La gala de los Goya sigue dando coletazos en los espacios de opinión de la prensa de papel española este 20 de febrero de 2013. También se hacen su hueco el asunto Urdangarín y otros casos de corrupción, así como el debate sobre el Estado de la Nación. Una vez más Raúl del Pozo tira de una ‘garganta profunda’ para ofrecer una ‘perlita’ informativa en su columna diaria. Esta vez, su informante es del Partido Comunista de España y nos anuncia la creación de una lista electoral con presencia de una articulista de El País, un ex alto cargo franquista transmutado en izquierdista antiglobalización y alguno más.
Comenzamos en esta ocasión en la margen izquierda del periodismo impreso madrileño. Ya, ya; siempre habrá algún votante de Izquierda Unida o un admirador de Fidel Castro que nos dirá que El País es un paladín del ‘ultra-neoliberalismo-radical-por-capitalismo-salvaje’, pero más allá de fantasías de quienes sueñan con Lenin, Mao u Hoxa, la realidad es la que es.
Pero no nos desviemos del tema y vayamos a la contraportada del diario de PRISA. Allí nos encontramos con una Elvira Lindo que, por una vez, plantea cosas sensatas. Su artículo se titula Dimisiones y arranca enumerando una serie de casos de otros países europeos en los que los protagonistas presentaron su renuncia por casos mucho menos graves que el menor de los chanchullos políticos que cada día aparecen en la prensa española. Añade:
En España lo deshonroso es dimitir. Se considera que solo se ha de abandonar el cargo si te lo ordena el partido, y los partidos, con 300 imputados por corrupción, hace tiempo que decidieron que la mejor defensa era el inmovilismo. Esa es una de las causas de su desprestigio: no asumen que su posición conlleva una ética, de tal forma que, cada día que pasa, Ana Mato socava con su presencia la credibilidad del sistema.
Concluye con un aviso para la Casa Real:
Algo así está pasando con la monarquía: a diario se pierde un juancarlista y decrece el prestigio acumulado por el Rey en la Transición. La lentitud de los cambios puede hacerse insoportable. Y alguien debería advertir a los que se aferran a su posición que han perdido el crédito que un día se les concedió.
Pegamos ahora un salto y nos pasamos a La Gaceta, donde una de las estrellas al alza del Grupo Intereconomía se despacha con el mundillo del cine patrio. Hablamos de Fernando Díaz Villanueva, autoproclamado ‘primera autoridad nacional en perroflautología’ —Fernando Díaz Villanueva: «Las asambleas de los indignados son más políticamente correctas de Bibiana Aído»— y autor del artículo titulado ‘Progredumbre, trinque y esperpento’.
Creo que no existe industria más divorciada de su propia clientela que la del cine español. Y eso haciendo un inmenso esfuerzo al llamarle industria, porque de industria tiene poco y mucho de grupo organizado para trincar subvenciones públicas. Una industria la define una parte ofertante de un determinado producto o servicio y otra que lo demanda. En el caso de los cinecitos destepaís, que así es como sus paladines denominan a quien que les da de comer, sólo hay oferta y, por lo general, de pésima calidad. La demanda, que existe, y mucha, se decanta por el cine que hacen en América.
Tras señalar que uno de los motivos por los que el público no acude a ver películas españolas es por su calidad inferior a las estadounidenses, dice:
La segunda razón es que el cine destepaís decidió hace muchos años insultar a la mitad de su audiencia potencial. Lo hizo de manera directa, sin demasiados disimulos, y lo sigue haciendo siempre que se le presenta la ocasión.
Añade:
Resumiendo, hace ya muchos años resolvieron que los únicos espectadores que merecían la pena eran los lectores del blog de Nachojcolar, y, claro, así les luce el pelo ahora. De hecho no les luce. Los lectores de este blog, más conocido en la red como «el estercolar», no sólo son habituales del iPhone, sino también del cine importado de Hollywood. Así que nadie ve sus películas. Lo suyo se queda en progredumbre, trinque y esperpento. Luego el perro empieza a morderse la cola. Como nadie paga por ver sus bodrios ponen el cazo al Gobierno, que es, por lo demás, a quien de verdad sirven como genuinos intelectuales orgánicos del régimen. Un poco a lo Bertolt Brecht con los tiranuelos de la RDA pero en plan María Barranco poniendo voz de lerda.
Concluye:
Pero, ¡ay!, se ha acabado el dinero. No hay peor amo que el Estado como ya han podido comprobar en sus propias carnes los funcionarios. Sin subvenciones y sin vender una maldita entrada todo lo que les queda es eso, la pegatina y el creerse que son alguien, que representan alguien, que alguien les admira.
Pasamos ahora a El Mundo, donde nos encontramos con una de las columnistas que posee uno de los estilos más amenos y divertidos de la prensa española, Carmen Rigalt. Firma Tal para cual, y puede causar un profundo dolor de cabeza –otro más– a los responsables de elaborar los resúmenes de prensa de la Casa del Rey:
El caso Urdangarin es un barómetro estupendo para medir los sentimientos de la gente. Sobre todo, los sentimientos respecto a la familia real (sin Urdangarin dentro: por muy empalmado que esté, el yerno no pertenece a ella). Con el devenir de los meses, esos sentimientos han sido cambiantes y han atravesado diferentes fases. Todavía quedan españoles que defienden a la primera familia del país, pero no hay que interpretarlo como un acto de fe monárquica.
Tras defender que la infanta Cristina, «por una cuestión de simetría matrimonial» debería de estar imputada, habla sobre su marido y su socio:
A priori, el yerno tenía muchas papeletas para gozar de ventajas judiciales. Digamos que en el maniqueo reparto de papeles, Urdangarin partía como el bueno de la película (un bueno pervertido, pero bueno al fin) mientras que Diego Torres aparecía como el mismísimo Lucifer, con el tridente en una mano y el rabo entre las piernas. A Torres, en ningún momento se le ha concedido (ni de boquilla) la presunción de inocencia. Es el traidor y se debe a las felonías.
Concluye de forma contundente:
Pero aparte está el Rey, ya digo. El Rey contaba con el afecto popular, y seguiría contando si no fuera porque los hechos se empeñan en llevarle una y otra vez contra las cuerdas. A España le duele el Rey, pero no está tan claro que al Rey le duela España. Él ha sido el principal consentidor. Los dos ángeles exterminadores de la Monarquía no son Torres y González-Peeters sino Corinna y Urdangarin, dos buitres en la corte del Rey Juan Carlos. Tal para cual.
Continuamos con Raúl del Pozo. A este humilde lector de columnas le ocurre con él lo contrario que con su buena amiga Rigalt. Es ver que ella firma un artículo y ya aparece la sonrisa en la cara, uno se espera, como poco, un par de frases brillantes y un toque de diversión. Cuando el texto al que uno se ha de enfrentar es de él, sin embargo, a uno le embarga un sentimiento de pereza.
Es injusto, cierto es, muchas veces resulta una lectura gratificante, bien sea porque logra un estilo ameno, bien porque desvela algo interesante. Pero en otros casos lo cierto es que resulta muy aburrido y de una previsibilidad mayor que aquella de la que presumía Rajoy antes de ganar las elecciones generales. En esta ocasión, Del Pozo nos ofrece, sobre todo al final, su mejor cara en Debate de la Nación.
Escribe con cierta gracia para lamentar, citando a varios políticos, profesores y escritores, que el 15-M se haya disuelto y prácticamente no quede nada de aquellos indignados. Pero lo bueno, lo realmente jugoso, llega en el párrafo final:
Aquellos oenegeros, libertarios, ángeles custodios de los desahuciados, se acercan a IU, pero IU se cuartea como Syriza a la española. Me informa un dirigente del PCE que Antonio Gutiérrez, Almudena Grandes, García Montero, Berzosa y Mayor Zaragoza, bajo el liderazgo de Llamazares, están pintando ya un cartel para las europeas.
Lo mejor de cada casa, que diría el castizo. Y que no significa otra cosa que ‘lo peor que se puede reunir’.
Ponemos el cierre a nuestro repaso diario a las columnas con La Razón. Alfonso Merlos publica Las cosas de comer, donde analiza las estrategias previsibles de PP y PSOE en dicho encuentro parlamentario.
No se devanen los sesos preguntándose por qué. Los socialistas ni saben ni quieren jugar. Les falta un plan y una estrategia, creatividad y talento, tienen poco entrenada la táctica, y desde luego la alineación con la que comparecen se parece más (¡mucho más!) a la de un equipillo de aficionados que a la de una escuadra de Champions.
Del PP dice:
Afortunadamente, Rajoy y su Gobierno están a lo que hay que estar: a las cosas de comer. A intentar hacer el relato y el proyecto de cómo se aplacará el todavía desbocado paro, cómo se paliará el drama de los desahucios durante tantos años infravalorado por Zapatero y cómo se embridarán las cuentas públicas para conseguir lo que necesitamos: los inversores deben llegar a España para ayudarnos a crear riqueza y los acreedores deben tener pleno convencimiento de nuestra solvencia para seguir financiando nuestra deuda.
Concluye:
No hay nada que más necesitemos que un camino despejado para ver el futuro más claro y recorrerlo juntos. La crisis tuvo su origen en cada uno de nosotros y en cada uno de nosotros está la semilla de su solución. ¿Nos atrevemos con ello?
También en el diario de Marhuenda, Julián Cabrera escribe sobre Sueldos y Corrupción:
Decía hace poco el alcalde de Barcelona, Xavier Trías, que le parecía un escándalo el bajo sueldo del presidente del Gobierno y, abundando en algo que se ha colado de lleno en el debate político nacional, venía a sugerir que un Estado con políticos muy mal pagados incrementa el peligro de corrupción.
Admite que es cierto que muchos políticos en España están peor pagados que sus equivalentes de otros países, pero niega que eso lleve a la corrupción:
A nadie desde la honradez se le ocurre meter la mano en la caja sencillamente porque crea que está mal pagado, salvo que seamos tan ingenuos de pensar que Luis Roldán, antes de «establecerse» en Laos, se levantó mil millones de pesetas porque el insuficiente sueldo de director general de la Guardia Civil le impedía llegar a fin de mes. Es cierto que nuestros políticos ganan poco y que decirlo con la que está cayendo resta votos, pero con la corrupción no se acaba ni subiendo sueldos, aunque en según qué casos sea justo, ni con sonrojantes «Full Monty’s» fiscales y patrimoniales.