos como ese PP, en su interminable viaje hacia el centro, va, igual que un comenta que viaja hacia el sol, perdiendo jirones de su estructura, su núcleo, todos los ideales que un día dijo representar y defender y actualmente solo queda la sombra, el espectro de lo que un día fue un gran partido.

Como ejemplo, tomemos nuestro Presidente de la Junta de Galicia, el señor Alberto Nuñes Fejóo, ese hombre que prometió que, si ganaba las elecciones y llegaba a ser Presidente, los gallegos podríamos elegir la lengua en la educación escolar de nuestros hijos y terminaría con “Las Galescolas”.

Ganó las elecciones y cambió el nombre de las “Galescolas” por “La Galiña Azul” y ahí se quedó su obra.

Y en vez de mejorar, la cosa fue a peor, puesto que, en aquel entonces, antes de que este señor llegase a Presidente, los papeles que los gallegos recibíamos de estamentos oficiales, venían redactados en gallego y castellano, ahora ni eso, ahora son en gallego o en gallego.

Y, además, en un gallego de laboratorio, un gallego inventado, un gallego que nadie entiende en Galicia.

Y si esto no fuera suficiente , ahora ha ido un paso más allá. porque, como el napoleoncito que se cree ser, nos ha amenazado con multar a todos aquellos que se nieguen a recibir la vacuna.

Así, con un par y sin despeinarse.

¡Como para ir a mear y no echar gota!

Y viendo todo esto, ¿Quién no ha pensado alguna vez..? ¡Cuanta libertad hemos perdido con la democracia!

Lo libre que éramos con el “dictador” y no lo sabíamos.

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