La presión es real.
Con ultimátum y advertencias sombrías.
El Canal de Panamá, arteria vital del comercio marítimo mundial, se ha convertido en el epicentro de una disputa que mezcla nacionalismo, estrategia global y advertencias bélicas.
Marco Rubio, secretario de Estado de EE.UU., culminó este 2 de febrero de 2025 una visita tensa y simbólica: exigió al gobierno panameño que reduzca la presencia china en la zona canalera.
Horas después, Donald Trump reiteró su amenaza: «Si no recuperamos el canal, algo muy poderoso ocurrirá».
Rubio llegó a Panamá con un mensaje directo para el presidente José Raúl Mulino: «La influencia china en el canal viola los tratados de neutralidad. Si no actúan, nosotros lo haremos».
Según The Wall Street Journal, el Departamento de Estado ha identificado dos riesgos clave:
- Hutchison Ports, empresa con sede en Hong Kong, controla dos puertos en los extremos del canal bajo un contrato vigente hasta 2046.
- Proyectos chinos de infraestructura cercanos, como un puente en construcción, podrían «bloquear el tránsito en caso de conflicto», según un informe del Senado estadounidense.
Mulino respondió con diplomacia pero firmeza: «La soberanía panameña sobre el canal es innegociable».
Sin embargo, abrió una puerta: anunció una auditoría al contrato de Hutchison Ports y sugirió «reevaluar» algunos acuerdos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, proyecto insignia de Pekín.
La sombra de la fuerza militar
Desde Florida, Trump escaló la retórica.
En una rueda de prensa en Mar-a-Lago, aseguró: «Panamá rompió el tratado al dejar que China opere el canal. Lo recuperaremos, con o sin su consentimiento».
Aunque descartó «por ahora» una invasión, recordó que «nunca se descartan opciones cuando hablamos de seguridad nacional».
El fantasma de 1989 —cuando EE.UU. invadió Panamá para derrocar a Manuel Noriega— resurge en las calles.
Ernesto Pérez Balladares, expresidente panameño, advirtió en Politico: «Si Trump usa la fuerza, habrá miles de muertos. Y nosotros abriremos la frontera del Darién a los migrantes».
Pekín niega cualquier injerencia. Mao Ning, portavoz de Exteriores chino, declaró: «Respetamos la soberanía panameña. Nuestras empresas solo cumplen contratos comerciales».
Pero los datos pintan otro panorama:
- 65% de las exportaciones panameñas a China son cobre, clave para la industria tecnológica global.
- $2.300 millones invirtió China en Panamá entre 2017 y 2023, según el Council on Foreign Relations.
Lee Kuan Yew, analista del Atlantic Council, lo resume: «China usa el canal como punta de lanza en Latinoamérica. Si EE.UU. lo recupera, perderían su mayor triunfo geopolítico regional».
La bomba de relojería
El canal mueve $270.000 millones anuales en comercio. Un bloqueo o intervención dispararía costos:
- Un barco que evite el canal y rodee Sudamérica gastaría $150.000 extra en combustible, según FreightWaves.
- 40% del tráfico de contenedores de EE.UU. pasa por allí, incluyendo el 60% del gas natural licuado destinado a Asia.
María González, economista jefe de Citigroup Latinoamérica, alerta: «Una crisis aquí generaría inflación global. Los precios del café, el aguacate o los microchips se dispararían».
Miles de panameños salieron a las calles este domingo.
En la plaza de Santa Ana, quemaron efigies de Trump y Rubio.
«No somos colonia», coreaban.
La policía antidisturbios usó gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes cerca de la embajada estadounidense.
Datos clave del canal en 2025:
- 14.000 barcos lo atraviesan al año.
- $3.200 millones en peajes generó en 2024.
- 10.000 empleos directos dependen de su operación.
Expertos consultados coinciden en tres escenarios:
Escenario | Probabilidad | Consecuencias |
Acuerdo bilateral | 30 % | Panamá cede gestión parcial a EE.UU. |
Sanciones económicas | 45 % | Congelación de activos panameños en EE.UU. |
Intervención militar | 25 % | Crisis humanitaria y caos comercial |
Carlos Pérez, exembajador de Panamá en Washington, lo dice crudo: «Trump quiere un golpe de efecto para su campaña 2028. Pero jugar con el canal es como prenderle fuego a la mecha de una granada».
Mientras, en las esclusas de Miraflores, los barcos siguen pasando.
Pero nadie sabe si, en unos meses, lo harán bajo banderas panameñas, estadounidenses, o en medio de un conflicto que redibuje el mapa del poder global.