No todo vale en política o, al menos, no debería valer para rascar votos. Quien fuese alcalde de Barcelona en la anterior legislatura, Xavier Trías, nacionalista del más rancio abolengo, se ha desmarcado con una propuesta vomitiva, cargar al Gobierno de España con los muertos del atentado que sufrió Barcelona el 17 de agosto de 2017. Lo curioso es que sólo algún suelto editorial y una sola tribuna de opinión critican este auténtico exabrupto en la prensa de papel de este 24 de noviembre de 2017.
El diario El Mundo cuenta en su editorial cómo se está presionando con los métodos más deplorables a los jueces en Cataluña:
No estamos, por tanto, ante acciones aisladas, sino ante la consumación del espíritu totalitario que anida en quienes, pese a todas las garantías que ofrece nuestra democracia, han legitimado la desobediencia como herramienta política. Los métodos mafiosos del separatismo han provocado que muchos jueces que ejercen en Cataluña necesiten escolta para garantizar su seguridad, o que las peticiones para ser trasladados fuera de esta comunidad se hayan disparado. Son las onerosas y gravísimas consecuencias de la base autoritaria sobre la que se cimentaba el procés. Que nunca fue ni pacífico ni democrático.
Un suelto de El Mundo le mete a base de bien al PdeCato de Xavier Trías por su última ‘hazaña’ decir que el Gobierno de España tiene la culpa de los atentados de las Ramblas de Barcelona del 17 de agosto de 2017:
La próxima campaña electoral en Cataluña lleva visos de batir marcas de mezquindad. Primero fue la desquiciada acusación de Marta Rovira, que sigue sosteniendo que el Gobierno amenazó con poner muertos en las calles, sin aportar prueba alguna ni pedir perdón. En esa vuelta de tuerca del victimismo (del «España nos roba» al «España nos mata»), el concejal y ex alcalde Xavier Trias ha presentado una moción en el Ayuntamiento de Barcelona que responsabiliza directamente al Gobierno, por omisión, de los atentados del pasado agosto que se cobraron 16 vidas. Resulta de un cinismo repugnante que Trias, un político manchado por mentir respecto de su patrimonio offshore, pretenda cargar las víctimas al Ejecutivo como argumento electoralista. Pero así de venenoso, irresponsable y falaz es el nacionalismo.
David Gistau, en ABC, señala que como a los nacionalistas-separatistas les falta un muerto que llevarse a la boca pues van hacen barbaridades como las de Trías:
Que Trías y el PdeCat intenten sacar tajada y meter el atentado de la furgoneta en la campaña electoral no es, por tanto, una novedad. Pero la falta de escrúpulos, la ignominia de este caso particular sí revela cuán desesperado está el independentismo por hacerse con unos cuantos muertos, los que sean, da igual de dónde salgan, para atribuirlos a la España contra la cual luchan heroicamente. Ahora que viene la gripe, invéntense ustedes un virus del CNI.
Juan José Millás, en El País, se muestra amargado porque en este país la gente se echa a la calle por la unidad de España y no por los mendigos:
Del mismo modo que a otros les dolía España, a mí me duelen los mendigos, los explotados, los menesterosos, los jóvenes sin horizonte, las clases medias venidas a menos y los enriquecimientos repentinos, fruto de la especulación o de la evasión de impuestos, y no del sudor de la frente. Imaginemos, pues, que las cantidades de soberanismo puestas en marcha durante el procés se transformaran en energías solidarias que, en vez de alimentar a Rajoy (y de rebote, a Puigdemont o a Mas), hubieran creado un caldo de cultivo para unir a los perdedores del sistema. Pero donde haya una bandera vistosa o un Dios airado, que se quite el cocido de los jueves.
El editorial de ABC le lee la cartilla a Sánchez por su veto a priori a Inés Arrimadas como posible presidenta de la Generalitat de Cataluña:
Es legítimo no querer «contaminarse» a izquierda y derecha en aras de recuperar un espacio propio que el PSC perdió hace tiempo. Pero vetar pactos con Ciudadanos y con el PP es tanto como renunciar a la política de Estado que está permitiendo a Sánchez desmarcarse de Podemos y de los múltiples errores, y de aparecer ante la opinión pública como un hombre de Estado. Las promesas se demuestran con hechos. Su aval al 155 es un hecho. Pero si llegado el momento, y por mero oportunismo, el PSC frustra una Generalitat constitucionalista, su gesto será imperdonable.
Carlos Herrera se parte la caja con los ‘beatos’ Junqueras y compañía:
Las beatas de rezo diario y carcelario no saben qué hacer para volver a los días del becerrro de oro independentista. El tiempo que ellos consumen en el monte carcelario tiene desalentados a quienes esperan al pie de las prisiones sin saber por donde tirar. El Supremo puede que los libere en breve -o no- y los deje a los pies de las urnas de verdad. Será el momento de la Verdad tan deseada, vistan de novicio o de corista.
Salvador Sostres se ríe de los nulos apoyos recabados por los independentistas:
El independentismo no ha conseguido el reconocimiento ni de los mayores majaderos de la Tierra. De hecho, ni los propios independentistas se han reconocido a sí mismos y han renunciado a la vía unilateral -o sea, a la independencia- y hablan de bilateralidad y de soluciones acordadas como el mejor PNV de todos los tiempos, que es el presente.
Manuel Marín destaca que el empecinamiento de los socialistas de vetar a Inés Arrimadas (Ciudadanos) como posible presidenta de Cataluña hará que el PSOE se resienta:
Si dependiese del PSC provocar un bloqueo institucional de Cataluña hasta primavera y la repetición forzada de unos comicios que diesen bazas a un independentismo refundado, la marca PSOE podría resentirse. El PSC no pactará ningún Gobierno con el independentismo. Tampoco con Ciudadanos y el PP…, de modo que si Miquel Iceta fuese el fiel de la balanza, está dispuesto a convertir el 21-D en un proceso inocuo. No sería solo una oportunidad perdida. Sería también un inmenso error político incompatible con la mutación que Sánchez dice estar experimentando.
La Razón sacude de lo lindo a la mentirosa Marta Rovira (ERC), conocida como la llorica:
Arrastrados por el mesianismo de Puigdemont, los antiguos convergentes se han quedado sin sus referencias ideológicas y, según todas las encuestas, se encaminan hacia un pésimo resultado en las urnas, a beneficio de sus antiguos socios de ERC. Finalmente, la estrategia mentirosa de Rovira no estaría completa si no intentara trasladar su responsabilidad en el fracaso del «proceso» a otros supuestos culpables. Una vez más, sin prueba alguna que sustente sus afirmaciones, Marta Rovira insiste en atribuir la derrota de los golpistas a un acto de «generosa humanidad», por cuanto Puigdemont no habría querido que la población sufriera la «violencia extrema, con muertos en las calles» con que amenazaba el Gobierno. Ha sido la primera vez que Rovira trae a colación al ex presidente huido en este asunto. Dentro de poco, le hará responsable único del embuste.