La prensa está que trina con la parejita bolivariana tras la firma de ese peligroso (para el bolsillo del contribuyente) acuerdo de Presupuestos que es un billete sin escalas a la ruina económica. Y lo que nos queda porque a Pedro Sánchez le queda lo más difícil, como reconocen desde el Gobierno: sumar a Compromís, Nueva Canarias, Coalición Canaria y PNV (12 escaños más, hasta 163).
«Sánchez que llevaría a su abuela a una casa de empeños con tal de seguir una hora más en La Moncloa», dice Luis Ventoso en ABC.
«El proyecto de presupuestos es en realidad un manifiesto electoral y una utópica carta a Papá Noel. Resumiendo: pretenden freírnos a impuestos para disparar el gasto público en 6.000 millones anuales, en un país que tiene una deuda pública equivalente al 98 por ciento de su PIB (y que nos vimos obligados a contraer precisamente para apoquinar el pufo de la anterior verbena socialista, la de Zapatero)».
En un durísimo editorial, el diario de Vocento dice que:
«Lejos de toda prudencia, ha abierto las puertas a la primera intervención real de un partido político claramente antisistema -de extrema-extrema izquierda, por usar la terminología al uso en La Moncloa- en los fundamentos mismos de la economía española, y por añadidura confía la aprobación final de las cuentas públicas al chantaje de los principales enemigos de España».
El Mundo tampoco se queda corto:
«Con demasiado artificio y poco rigor, vendieron un pacto para los Presupuestos impostando una responsabilidad de la que carecen, conscientes de la dificultad de que salgan adelante. En lugar de presentar unas cuentas apropiadas a la realidad económica española y a las exigencias europeas, ambos dirigentes se han regalado un escaparate electoral a costa de un gasto inasumible».
Que Sánchez le haya metido el logo del Gobierno de España también trae de cabeza a los columnistas: «¿Cómo es posible que este tipo firme como presidente del Gobierno un documento que el Gobierno no ha visto, que no ha pasado por el Consejo de Ministras? ¿Cómo es posible rebajar al Gobierno de España para equipararlo con el autodenominado Grupo parlamentario confederal Unidos Podemos En Comú Podem/ En Marea?», se pregunta Santi González en El Mundo.
Hughes en ABC sigue los mismos derroteros: «Sánchez le ha puesto el membrete a su propia debilidad. El Gobierno de España, como institución, no tiene la culpa de derivar de ella. Si Sánchez, en su precariedad, va a colocar ese logo junto a todo aquello ante lo que se inclina va a parecer un anuncio de agua mineral en la sala de prensa de un equipo de fútbol».
Carlos Segovia alerta de las trampas que hay en el documento de 50 páginas: «Desglosa la veintena de partidas de gasto que aumentan y no hace lo mismo con los ingresos estimados. Es decir, se promete por ejemplo aumentar los presupuestos para vivienda en unos 500 millones anuales hasta 2021, mientras que no se detalla cuánto se obtendrá de las distintas subidas de impuestos. Se ofrece un aumento de gasto seguro con incierta forma de compensarlo para cuadrar las cuentas».
Carlos Herrera lo ha resumido así en su editorial en COPE: «Vivimos momentos conmovedores. Viendo la firma de los Picapiedra –Pedro y Pablo– donde se firmó el borrador de Presupuestos uno piensa «Sánchez es feliz porque lo que quisiera es ser de Podemos».