El cura trabucaire de Lizarza no conoce el Evangelio

(PD).- Suma y sigue en la localidad guipuzcoana de Lizarza. Subversión de valores, una vez más, esta vez con motivo de la celebración de la misa de la Patrona del pueblo, la Virgen del Sagrario.

La Corporación municipal en pleno, con Regina Otaola a la cabeza, quiso asistir a la celebración religiosa para demostrar que cumple a rajatabla el guión de la normalidad y que no sucumbe a la presión ambiental.

La alcaldesa popular ha vivido desde su toma de posesión difíciles y variados sinsabores. Ha soportado insultos, amenazas y hasta intentos de agresión por parte de algunos radicales. Ayer, durante la misa en honor a la patrona del pueblo, que celebra estos días sus fiestas, el cura de la localidad, antes de comenzar la misa, se acercó hasta el banco que ocupaban ella y el resto de concejales del PP para decirles que los escoltas debían permanecer fuera del templo.

«No quiero pistolas en la iglesia», sentenció el párroco que ni siquiera se molestó en dar los buenos días, según explicó a este periódico Otaola. La alcaldesa y sus compañeros, sorprendidos ante la postura del cura, le aseguraron que ellos no llevaban pistola, «quizá lleven otros, pero no nosotros», le contestó uno de los ediles.

Afirma J.A. en ABC que fue esta vez el párroco quien «disparó» primero.

El rechazo a los escoltas armados como si fueran ellos quienes encarnasen la amenaza y el terror en el País Vasco es una clásica trampa dialéctica en medios batasunos para intoxicar.

Lo de «aquí nada de pistolas» es frecuente y trata de estigmatizar a los acosados y amenazados, como si fueran ellos los asesinos, los «represores».

«Todavía hay una parte del clero vasco que confunde a las ovejas con los lobos», resumió ayer Otaola, tras ser testigo, una vez más, de cómo son no pocos pastores de la Iglesia vasca los que asumen la «evangelización nacional vasca».

La alcaldesa de Lizarza explicó que los miembros de la Corporación asistieron a la misa porque lo exige su «deber institucional», pero el párroco, denunció, «pretende hacer ver que son los representantes municipales los responsables de haber roto la idílica normalidad y la armonía».

Otaola recordó que «la función pastoral implica asistir a todos por igual, pero no cerrar los ojos ante la evidencia de quiénes son los que atacan al prójimo».

«Demasiados años lleva Lizarza soportando el yugo de ETA-Batasuna para que ahora nos increpe el párroco por asistir escoltados a misa», añadió, al tiempo que pidió al sacerdote que «esas recomendaciones se las dé a los que usan las pistolas para aterrorizar, no a los que las llevan para proteger la vida».

Lizarza, que no alcanza los seiscientos habitantes, tiene tradición como feudo proetarra. En las últimas elecciones municipales, ni siquiera el PNV se atrevió a presentar lista. Sólo lo hizo el PP, que tiene por norma concurrir en todos los municipios del País Vasco.

La candidatura de ANV quedó anulada y el resultado puso a prueba el coraje de los populares, que legalmente pudieron formar equipo de Gobierno con sólo 27 votos, frente a los 186 nulos promovidos por los batasunos y 142 en blanco propugnados por PNV y EA.

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