Robyn A. M. creyó en 2011 haber encontrado al amor de su vida. A sus 68 años, esta mujer natural Singleton (Australia) sintió como su amistad con Bismarck A. L., un nicaragüense residente en Madrid de 36 años, se transformaba en algo más. Ambos se habían conocido a través de Facebook.
Tras tres años de mensajes, confidencias y promesas virtuales, la mujer viajó a España. Quería conocer a su amado. Bismarck se comportó con ella como un caballero. Y, entre lisonjas y palabrería, le propuso que vendiera su vivienda en Australia para adquirir un piso en Madrid donde vivir juntos.
La mujer accedió. Y en febrero de 2015 transfería 136.347 euros desde el Wetpack Banking Corporation a la cuenta de su Casanova en Madrid. Con el dinero en el bolsillo, el nicaragüense compró un piso en el municipio madrileño de Alcalá de Henares.
Le dijo a su enamorada que ella no podía figurar como propietaria en la escritura al carecer de Número de Identificación de Extranjeros (NIE), un documento que cuesta 9,45 euros y que se consigue en la embajada en solo cinco días, según recoge José Antonio Hernández en El País, hoy 11 de mayo de 2017.
La siguiente secuencia se desarrolla en junio de 2015. Bismarck comunica a su amada una noticia inesperada. Le confiesa que está casado con una española, que tiene una hija de cuatro años y que todos juntos residirán en la casa adquirida por la anciana. La enamorada entra en cólera. Pide vender la vivienda, recuperar su dinero.