No se fíen de la supuesta imagen dulce y amable de la exalcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. La «abuelita lobo’, tal y como la ha definido Federico Jiménez Losantos, es una experta en propagar urbi et orbe estampas cotidianas e igual un día la ves haciendo magdalenas como al otro estar detrás del mostrador vendiendo ropa. ¡Puro marketing!
Carmena se quiere hacer la perfecta jubilada, desinteresada en la vida política, pero no engaña a nadie. Es más, de haber sumado mayoría absoluta con el PSOE de Pepu Hernández, hoy seguiría al frente de la Alcaldía de Madrid. Y ahora está a la espera de que Pedro Sánchez, a última hora, logre ser investido presidente del Gobierno y que este le otorgue una cartera ministerial.
Por eso, pese al edulcarado y empalagoso publirreportaje de El Independiente y recogido por 20 Minutos, no se crean que Carmena está por la labor de esta jugando a las tienditas y vendiendo los sábados por la mañana ropita infantil. Es solo pura fachada.
La tienda en cuestión se llama Zapatelas y está en el barrio de Malasaña, un negocio que puso la exalcaldesa en el año 2010 y al que ha vuelto los sábados desde que dejó de ser alcaldesa:
Al volver a la sociedad civil he querido volver, lo cual me encanta. Estoy todos los sábados por la mañana aquí despachando de 11 a 14.30 horas. La monté cuando me jubilé de la judicatura. Heredé un montón de telas de mi suegra, una persona con una capacidad estética muy grande. Y me dije que qué hacía yo con tanta tela. Hice unos zapatos de tela, gustaron entre los míos y empecé a pensar que quién podía hacer este trabajo. Y resolví: las presidiarias. Después se nos abrió un campo para poder colaborar con personas que no tenían ninguna posibilidad de acceder al mercado de trabajo.