Han pasado las elecciones del 26 de mayo de 2019, pero ahora queda una dura travesía de acuerdos y pactos, y no solo en ayuntamientos y comunidades, sino también a nivel nacional, dado que la ‘broma’ de haber hecho elecciones generales un mes antes que las municipales ha provocado un tremendo atasco a la hora de que se configuren las diferentes instituciones –Pedro Sánchez comparece con cara de funeral ante los medios y da por perdidas la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid-.
Este 29 de mayo de 2019 las tribunas de la prensa de papel miran con recelo a un Ciudadanos que pretende jugar a dos barajas buscando puestos importantes. Eso sí, le meter al líder naranja, Albert Rivera, el miedo en el cuerpo, recordándole lo que le puede pasar por dejarse tentar por detentar un poder efímero –Cs sopesa exigir la alcaldía para Begoña Villacís, a cambio de dar al PP las presidencias de Murcia, Castilla y León y Madrid-.
Ramón Pérez-Maura, en ABC, observa a Ciudadanos como un pato mareado después de la noche electoral del 26 de mayo de 2019 –La derecha está más viva que nunca: Almeida jubila a Carmena y VOX tendrá la llave de la Comunidad de Madrid-:
En las últimas horas hemos visto a Ciudadanos como un pato mareado, dando tumbos por el escenario político. Ya no se sabe dónde están. Su cabeza en Castilla y León, Francisco Igea, da señales inequívocas de querer echarse en brazos del PSOE. Y en otras regiones donde Ciudadanos podría apoyar al PP, el PSOE estudia la ‘fórmula Revilla’, que es la que el socialismo puso en marcha en 2003 en Cantabria. Pero lo más relevante es que los bandazos de Ciudadanos en las últimas horas demuestran que tiene serias dudas sobre su propia posición. La idea de encabezar la oposición empieza a fluctuar en sólo cuatro semanas: el sueño de una noche de primavera. Puede que a estas alturas hayan llegado a la conclusión que ser bisagra permite pillar poder casi siempre. Pero también implica no encabezar un gobierno nunca.
José María Carrascal no termina de fiarse de Albert Rivera –Pablo Iglesias se pega el gran batacazo y los ‘ayuntamientos del cambio’ desaparecen del mapa salvo Kichi en Cádiz-:
La tentación es grande para Rivera, que no ha logrado sus objetivos en estas elecciones: el sorpasso del PP y el liderato de la oposición. Pudiendo incluso tocar poder. Pero los riesgos son mayores, pues confirmaría la sospecha de que no es persona de fiar, capaz de la traición más alevosa. ¿Quién de centro-derecha, su granero natural de votos, iba a darle el suyo sabiendo que podía terminar apoyando a la izquierda o, mucho peor, a los independentistas? Sería pegarse un tiro, no en el pie, sino en la sien. Rivera lo sabe e imagino que lo que se trama en ese Comité de Alianzas es mantener el pacto con el PP en Madrid, lo más destacado, y apoyar al PSOE en Castilla y León, Murcia y otras plazas de menos brillo. Claro que también puede pensar que su primer rival es el PP, y así puede ayudar a destruirlo. O que no hay elecciones hasta dentro de cuatro años, y, entonces, se habrá olvidado todo.
Federico Jiménez Losantos, en el Mundo, le recuerda a Rivera quiénes son los partidos que defienden a España y quiénes, empezando por el PSOE, están por su aniquilación –Bertrand Ndongo: «Vete a tu casa Carmena a hacer magdalenas; menuda inútil»-:
Ciudadanos emitió un mensaje de Igea en el que aseguraba que pactaría la entrega de Castilla y León al PSOE; otro, de Arrimadas diciendo que estudiarían cada caso; y otro de Villegas diciendo que no se sentaría con Vox, como dice el fracasado Valls mirando a Le Pen, sin recordar que en España el «Le Pen catalán» era Torra, según Sánchez. Yo entiendo que Cs pacte a izquierda y derecha si tiene razones para hacerlo, pero España no se divide hoy en partidos de izquierdas y derechas, sino en partidos que defienden a España y partidos que la quieren destruir. Abascal defiende a España; Sánchez e Iceta, a Iglesias, Bildu y Junqueras. A esos, no a Vox, es a los que hay que ponerles cordón sanitario. Y bozal.
Antonio Martín Beaumont, en La Razón, afirma que Ciudadanos está por establecer acuerdos a izquierda y a derecha –Carlos Herrera humilla al derrotado Pablo Iglesias y aconseja a Sánchez que no descalifique a nadie y calle por lo que él tiene en casa-:
Seguramente PP y PSOE hayan podido abrazar la idea de alcanzar algún tipo de acuerdo global con Cs. Pero en este momento Rivera desea primordialmente derribar el muro invisible que incomunica históricamente a la derecha y a la izquierda en España. Quiere convertirse en un político capaz de mirar a ambos lados del espectro ideológico, dando por descontado que sus acuerdos -a izquierda y derecha- le permitirán obtener el poder suficiente para que las estructuras territoriales de su partido crezcan a lo largo de los próximos cuatro años ya sin escollos electorales por delante.
Ignacio Camacho destaca la actitud mendigante de Pablo Iglesias –Monedero enloquece con Ana Rosa Quintana y hunde a Sánchez contando su secreto-:
Iglesias sabe que sin poder tangible no irá a ninguna parte y no siente el menor reparo en aporrear el portón de La Moncloa de un modo sonrojante; debe de tener sus puños chorreando sangre. Más que pedir, mendiga; más que ofrecerse, le entrega a Sánchez una capitulación en regla que puede proporcionarle la base barata de un mandato estable. Aceptar ese apoyo supondría para el presidente asegurarse durante toda la legislatura el respaldo de 165 diputados. Aún le faltarían otros once y en cada ley o decreto tendría que buscarlos, pero no es lo mismo que negociar los 53 necesarios si opta por gobernar con sus 123 escaños.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72