Lo que ha ocurrido es una confirmación más de un sistema que opera al servicio del chavismo, ignorando las acusaciones de fraude y los reclamos de una oposición que, aunque fuerte en su denuncia, se enfrenta a un muro institucional impenetrable.
El TSJ, liderado por Caryslia Rodríguez, ha certificado sin reparos los resultados de las elecciones del 28 de julio, en las que Maduro fue proclamado vencedor con un 52% de los votos.
La rapidez y la firmeza con la que se ha emitido esta sentencia no deja lugar a dudas: las instituciones venezolanas están alineadas para perpetuar el poder de Maduro, sin importar las pruebas o el clamor popular que puedan surgir en su contra.
La oposición, encabezada por María Corina Machado y su candidato Edmundo González Urrutia, asegura que este último ganó con un 67% de los votos y ha publicado copias de las actas que supuestamente lo demuestran. Sin embargo, estas pruebas son desestimadas automáticamente por un gobierno que controla no solo el poder electoral, sino también el judicial y el legislativo.
Q canarias
Zapatero: “La comunidad internacional condena a Venezuela, pero está mal informada”.Menudo hijo d, ya caerás cerdo. pic.twitter.com/3bCZJg0Kie
— Roberto Climent (@RobertoCliment3) August 20, 2024
Las reacciones internacionales tampoco se han hecho esperar. Estados Unidos, la Unión Europea y varios países latinoamericanos han desconocido la proclamación de Maduro, argumentando que estas elecciones carecen de legitimidad.
La misión independiente de la ONU ha sido clara al señalar la falta de independencia del TSJ y del Consejo Nacional Electoral (CNE), calificándolos como piezas de una maquinaria represiva.
A nivel interno, la respuesta del gobierno ha sido la esperada: acusaciones de golpe de Estado, violencia y amenazas de cárcel para los líderes opositores.
La fiscalía ya ha abierto investigaciones penales contra González Urrutia y Machado, mientras que el Parlamento, controlado por el chavismo, sigue aprobando leyes que buscan silenciar cualquier voz disidente.
Actitud prepotente y matonil del ministro Ábalos cuando le preguntan sobre su reunión con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez.
¿Qué negociaría con la jefa chavista que tiene prohibida su entrada en espacio Schengen por las sanciones de la UE a Venezuela?
¿Qué esconde? pic.twitter.com/UOv1ZalYJU— Guaje Salvaje (@GuajeSalvaje) January 24, 2020
Lo que estamos presenciando en Venezuela es un despliegue de poder absoluto, donde las instituciones están al servicio de un proyecto político que se resiste a ceder, incluso frente a la presión internacional y el descontento popular. La democracia en Venezuela, si alguna vez existió, parece ahora una sombra lejana.
La narrativa oficial insiste en la legitimidad de Maduro, pero el mundo y, más importante aún, los propios venezolanos, saben que la verdad es otra.
En un país donde la justicia ha sido secuestrada y la voluntad popular es ignorada, la esperanza de un cambio real parece más lejana que nunca.