Se acabaron los debates televisivos (Elecciones 2019: El socialista Sánchez se hunde en los debates).
Después de prácticamente cuatro horas de intercambio de ideas (o del intento de hacerlo), los candidatos se adentran en las últimas 72 horas de campaña antes de la jornada de reflexión previa a las votaciones del 28 de abril de 2019 (Feliz Día del Libro: Rivera le suelta a Pedro Sánchez su ‘fake-tesis’ para ver si se la lee y el socialista le entrega el libro de Dragó sobre Abascal).
La prensa de papel de este 24 de abril de 2019 coincide en señalar como perdedor de esta doble cita a un Pedro Sánchez al que se le notaron demasiado las costuras y se poco afán por medirse en los platós al resto de oponentes –Pablo Casado: «Sánchez se ha convertido en una muñeca rusa, una matriuska con Podemos, Bildu y los nacionalistas dentro»–
El editorial de ABC considera que Pedro Sánchez se hundió sin remisión en el debate de Atresmedia del 23 de abril de 2019 –Otro dato vergonzoso sobre el debate electoral que han ocultado TVE y Pedro Sánchez-:
Sánchez no ofreció anoche un programa de gobierno, sino una retahíla de negativas e imputaciones contra los partidos del centro-derecha acusándoles de mentir, pero sin aclarar en qué mienten. Sánchez volvió a demostrar por qué no quería debatir con la oposición y por qué necesita la coartada del ausente Vox para construir un discurso mínimamente creíble vinculando al PP y a Ciudadanos con la ultraderecha. Pero su intento fue en vano. A duras penas, Sánchez se limitó a leer datos precocinados sobre educación, inmigración, pensiones o mercado laboral para combatir la acusación de que adolece de un proyecto útil para España. Sánchez volvió a demostrar por qué España no merece que vuelva a repetir como presidente del Gobierno, y menos aún si es con Pablo Iglesias en su gabinete, tal y como el líder de Podemos volvió a mendigar ayer en público y sin rubor alguno. Es mucho lo que se juega España el próximo domingo. Tanto, como impedir que esta izquierda sectaria y sin más principios ni valores que el odio a la derecha llegue a sumar más escaños para una investidura de Sánchez.
Álvaro Martínez vaticina que a más de un líder le van a partir la cara, electoralmente hablando, el 28 de abril de 2019 –Feliz Día del Libro: Rivera le suelta a Pedro Sánchez su ‘fake-tesis’ para ver si se la lee y el socialista le entrega el libro de Dragó sobre Abascal-:
Aunque apenas ha pasado un suspiro de aquello, lejanos nos parecen los tiempos en que aquel autodenominado ‘Pedro el guapo’ de la oposición venía a llamar cobarde a Rajoy por no atreverse a debatir con él ante las cámaras, acusación preventiva e infundada pues sí hubo entonces ese «cara a cara» que hoy echamos de menos y en el que quien hoy tanto lloriquea, porque dice que le fríen a insultos, llegó a llamar «indecente» al viejo Mariano. «Hasta aquí hemos llegado», se revolvió Rajoy ante el denuesto de Sánchez, que ni con esas formas se libró de caer derrotado dos veces seguidas. Ni el insulto ni la pirotecnia, ni tan siquiera los sonidos del silencio u otras parafernalias, garantizan la victoria, todo lo más el reconfortante aplauso de los palmeros. Sin ‘cara a cara’, lo mejor es esperar a la noche del domingo, donde a más de uno las urnas se la van a partir.
Luis Ventoso cree que después de estos dos debates a Sánchez se le ha quedado cara de no creerse los datos tan optimistas del CIS –Carlos Herrera se mofa de la vestimenta de Pablo Iglesias en el debate:»Parecía que estaba sirviendo camarones»-:
Iglesias echó más de un capote a Sánchez, porque sabe que si Pedro no flota Pablo naufraga. Casado probablemente ganó el debate. Se tomó el cafelín que le faltó el primer día y anduvo más vivaz; además resultó el más articulado en sus propuestas. ¿La humorada de la noche? Sánchez llamando mentirosos a los demás. Conclusión tras el doble maratón: los dos debates no van a cambiar el panorama electoral y el elefante ausente seguía caminando por el fondo de la habitación a la que se le negó la entrada, Vox. Puede pasar de todo. La cara de Sánchez no era de creerse a Tezanos.
Ramón Pérez-Maura sospecha de que Sánchez pudo conocer el contenido de algunas de las preguntas que Ana Pastor y Vicente Vallés iban a formularle en el debate de Atresmedia –Una TVE al servicio…del PSOE: las redes se echan las manos a la cabeza por el mitin que soltó el socialista Ábalos tras finalizar el debate con total impunidad-:
Lo más sorprendente ayer fue la cuidadosa estrategia de Atresmedia para hacer un debate a gusto de Sánchez. Se lo debían. Hasta llevaba algunas respuestas escritas como si conociera las preguntas por adelantado. Él hizo todo lo posible por tener el único debate en esa empresa de comunicación -que, como bien gusta recordar Luis Ventoso, es la que le ha editado su libro de breves memorias de éxito editorial incierto- y las circunstancias obligaron a otro debate el lunes en RTVE. En el debate de anoche los moderadores procuraron ponérselo a tiro. Y el incomodísimo -para él- asunto de la unidad de España no se planteó hasta casi la media noche. Como si fuera una cuestión menor. Las preguntas habían sido preparadas con detalle en su beneficio. Pero al final quedaba acorralado y sólo podía responder con insultos como llamar mentirosos a sus rivales. Lo que tiene delito viniendo del presidente que más ha mentido -impunemente- en la historia de España.
Rubén Amón, en El País, da como ganador de los dos debates a Albert Rivera y asegura que Sánchez llegó muy justito de aire al final de la cita de Atresmedia:
Puede concluirse que Sánchez ha sobrevivido justito de oxígeno a la encerrona de las 48 horas. Que Albert Rivera se ha convertido en el adalid la derecha. Que Casado se ha encerrado en su propia sonrisa. Y que Iglesias ha asumido con mansedumbre su papel de escudero del eventual o futuro Gobierno de Sánchez. Es difícil medir el impacto electoral de estas impresiones. Y no solo por el porcentaje elevadísimo de indecisos, sino porque la ausencia forzosa de Vox distrae, encubre, excluye, el argumento más desconcertante, imprevisible y desequilibrante de las elecciones del próximo domingo.
Manuel Jabois considera que Pedro Sánchez se dedicó a recitar lecciones en vez de debatir –Una TVE al servicio…del PSOE: las redes se echan las manos a la cabeza por el mitin que soltó el socialista Ábalos tras finalizar el debate con total impunidad-:
A Pedro Sánchez, definitivamente, se le dan mejor los debates a dos, lo que no quiere decir que se le den bien. Intenta dar clases en un lugar en el que hay que defender ideas y atacar las del contrario, no dar la lección. Su tono dormiría si no le interrumpiese Rivera todo el rato, enemigo de cualquier forma de relax. En cierta manera Sánchez hizo de Rajoy, alguien que está en los sitios en contra de su voluntad, más preocupado en pasar inadvertido que en advertir a los demás. No le quedó otra que devolver golpes a Rivera y Casado, pero más como presidente que como candidato, protegiéndose con su famosa sonrisa meme, una sonrisa que se activa al encogerse de hombros.
El editorial de La Razón tiene claro que Sánchez perdió su oportunidad de oro de haber convocado elecciones poco después de la moción de censura:
Tal vez, si Pedro Sánchez hubiera convocado elecciones tras la moción de censura, a Rivera le hubiera servido algo más su entusiasta colaboración con la manipulación farisea y sectaria de la sentencia de la ‘Gürtel‘, pero tras nueve meses de Gobierno socialista, el votante de derechas sabe que lo que se juega es el futuro de la Nación. Fue uno de los flancos débiles de Albert Rivera que, paradójicamente, aprovechó el candidato de Podemos, Pablo Iglesias, poniendo de relieve la probabilidad del pacto postelectoral entre el PSOE y Ciudadanos. Ciertamente, el ataque del líder comunista iba dirigido a su rival en la izquierda, Pedro Sánchez, pero, inevitablemente, llevaba al éter el mensaje de la ambivalencia del partido naranja. No necesitó, pues, Pablo Casado buscar la confrontación directa con Ciudadanos. Si el rival de Rivera es Casado, el rival de Casado no es otro que Pedro Sánchez. Un candidato socialista que, aunque sea dicho de paso, repitió milimétricamente los argumentos y el tono faltón del anterior debate, enzarzándose, además, con un Rivera al que se vio un poco sobreactuado.
Pilar Ferrer afirma que a Sánchez hasta le falló el maquillaje:
Al presidente, desencajado y con pertinaces ataques a la derecha, le falla hasta el maquillaje. Cuentan en las salas respectivas de los platós que desde Moncloa se sugirió un concreto y elevado nivel de su textura, dada la tez algo aceitunada del presidente que se trasluce en un rostro bronceado ante la cámara. Pero la cosa salió rana, porque Pedro Sánchez trastocó en sudor frío unos visibles nervios y mal encaje de las críticas. «Se comió hasta el maquillaje», comenta un experto realizador televisivo. Estos detalles son importantes, porque mientras el presidente exhibía grietas en su maquillado rostro, los de Pablo Casado y Albert Rivera eran frescos como lechugas. Con Iglesias da lo mismo, porque su rictus está siempre de mala uva. Sánchez disimula mal su enfado y se aferra a las muletillas contra la derecha para salir airoso. Pero ya no cuela frente a un Casado elegante y muy institucional: «Ejerce de presidente», afirman en el PP. Un Albert Rivera en tromba contundente: «Han sido sus mejores debates», alardean en Ciudadanos. Y un Pablo Iglesias aferrado a la Constitución para salvar los muebles. La televisión todo lo puede.
El editorial de El Mundo masacra al candidato Pedro Sánchez:
Sánchez ni contestó las preguntas ni dejó hablar ni paró en ningún momento de atacar al PP y a Cs con demagogia grosera. Llegó a tergiversar con descaro una solicitud particular al Portal de Transparencia de Andalucía para tratar de hacerla pasar por un intento de hacer «listas negras» de funcionarios destinados a la lucha contra la violencia de género. Fue el Sánchez más soez que hemos visto desde que llegó al poder. Se quitó la máscara propagandística de moderación que habían diseñado sus asesores de campaña y evidenció una actitud desabrida más propia del aspirante faltón que del inquilino de La Moncloa. La especial fijación del candidato socialista con el candidato de Cs -que le había mostrado un ejemplar de su tesis doctoral- vuelve ocioso seguir preguntando por un posible entendimiento poselectoral entre el sanchismo y la formación naranja. Casado se benefició de esa pugna y se reivindicó como alternativa.
David Gistau se sorprende de que durante los dos debates no se hablase de Franco ni de su exhumación:
El debate fue enmarañado y sucio, se solapaban, se hacían remoquetes infantiles, no se les entendía. Adoleció de un problema, la sensación reiterativa en los asuntos medulares, zanjados apenas unas horas antes en TVE. Por eso los programadores buscaron argumentos alternativos, basados por ejemplo en cuestiones morales como el aborto, con lo cual todo quedó como un debate de la cara B del disco, ya escuchado el hit. Sánchez y Rivera se hicieron la charlotada de intercambiarse libros, la tesis trucha y el libro sobre Abascal de Dragó, que seguro que agradece la publicidad. Por cierto, ¿se me ha escapado o ningún día se habló de esa urgencia histórica que era la momia de Franco?
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72