Mario Casas en pelotas, sexo, lujo, sadomasoquismo para pijos, cuernos y un pelín de amor. Un ‘Cincuenta sombras de Grey’ a la española con nuestro peor y más popular actor. Cualquiera compraría una serie así. Va en serio. Entiendo que Movistar+ haya dado luz verde a ‘Instinto’. Esos conceptos, por ridículos que puedan parecer, son un cebo inmejorable. El público va a acercarse en masa a ver qué han hecho los de Bambú Producciones. El problema no es llegar, es mantenerse. La serie, en sí, es la nada.
LA TRAMA QUE NO ES
¿De qué va Instinto? No lo sé. Sinceramente. Llevo cuatro capítulos y medio y no sabría definirla. Puedo contar que va de un tipo muy rico, muy guapo, un acróbata sexual con cara de estreñido y parco en palabras que cuando se angustia le da por irse a un sitio muy lujoso donde se organizan orgías entre personas enmascaradas (y deportistas de élite). El machirulo tiene, además, un hermano con autismo y una madre choni y problemática. También pasan por ahí un amigo infiel y una nueva compañera de trabajo que fornica y manipula como la que más. Punto.
La trama es conflicto y en ‘Instinto’ no lo hay. Ninguno interesante, quiero decir. No me interesa lo que le pueda pasar a un personaje que me cae tan mal, al que le puede pasar lo que sea pero que ni se inmuta.
¿Qué es ‘Instinto’? ¿Es un drama, un thriller, una historia de amor o un anuncio sexista de coches? Pues tampoco lo sé. No hay un tono definido ni, repito, algo que contar. Y aunque lo hubiera, estaría mal narrado.
Por un lado, decir que el nivel técnico es más que espectacular. Planos muy chulos, fotografía grandiosa y montaje correcto. Hasta ahí. Lo demás son diálogos sentenciosos, explicativos, torpes y, lo que es peor, previsibles. Puedo adelantarme a todo lo que dicen los actores, los cuales, en su mayoría, están muy mal.
MARIO CASAS Y SU CARA DE MALA LECHE
Mario Casas parece un dios griego vallecano pero no tiene registros interpretativos. Primero, no vocaliza (menos mal que habla poco) y segundo, el que su personaje sea un desagradable de narices no implica que nos tenga que caer tan mal. ¿No tenía otra expresión facial que no fuera la cara de ‘te voy a reventar la cabeza’?
Lo sorprendente es que a Mario se lo merienda su propio hermano (en la realidad y en la ficción), Óscar Casas. Él e Ingrid García-Jonsson son de lo mejor de ‘Instinto’.
VIRTUDES Y MANÍAS DE BAMBÚ
La nueva serie de Movistar + ejemplifica las virtudes y miserias de su productora, Bambú. Hace tiempo que vengo observando varías manías de la casa que no llego a entender y que me inquietan.
Respeto que hagan series para que sus actores salgan en revistas de moda. Venden como nadie sus productos. Se inventan mundos que no existen (al menos en España) donde todo es precioso y todos están muy buenos (aquí, hasta la psicóloga tiene pinta de actriz porno). Nada que objetar. El problema es que-como sucedía en ‘Velvet colección’ o en la reciente película de Netflix, ‘A pesar de todo’- se huye del conflicto. Sin conflicto no hay trama. Sin trama no hay serie.
Bambú ha cambiado la ficción en nuestro país. Ellos empezaron a contar lo mismo de siempre de forma bonita. El aspecto visual de sus productos es inmejorable pero , a excepción de ‘Fariña’ (la mejor serie de la historia de nuestra TV), se han ido estancado en el contenido. Si quieren hacer anuncios largos, fenomenal, pero que tengan algo que vender.
Enseñar el pene de Mario Casas no es arriesgar. De hecho, es todo lo contrario. El riesgo es contar algo innovador y, de momento, en Instinto no lo hay. Lo irónico de esta serie es que es increíblemente pudorosa (por muchas orgías que haya).
Otro apunte preocupante: En Bambú necesitan replantearse, de manera urgente, el uso de la banda sonora. Todas sus secuencias están ensuciadas por una música demasiado alta y poco acertada.
Dicho todo esto, ‘Instinto’ es la apuesta más comercial de Movistar+. La única serie de su catálogo original capaz de atraer a las masas. Y sí, al final no puedo dejar de verla. Estoy enganchado. Algo tendrá…
EN RESUMIDAS CUENTAS
Lo mejor: Oscar Casas, Ingrid García-Jonsson y Lola Dueñas (actores y personajes). El empaque visual. Su espíritu comercial. Al final, engancha. Es un placer culpable y no lo oculta.
Lo peor: Mario Casas. Su indefinición como producto. La trama que no va a ninguna parte. La imagen de un sexo irreal y barato (parece una fantasía para los que no mojan nunca). Que en realidad haya menos erotismo del que vende. Los diálogos. La música. La cámara lenta. Los tópicos. El hecho de que casi todos los personajes te caigan mal-principalmente porque son planos-.